En este artículo encontrarás una breve reflexión sobre la importancia de mantener límites personales saludables y un ejercicio de 3 pasos que te ayudará a entender cómo manejas tus límites.
Si has estado involucrada/o en el mundo del acompañamiento y el desarrollo personal por algún tiempo, habrás escuchado más de una vez hablar sobre las creencias limitantes o sobre ir más allá de aquello que te ha estado limitando.
La palabra límites es utilizada, a menudo, con una connotación negativa.
Sin embargo, en esta ocasión quiero hablarte de la importancia de poner límites personales saludables en tus relaciones para llevar una vida armoniosa.
Y en este contexto…
¿Qué son los límites?
Los límites son pautas o reglas que creamos para identificar las formas razonables, seguras y permisibles de comportamiento de otras personas a nuestro alrededor. Además, estas guían nuestras respuestas cuando alguien traspasa esos límites.

Para que puedas experimentar el concepto de una manera más cotidiana, imagina que todos los seres humanos somos una vivienda y tenemos una muralla a nuestro alrededor con un letrero de “prohibido el paso” que marca nuestro espacio personal, ya sea emocional, físico, intelectual o energético.
Este muro envía el mensaje de hasta donde otra persona puede llegar, y además anuncia que si se viola ese límite, habrá consecuencias de algún tipo.
La diferencia entre una casa real y nuestro espacio personal es que la valla que protege el edificio es visible y las señales son comunes a la mayoría de las propiedades.
En cambio, los límites personales pueden ser un poco más difíciles de definir, porque las líneas son invisibles, variables y únicas para cada individuo.
Los linderos personales, al igual que la señal de “prohibido el paso”, definen en dónde terminas tú y en dónde empiezan los demás.
Estos están establecidos por la cantidad de espacio físico y emocional que dejas entre tú y la otra persona. Tener claros tus límites te ayuda a decidir qué tipo de comunicación, comportamiento e interacción son aceptables para ti, en diferentes circunstancias de la vida.
Lamentablemente, la cultura dominante y las religiones nos han enseñado desde pequeñas/os el valor del “sacrificio” y la importancia de no ser “egoístas”. Que en el cotidiano se traduce en la necesidad de estar al servicio del otro, sin reparar en nuestras propias necesidades y, por lo general, en decir sí, aunque queramos decir no.
Lo que, finalmente, traerá consecuencias para nuestra calidad de vida, como pueden ser la depresión, los trastornos de ansiedad, los trastornos alimenticios, las adicciones, el burnout, una vida basada en la culpa y la vergüenza; y la vivencia de relaciones conflictivas y disarmónicas.
¿Te das cuenta de la importancia de tener límites saludables?
Seguro que sí, pero si aún te queda alguna duda, espero que te enganches con los claros beneficios de tenerlos.
Los límites te permiten:
1. Practicar el autocuidado y el autorrespeto.
Establecer límites emocionales saludables implica aprender a valorar tus sentimientos y necesidades, e incluirlos a la hora de tomar decisiones.
Es imposible que aceptes todos los proyectos, tomes todos los turnos o formes parte de todas las iniciativas a las que te inviten, así que tener consideración por ti misma/o hará que dejes de sentirte culpable por aquello que no puedes hacer por el momento, te permitirá priorizar, analizar la situación y dar una respuesta asertiva, respetuosa y abierta a las posibilidades.

2. Ser auténtica/o.
La libertad de ser tu verdadero YO, es otra ventaja de mantener límites saludables. Estos crean una distancia prudente entre tus sentimientos y los de los demás; lo que te permite tomar tus propias decisiones.
Además, te abren la puerta a la posibilidad de comunicar tus necesidades genuinamente, hacer pedidos y también ofrecer tu ayuda de manera efectiva, sin presiones ni intereses creados de por medio.
3. Establecer expectativas realistas.
Sin importar la relación de la que estemos hablando, ya sea esta, personal o profesional, todas funcionan mejor cuando sabemos lo que se espera de nosotras/os.
Cuando comunicas claramente tus límites y entiendes los límites de las otras personas, aquellas cosas que son negociables y las que no, las relaciones fluyen desde un lugar distinto en donde todos los implicados saben lo que se espera de su comportamiento.
Lamentablemente, en muchas ocasiones, ya sea por conservar un trabajo o una relación personal, no los comunicamos y no los respetamos, lo que a largo plazo genera ira, resentimiento y dolorosas rupturas.
4. Crear seguridad.
Tener claridad acerca de aquello que puedes o no negociar en tus relaciones te proporcionará seguridad física, emocional, energética e intelectual, pues podrás mantener fuera de tu espacio personal aquello que consideres perjudicial para tu vida.

