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conciencia social

Conéctate mejor con las personas a través de la conciencia social

En este artículo encontrarás una breve aproximación al concepto de conciencia social y cinco estrategias para fomentar esta competencia, mejorar la calidad de tus relaciones y fortalecer tu inteligencia emocional.

¿Alguna vez has conocido a alguien que es capaz de detectar lo que te pasa sin ni siquiera preguntar?

¿Conoces a alguien que pueda adivinar que has tenido un mal día con solo observar tu rostro?

¿Eres tú esa persona?

Si lo eres, ¡genial! 

Eso demuestra que tienes un alto nivel de conciencia social

¿Y qué es la conciencia social?

La conciencia social no es más que la habilidad de detectar las emociones de otras personas y de entender lo que realmente les sucede, más allá de las apariencias.

Además, esta destreza te permite percibir y considerar lo que la otra persona está pensando y sintiendo, aunque no te sientas de la misma manera ni pienses igual.

Es una competencia que debes desarrollar sí o sí para fortalecer tu inteligencia emocional; para mantener y construir relaciones saludables y productivas en todos los ámbitos de tu vida.  

En resumen, la conciencia social se centra en el afuera, en tu capacidad de entender las emociones de otros y de darte cuenta de lo que sucede a tu alrededor.

La escucha activa y comprometida y la observación son dos elementos a desarrollar y fortalecer para alimentarla.

Lo único que debes hacer para despertarla es estar presente y brindar tu atención plena cuando estés compartiendo el espacio con otros.

Parece fácil, ¿verdad?

La realidad es que en la práctica no lo es tanto, es normal que se nos presenten una serie de obstáculos cotidianos que obstruyen nuestra capacidad de presencia y empatía.

Por eso, hoy quiero compartirte cinco (5) de las estrategias para fomentar la conciencia social propuestas por Travis Bradberry y Jean Greaves en su libro: Emotional Intelligence 2.0, que me parecen sencillas y aplicables para empezar.

Vamos a ellas…

PRIMERA. Saluda a las personas por su nombre.

Sea cual sea la historia detrás de tu nombre de nacimiento, diminutivo o seudónimo por el que te reconoces, este es parte esencial de tu identidad.

Por esta razón, llamar a otra persona por su nombre te ayudará a establecer una conexión más significativa y cercana con ella, a romper las barreras y a crear un espacio de conversación cálido y acogedor.

Entonces, ¿Cómo alimentar este hábito?

Bueno…

Si eres como yo y debes repasar los nombres de las personas varias veces para aprenderlos o eres de aquellas personas que siempre tiene los nombres de los demás en “la punta de la lengua”, pero no los puede verbalizar o simplemente eres excelente para recordar los rostros, pero un nombre se te olvida enseguida, a continuación te presento una buena solución:

Primero, acostúmbrate a saludar a las personas por su nombre cada vez que ingreses a un lugar. Este ejercicio mental, además de mejorar tus relaciones, te ayudará a fortalecer tu memoria. 

Segundo, pídele a la persona que deletree su nombre si te resulta difícil de pronunciar o desconocido, eso te permitirá visualizarlo en tu mente como si lo hubieras escrito. (Si tienes la oportunidad escríbelo)  

No tengas miedo de preguntar, lo más seguro es que la persona se sienta tomada en cuenta por este solo acto. 

Tercero, asegúrate de utilizar el nombre de la persona al menos dos veces durante la conversación, de esa manera no solo mantendrás su atención, sino que recordarás su nombre en el futuro.

Y finalmente, practica, practica y practica esta estrategia en todos los espacios que te sea posible.

Ponte como objetivo recordar el nombre de una persona cuando la conoces o la saludas, así enfocarás tu mente y aumentarás tu presencia en situaciones sociales.

Recuerda. Saludar a las personas por su nombre no solo las reconoce como la esencia de lo que son, sino que también te permite conectar con ellas de manera más profunda.

SEGUNDA. Observa el lenguaje corporal.

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Nuestro cuerpo comunica todo el tiempo y es una fuente de información muy relevante a la hora de comprender lo que una persona está pensando o sintiendo. 

Por eso, para convertirte en expert@ en la lectura del lenguaje corporal es importante que aprendas a observar la postura, los movimientos oculares, los gestos con las manos y las expresiones faciales de los demás; para lo cual necesitarás estar presente en el aquí y en el ahora y dedicarle tu atención a lo que sucede en el momento.

