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La gratitud, un gran tesoro

¿Qué es la gratitud? ¿un sentimiento? ¿un estado de ánimo? ¿una emoción? una sensación?

En nuestra mirada ontológica, Rafael Echeverría nos ilumina: la gratitud es uno de los actos lingüísticos generativos.

“Al declarar nuestra gratitud, no sólo asumimos una postura «frente» a los otros y «frente» a la vida. Al hacerlo, participamos en la generación de nuestras relaciones con ellos y en la de la propia construcción de nuestra vida”, expresa el autor.

Cuando sentimos gratitud, la vida cobra una dimensión especial. Expresar esa gratitud, en tanto, nos abre a nuevas posibilidades junto a los demás. Apostar por la gratitud -no solo a sentirla sino también expresarla – es apostar por una mejor calidad de vida emocional para nosotros y para quienes nos rodean.

La gratitud implica el reconocimiento de lo que otros me dan: tiempo, atención, dedicación, cariño. También es agradecimiento sobre las cosas materiales que nos hacen la vida más amable y nos permiten mantenernos sanos, protegidos, con nuestras necesidades básicas satisfechas.

Agradecer es un acto de humildad. Es decir entre líneas “sólo no puedo, te necesito y agradezco que estés allí”. Agradecer es mirar con ojos sorprendidos lo que nos rodea, maravillarnos ante la vida que despierta en nuestro entorno, entender que un pequeño milagro ocurre cada vez que nos levantamos.

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Por eso, decimos que agradecer es también un acto de asombro.

Cuando agradecemos, nos mostramos permeables a la maravilla de lo que nos rodea. Esa “capacidad de sorpresa”, esa posibilidad que nos damos de maravillarnos, mueve nuestro agradecimiento.

Cómo no agradecer cuando nos maravillamos ante el afecto que aparece en nuestros vínculos o ante la abundancia de la naturaleza. El agradecimiento surge, entonces, de mantenernos en apertura, como los niños, con mirada dispuesta al descubrimiento y al asombro.

Gracias, pieza clave en la inteligencia emocional

Estudios del cerebro humano han mostrado que el estado de felicidad es generado ampliamente por la gratitud. Nuestras actitudes agradecidas nos hacen ser menos reactivos y generan en nuestro cerebro una condición de serenidad y estímulo de bienestar.

Diversas experiencias en el campo de la psicología positiva vincularon la gratitud con procesos de recuperación física y con mayor capacidad de resiliencia, incluso con reservas de ánimo para brindar apoyo emocional a otras personas.

Gratitud y resiliencia forman un “set” emocional rico en posibilidades. Si somos capaces de crecer en ambas, experimentaremos que podemos tomar decisiones desde la flexibilidad, podremos poner en perspectiva lo que nos pasa y asumir con serenidad los procesos emocionalmente complejos que la vida nos vaya presentando.

La gratitud, en definitiva, nos vincula a los demás desde un lugar positivo, refuerza nuestras relaciones y nos dispone a construir también nuevos lazos, desde el lugar del mutuo reconocimiento, de la valoración y de la validación de lo que entrego y lo que recibo.

Vivir en gratitud

En la velocidad de nuestros días, pocas veces cultivamos el “agradecimiento consciente”. Damos por sentado que está bien que las cosas sean así, que las personas nos quieran, que tengamos disponibles determinadas comodidades. Aunque parezca innata, la gratitud como estado emocional y como declaración puede entrenarse. Podemos calibrar cada vez mejor nuestra inteligencia emocional para ser agradecidos, para expresar ese agradecimiento y para valorarlo cuando son otros los que nos lo dan.

¿Qué te parece la propuesta de tomar un minuto cada día para declarar tu gratitud?

Si este fuera ese minuto dorado:

  • ¿Qué cosas te harían expresar gratitud?
  • ¿A quiénes les regalarías esta declaración?
  • ¿Qué sientes en tu cuerpo al decir “gracias”?

Detengamos el paso para agradecer. Digamos “Gracias a la vida”, porque tal como expresa Echeverría, eso ya es “un acto fundamental de regeneración de sentido, de reconciliación con nuestra existencia, pasado, presente y futuro”.

Por Alejandra Schiavoni
Lic. en Comunicación-Coach Ontológica
Mentora de mujeres emprendedoras

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