Esta frase la he escuchado desde pequeño en infinidad de circunstancias. Cuando uno es niño no falta un padre diciendo: “Tienes que estudiar, no pierdas tiempo que ¡la vida se va!”. Uno va creciendo y hay que elegir una carrera, un oficio o profesión y, de nuevo, es la familia la que de alguna manera propone o impone la impronta de tienes que estudiar tal o cual cosa pues, ¡la vida se va!
Uno se hace joven , luego adulto y, sin quererlo, va eligiendo situaciones de vida impuestas por aquella manipulación. Lo correcto es lo que los demás dicen y no lo que realmente nos gusta. Esto nos hace sentir bien con nosotros mismos y es ahí donde esa famosa frase “la vida se va” cobra más relevancia, pues vivimos en la vida que no elegimos, que no quisimos.
Es ahí donde me pregunto: ¿Es que acaso la vida siempre se va?
Creo que esa no es la cuestión. Me parece que lo importante es observar y sentir cómo se va nuestra vida. Si se va con plenitud, amor, alegría, apertura. Pues bienvenida que se vaya la vida si uno la disfruta con todo su corazón. Todos sabemos y tenemos pleno conocimiento de nuestra temporalidad humana, esa es quizás la única certeza que tenemos clara.
Por eso es necesario que podamos reconstruir el discurso y que esta frase “la vida se va” no sea un remedo retorico de conformismo, sino que pueda ser la llave para desafiarnos a vivir con todo. Viviendo el instante como si fuera el último momento, haciendo y siendo aquello que nos haga felices, con la responsabilidad de saber que somos los que construimos nuestro camino. Abrazando nuestro errores y observando nuestras incertidumbres, para permitirnos navegar por ellas sin las certezas de saber qué va a pasar, pero con la plenitud del disfrute. Por una vida llena de experiencias en que podamos transitar nuestra emocionalidad, sin ninguna vergüenza, siendo el ser humano que realmente deseamos ser .

Cuando hace un par de años decidí estudiar coaching, comencé a entender muchas cosas. Fue como haberme quitado una venda de los ojos para darme la oportunidad de mirarme, aceptarme y quererme. Comprendiendo que la verdadera vulnerabilidad es asumir nuestras falencias y virtudes humanas, que eso no nos hace mejores ni peores. Tampoco nos hace falibles o infalibles, por el contrario, nos hace conocernos de una manera distinta , sin tanto prejuicio, sin tanta distorsión de preconceptos basados en creencias sostienen que la vida, para ser plena, debe ser de una manera predeterminada. Cuando esta es lo menos predeterminado que hay, por eso cuando ahora escucho esta frase “la vida se va” la cambio de inmediato diciéndome:
“Qué bella es mi vida que se va, y y qué bueno que se vaya”
Hoy deseo invitarte a que puedas observar y mirar tu vida. A que le puedas dar el valor que realmente quieres pero, por sobre todo, te quiero invitar a a marcharte con total conocimiento de que pudiste elegir la vida que tu quisiste para ti. Hazlo, nunca es tarde para descubrirlo .
Autor:
Richard Salas C
Coach Ontológico

Que lindo es ver que la vida pasa, se nos va minuto a minuto.pero a la vez que dificil es interpretar la realidad que nos llena de juicios que abren,que cierran, que de manera injusta infundamos sobre lo vivido. Hermosa refleccion ,aprender a dejar ir de la mejor manera nuestra vida nos cura el alma, vivirla con todas la emociones sin dejar nada en el camino ,creo yo que asi debo vivirla , dejar en cada paso una luz de esperanza y camino por recorrer. Hacer de cada piedra en el camino un muro alto y fuerte , yo vivo la vida no como deberia ser sino como es. De cada caida hacer una nueva oportunidad de levantarme mas fuerte .
Totalmente de acuerdo , el tiempo pasa, es inevitable , lo que yo hago con eso es lo que puedo manejar, lo aprovecho, lo disfruto , vivo cada día recreandome, reinventando, para irme con la satisfacción de que esta vida la aproveche al máximo
¡Esa es la actitud María!