Y ¿cómo saber si estoy estableciendo límites saludables?
Para responder a esta pregunta es importante que sepas que los seres humanos tendemos a manejar nuestros límites de tres maneras:
1. Límites saludables.
Estos están claramente establecidos, son flexibles y adaptables en cierta medida. Cuando nos manejamos dentro de límites saludables, somos asertivas/os, sabemos comunicar claramente nuestras necesidades y desarrollamos intereses individuales, más allá de los vínculos con otras personas.
Además, valoramos nuestras propias opiniones, no comprometemos nuestros valores ante la presión, sabemos decir NO cuando es oportuno y aceptamos respetuosamente el NO de otras personas; honramos y respetamos nuestras propias necesidades y las de los demás; observamos los valores, las creencias y las opiniones de los otros, aunque sean diferentes de las propias.
2. Límites rígidos.
Los límites rígidos son cerrados e inflexibles, como un muro que no deja entrar ni salir nada.
Cuando una relación se construye con esta dinámica, generalmente, el grado de compromiso genuino disminuye y las personas nos sentimos menos libres de expresar nuestra opinión y comunicarnos abiertamente.
Cuando nos regimos por esta clase de límites, por lo general, evitamos la intimidad y las relaciones muy cercanas. Difícilmente pedimos ayuda y somos muy celosas/os con nuestra información personal.
Además, podemos parecer distantes, incluso con la familia y en las relaciones de pareja. Es probable que mantengamos a los demás a distancia por un miedo inconsciente al rechazo y la pérdida.
3. Límites ambiguos.
Los límites abiertos, porosos, indefinidos; esos que no son tan claros, pueden dar origen a relaciones difíciles, enredadas y con rasgos de codependencia.
Cuando nos manejamos desde este lugar, existe la predisposición a compartir demasiada información personal y dar excesivas explicaciones sobre nuestros actos.
Tendemos a involucrarnos demasiado en los problemas de las otras personas y dependemos de las opiniones de otros para avanzar.
Y lamentablemente, en muchos casos, aceptamos el abuso y la falta de respeto, frente al miedo inconsciente de ser rechazadas/os si expresamos nuestra posición y no accedemos a la voluntad del otro.

¿Cómo vamos hasta aquí?
¿Te has identificado con alguno de estos patrones?
Seguramente, has descubierto que te identificas con algunas características de más de uno de ellos, y es normal. La mayoría de las personas tenemos diferentes estilos según los espacios relacionales a los que nos enfrentamos.
Por ejemplo: puede ser que encuentres que tienes límites personales muy saludables en la esfera profesional, y, sin embargo, identifiques que en tus relaciones de pareja tus límites más bien son ambiguos, y con tu familia, ni se diga, son un mix de todos.
Por eso, es importante que reflexiones:
¿Con quién me cuesta establecer límites saludables?
Y para contestar a esa pregunta, te propongo un breve ejercicio de 3 pasos para proveerte de claridad:
Primero, escribe con detalle cómo funcionan los límites con esta persona y sustenta porque sientes que no son saludables. ¿Te sientes vulnerada/o físicamente? ¿Hay una descalificación intelectual sistemática? ¿Te sientes manipulada/o emocionalmente? ¿Existe un abuso de tu tiempo, de tu espacio?
O, al contrario, ¿eres tú quien tiene límites muy rígidos?, ¿hay mucha ambigüedad en tu comunicación?
¿Qué es lo que notas?
Segundo, imagina cómo sería tu relación si empezaras a establecer límites más saludables con el otro.
Tercero, responde a las siguientes preguntas:
¿Cómo deberías abordar esta conversación con la otra persona?
¿Cuáles son algunas acciones específicas que podrías poner en marcha para mejorar tus límites?
¿Cómo piensas que la otra persona reaccionaría a estos cambios?
¿Cuál sería la diferencia en tu vida una vez que establezcas límites personales saludables?
Ahora que ya tienes más claridad, seguramente te estés preguntando cómo puedes hacerte de más recursos para tener esa conversación asertiva o aprender a decir NO sin causar un revuelo.
Si este es tu caso, te invito a leer nuestras notas:
- Aprendiendo a decir que NO.
- Asertividad: el arte de expresar tu punto de vista y conservar tus relaciones.
Estoy segura de que te ayudarán en el camino de establecer límites saludables y forjar relaciones más armoniosas.
Mil gracias por leerme.
Comenta y comparte tu experiencia.
Siempre es un placer aprender juntas/os.
Autora:
Cristina Navarrete Landázuri (Cris Del Viento).
Coach ontológico y escritora.
Fundadora de El Refugio del Artista.

Dejar comentario