¿Hay fuerza más vital que el amor? Muchos se hacen esta pregunta y no obtienen respuesta. Quizás como humanidad hayamos dejado del lado esta posibilidad para sumarle nuestras vidas el éxito, riqueza y fama.
Lo que ocurre es que en estos tiempos el ego, el deseo de trascender y ser reconocido prima por sobre nuestro bienestar emocional. Hemos llegado a confundir conceptos creyendo que uno puede amar más si se aboca a este materialismo obsesivo.
Hoy en día, tener más cosas para muchos es ser más feliz. Tendemos a olvidar quienes somos como seres humanos y cuál es nuestra real trascendencia.
El amor en la naturaleza humana es un elemento de vida, no podríamos vivir sin tenerlo. Sin embargo, nos obcecamos en creer que sí. Y en este aspecto, no solo olvidamos que éste involucra nuestros afectos más cercanos, sino que también a aquel que debemos profesarnos como individuos.

El amor nos permite ser libres, abiertos. Nos invita a hacernos cargo de lo que queramos para nuestra vida con la total responsabilidad de poder encontrar nuestra felicidad, de la forma en que queramos y podamos.
La riqueza y el éxito, bienvenido sean pero no olvidemos que estos son circunstancias que nos traen bienestar. En cambio, el amor nos conduce por el camino de la felicidad. Los primeros pueden complementar al segundo de eso no tengo duda, pero nunca podrán sustituirlo. Este siempre será el derrotero que cualquier humano quiere para ser feliz.
Sería bueno que vayamos cambiando los protagonismos de nuestras elecciones para comenzar a elegir ser más feliz y tener más amor en nuestras vidas. Así, como consecuencia, poder ser exitosos. Teniendo en cuenta que el éxito y la riqueza no solo tienen una mirada material, sino también espiritual.
Les quiero dejar esta pequeña historia que me pareció interesante para reflexionar sobre el tema.
¡Que el amor inunde sus vidas!
Autor:
Richard Salas C
Coach Ontológico

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