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El no sé qué no sé, ¿abre o cierra posibilidades?

Desde que conocí el coaching y descubrí el no sé que no sé, soy otra persona, así como una mariposa que sale de su capullo. Juntamente con salir de su capullo, descubrí que nuestro mundo se compone de dos aspectos.

El primero es el mundo que yo conozco, me escudo en él. Pero con el transcurrir del tiempo no me traerá ningún beneficio ni personal, ni académico. Porque no me permitirá ir tras lo que yo sueño o anhelo, desde la profundidad de mi ser. Solo me quedo tras el miedo que me impide ir tras lo que quiero, y admiro el mundo como una nebulosa que todo pasa y transcurre en mí. Es decir, vivo en una transparencia en “piloto automático”, que me impide avanzar hacia lo que yo quiero intrínsecamente.

El segundo es aquel que no sé, qué no sé. Nos dirigiremos a él también como “nuevo mundo”, este elemento en un comienzo es desconocido. Ya que requiere poner a prueba toda mi voluntad para salir adelante, exige poner mis alas a volar. Sin embargo, después de tanto tiempo en conseguir lo que sueño, y vencer el miedo interno, podré alcanzar lo que anhelo. Así descubrir que la mayor cantidad de miedos y limitaciones, me las pongo yo mismo. Poder descubrir que las alas que antes tenía escondidas, ahora si pueden volar a lugares nuevos y a destinos aventureros, es adentrarnos en la incertidumbre soñada que anhelamos desde lo más profundo de nuestra alma.

He leído varias citas inspiradoras sobre el miedo. Y la única forma de vencerlo es hacer las cosas con miedo, para que el mismo miedo te tenga miedo. Por ejemplo: manejar tirarme de un paracaídas y la única forma es, vencer aquellos fantasmas que tengo en mi mente. Es ir tras la aventura y esto me permitirá salir de mi puntito en que estaba inmerso, pudiendo disfrutar de aquellas situaciones de la vida con que soñaba poder hacerlas. Y el resultado que se obtiene tras ganarle al temor, es sin duda uno de los deseos más anhelados. Sintiendo una profunda satisfacción personal interna, por haberlo realizado y luchado contra los propios fantasmas.

Desde mi mirada como docente y coach ontológico, me surge la siguiente inquietud: ¿Cómo podemos fomentar el “sé que no sé, el nuevo mundo” en la emocionalidad de los niños y de los alumnos?

Según mi opinión, todo comienza con la observación de la emocionalidad, la corporalidad y la lingüística de cada individuo que absorbe del ambiente. Que sin duda comienza desde la infancia, y posteriormente aplica en sus entornos en donde se desenvuelve. Para poder adentrarnos al “este mundo nuevo”, debemos sacarnos todo aquello que nos pesa en nuestra mente. Sean juicios o miedos internos que nos dificulta abrirnos a nuevas posibilidades, ya que solo de esa forma podremos realmente aventurarnos en lo nuevo, sólo si cambio el observador interno.

Muchas veces nos exigirá romper esquemas antiguos, que sólo la persona con arduo trabajo interno, convicción, perseverancia, voluntad, y el actuar de personas que ya tienen internalizado “este concepto” podrán conseguirlo. Es decir, basándose en el ejemplo de la observación.
Otro elemento, es aceptarnos y querernos tal cual somos. Transmitirlo hacia nuestros estudiantes que, sin importar la edad, se sentirán queridos por su forma de “ser” y esto los potenciará a ir y a aventurarse tras lo que ellos desean alcanzar.

En la medida que me conozca yo mismo, podré conocer mi mundo y aventurarme hacia nuevos destinos antes inalcanzables para mí.

El coaching de basa en los siguientes tres principios fundamentales, corporalidad, lenguaje y emoción. Para explorar el estado del cliente en la sesión y hacerle ver otra realidad, cual lo lleve a salir de su capullo y ser una mariposa. Así también cada pequeño estudiante observa su entorno, para luego aplicar las herramientas que adquirió en la observación, en nuevos ambientes en los que se desenvuelve.

Si queremos mejorar la sociedad, debemos accionar ahora. Comenzar en casa observando a los niños, como se encuentra su emocionalidad, su lenguaje, su corporalidad. Ya que, con sólo observarlos detenidamente, podemos adentrarnos en el corazón de cada uno de ellos. Citando a Julio Olalla:

“La herramienta más preciada es la empatía de los coaches, sus propias heridas le ayudarán para poder ponerse en el lugar de los clientes para poder ayudarlos desde ahí”

Lo anterior nos demuestra un ejemplo para poner en práctica en casa con los niños, que también necesitan de esta virtud en distintas circunstancias.

Esto actualmente es un desafío para los adultos, que estamos inmersos en un mundo tecnológico. Ya que, en ocasiones se requiere mirar constantemente el teléfono para chequear correos o llamadas, etc. Por eso, el llamado para ir tras este nuevo mundo requiere de una entrega silenciosa de todos nosotros. Es decir, desvincularnos de todo aquello que no nos permite disfrutar del aquí y del ahora. Y al hacerlo podremos disfrutar de la observación del niño, que nos susurrará en qué estado emocional, corporal o lingüístico se encuentra. Y cuáles son las necesidades reales que requiere de nosotros, ya que sólo de esta manera podemos escuchar y comprender su alma.

En la medida en que observemos bien a los educados que nos rodean, podremos identificar si acaso se encuentran en la nebulosa (piloto automático) o en el nuevo mundo, de esa forma podremos analizar que necesidades emocionales requieren. Se dice que el aprendizaje emocional, es la base para construir nuevos aprendizajes. Ya que, si un alumno tuvo un problema en casa, necesita encontrar alguna solución en su corazón para adentrarse en el estudio académico.

Ahora inmersos en este tiempo que estamos viviendo, podemos observar profundamente en nosotros cada quehacer doméstico o laboral. Podemos preguntarnos desde dónde estamos actuando, desde la “nebulosa, el piloto automático” o desde el “nuevo mundo”. Verificar así el actuar para descubrir y observar la emocionalidad, la corporalidad, y el lenguaje de nuestros niños. Esto nos permitirá conocerlos, desde ahí potenciar el camino que necesiten. Que sin duda para ellos y también para nosotros, será una gran oportunidad para ir formando estas nuevas alas que los llevarán a los destinos que les dictará su corazón.

Ya Gandhi (filósofo hindú) lo planteaba, “sé el cambio que quieres ser en el mundo”, con esto se refiere a que saquemos de nuestro ser más profundo todo lo hermoso que tenemos para el beneficio de nuestros pequeños. Todos en casa y en el colegio, podemos vivenciar estos tres pilares del coaching y hacerlo vivo en la medida que cada uno pueda adentrarse en el nuevo mundo para percibir el otro “como legítimo otro” (Humberto Maturana), acompañándolo en su corporalidad, emocionalidad y lingüística, que tiene algo que decirnos y mostrarnos cada día.

Sabine Gleisner Vergara
Coach ontológico Axon
Profesora de educación básica con mención en Educación Montessori
Magíster de pedagogía teatral del a Universidad del Desarrollo (Stgo de Chile)

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