Una vez que hayas cultivado esta habilidad, esta te ayudará a darte cuenta de lo que una persona realmente está sintiendo y podrás tener una interacción más adecuada a la situación particular.

A continuación te comparto algunos datos que pueden darte pistas de lo que sucede: 

Como debes haber escuchado más de una vez, los ojos son la ventana del alma y por lo tanto comunican mucho más que cualquier otra parte de nuestro cuerpo, de ellos puedes obtener gran cantidad de información.

Así que, acostúmbrate a mirar a los ojos, haz contacto visual, pero cuídate de no mirar demasiado fijamente por un tiempo prolongado, pues al contrario de establecer una comunicación adecuada puedes provocar que la persona se sienta intimidada, invadida, evaluada o criticada.

Habiendo dicho esto, toma en cuenta que en ocasiones una mirada esquiva o demasiado parpadeo implica que la persona no está siendo del todo honesta o que se siente intimidada. 

Al contrario, una mirada cuyos movimientos son relajados y atentos puede denotar franqueza, seguridad y confianza.

Otra señal muy reveladora es la sonrisa.

En este caso es importante que puedas determinar si una sonrisa es auténtica o forzada.

Por lo general una sonrisa sincera cambia rápidamente de un movimiento facial ligero, liderado por la boca, a una expresión más abierta que involucra a la mayoría de los músculos de la cara.

Esta expresión contrasta con una sonrisa artificial que no transmite emoción alguna. 

En este caso es importante que te apoyes en tu intuición, en las sensaciones que te produce el gesto; es una cuestión de confiar en lo que sientes al respecto, para ello es vital que también le dediques espacio a fortalecer tu propia inteligencia emocional

Los hombros, el torso y las extremidades también hablan

¿Los hombros están encorvados o se mantienen naturalmente erguidos?

¿Los brazos, las manos, las piernas y los pies están relajados o inquietos?

¿La gestualidad de tu interlocutor es coherente con lo que comunica con palabras? 

Dedica un tiempo a observar el lenguaje corporal en espacios como reuniones, sesiones uno a uno e incluso eventos sociales. 

Además, te invito a estudiar el lenguaje corporal de los actores en las películas, ellos son capaces de hacerte reír y llorar, saben transmitir y evocar todo tipo de emociones, sin duda alguna podrás recabar importante información sobre el lenguaje corporal.

Es posible que al principio no puedas detectar muchos detalles, pero si te comprometes a observar con atención llegará un momento en el que sintonizarás con los mensajes que te envía el lenguaje corporal de la otra persona y pronto serás capaz de comprender y establecer una verdadera conexión.

Nota importante.

Ten cuidado de no juzgar a la ligera, existen condiciones particulares que modifican la gestualidad y el movimiento corporal en su conjunto; nada es absoluto o estandarizado para tod@s, pues siempre estará determinado por la cultura, la historia personal e incluso condiciones de salud particulares.

TERCERA. Sé oportuno.

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La sincronía lo es todo, especialmente cuando se trata de personas y emociones.

Cuando conocemos bien a una persona sabemos cuándo es y no es el momento para preguntarle algo o hacerle un pedido. 

La oportunidad (también llamada timing en inglés), a la hora de abordar a una persona con un tema en particular, es clave para la salud de nuestras relaciones, la comunicación efectiva y el logro de objetivos comunes.

El objetivo final de esta estrategia es lograr hacer las preguntas correctas, en el momento oportuno y con el estado de ánimo adecuado, todo ello teniendo en cuenta a la otra persona.

Para lograr este objetivo la clave es la observación, la presencia y la empatía.

Para empezar a conectarte con esta capacidad te propongo:

Primero, observa a la persona antes de abordarla con tus preguntas y pedidos y evalúa si es el momento indicado para hacerlo.

Segundo, si no logras distinguir si es el momento oportuno, pregunta directamente.

¿Es este un momento oportuno para hablar de…?

¿Podrías regalarme unos minutos para tratar (tal tema)?

Quiero preguntarte algo importante, ¿es un buen momento?

Además de obtener una respuesta, lograrás la atención de la persona y empezarás a crear un espacio de confianza para el diálogo. 

Ahora, si te das cuenta a primera vista de que no es el momento oportuno o que tu interlocutor@ no se encuentra en un estado emocional adecuado como para hablar sobre lo que te ocupa, espera, busca un mejor momento. 

Y, si es imprescindible hacer ese pedido o pregunta inoportuna por la urgencia de las circunstancias, pregunta primero sobre lo que le ocurre a esa persona, interésate; y luego infórmale que aunque estás consciente de que no es el momento más idóneo no puedes postergar tu pedido, de esa manera, aunque pueda resultar un momento incómodo, de seguro contarás con su atención.

CUARTA. No tomes notas en las reuniones.

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Nos han metido en la cabeza que si queremos tener éxito debemos aprender a hacer malabarismos con un sin número de tareas a la vez y que la multitarea es la clave del éxito.

Pues te tengo noticias…

Varios estudios sobre productividad han demostrado que en realidad la multitarea (más conocida como multitasking) sacrifica no solo la calidad del trabajo, sino que puede causar desequilibrios de salud a mediano y largo plazo. 

Y ¿qué tiene que ver esto con no tomar notas?

Vamos a ello.

No sé si te ha pasado… 

Estás en una reunión, muy concentrad@, tomando tantas notas como te sea posible, opiniones van, opiniones vienen y de pronto surge una discusión de “la nada” al menos para ti, no entiendes que pasó, tienes a mano todos los datos duros, pero ni la menor idea de que provocó semejante explosión de emociones. 

Resulta que al tener puesta tu atención en la tableta o en la libreta perdiste de vista por completo pistas cruciales sobre las emociones y pensamientos que iban surgiendo en los demás y se reflejaban en sus actitudes y gestualidad. 

Si quieres conocer mejor lo que les sucede, te invito a reducir al máximo la distracción que puede provocar el tomar notas y a aumentar tu tiempo para observar lo que pasa a tu alrededor.

Sí, entiendo, tomar notas tiene su valor.

Así que la próxima vez que tengas una reunión, prueba a tomar notas solamente de las ideas más importantes y dedica conscientemente un tiempo para mirar los rostros de las personas; nota sus expresiones y reacciones ante lo que se está discutiendo.

Mantén contacto visual con el hablante, de seguro te sentirás más comprometid@ y enfocad@ en los demás, la reunión y todo lo que sucede a tu alrededor.

Recuerda. El objetivo principal de la conciencia social es reconocer y comprender cómo piensan y sienten los demás. Para ello, debes poner tu atención en las otras personas.

QUINTA. Elimina distracciones.

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El mundo que nos rodea se encuentra lleno de distracciones, las redes sociales, un correo que llega, alguien que te interrumpe en el mejor momento de inspiración y un infinito etcétera.

Sin embargo, las distracciones más difíciles de eliminar están dentro de nosotr@s mism@s y muchas veces nos parece imposible deshacernos de ellas a la hora de tomar conciencia de lo que sucede a nuestro alrededor y estar presentes para el otro.

Por ello, es importante que te des a la tarea de quitar del camino dos obstáculos que actúan sin que les demos permiso y pueden echar a perder la calidad de nuestras relaciones.

El primero es el diálogo interno.

Tod@s nos hablamos constantemente, el problema es que muy a menudo estamos tan ocupad@s teniendo estas charlas internas que nos desconectamos del mundo exterior, afectando nuestra conciencia social y la calidad de las conversaciones que tenemos con los demás. 

Y el segundo es que escuchamos para responder, por lo tanto, mientras la otra persona habla, en lugar de escucharla plenamente estamos elaborando nuestra respuesta de manera simultánea. 

Entonces, para limpiar estos obstáculos internos practica estas tres (3) simples acciones:

UNO. No interrumpas a la otra persona hasta que haya terminado de hablar por completo. 

Respira antes de responder, dale aire a la conversación y piérdele el miedo al silencio.

DOS. Permanece atent@ a la voz que está planeando tu respuesta. Y cuando la descubras, detente y respira. 

Vuelve a centrarte en el rostro y las palabras de la otra persona. 

Si sientes que no logras acallarla, inclínate físicamente hacia tu interlocutor@ para centrar tu cuerpo en la conversación. 

TRES. Luego de terminada la conversación, CELEBRA el logro

El solo hecho de que te hayas dado cuenta, demuestra que estás progresando, porque antes no te dabas cuenta de que ese patrón existía. 

Listo. 

Ahora, solo te resta elegir una de estas estrategias y empezar a practicar hasta que sientas que te sale natural.

Gracias por leerme.

Te invito a tomar acción.

Estoy segura de que estas estrategias llevadas a la práctica te serán de mucha utilidad.

Comenta tu experiencia.

Siempre es un gran placer leerte. 

Autora:

Cristina Navarrete Landázuri (Cris Del Viento)

Coach ontológico y escritora.

Fundadora de El Refugio del Artista.

Redactora en Axon Training.

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