¿Qué es el Coaching Corporal?
En etapas tempranas de nuestra niñez, el cuerpo es inseparable de la existencia. Si observamos a un niño que aún no tiene lenguaje verbal, podremos interpretar, me animo a decir claramente, si el niño quiere quedarse en el lugar en donde está. Si quiere moverse hacia adelante, si quiere saltar alegremente, o si quiere abrazarte en demostración de afecto. La intención coherente con la energía de nuestro cuerpo está disponible en nuestros primeros años de vida.
Si este niño quiere quedarse en el lugar en donde está, probablemente se deje caer hacia el piso y nos cueste muchísimo esfuerzo levantarlo. Si lo tenemos en brazos y quiere que avancemos hacia adelante es probable que se impulse con su propio cuerpo en dirección hacia donde quiere que nos movamos. Si tiene ganas de saltar jugueteando sin dirección fija, es muy probable que esto ocurra independientemente si se encuentra en la plaza, en el parque o en el medio de una ceremonia formal. Si algo o alguien le despierta ternura es muy probable que abra sus brazos y se acerque, independientemente si el objeto en cuestión es su hermano o un puerco espín pinchoso y áspero.

En base a estas observaciones, podríamos decir que, en etapas tempranas de la niñez, tenemos un cuerpo disponible, coherente con nuestros deseos, alineado con nuestra emocionalidad. Cuando niños lo que pensamos, sentimos y actuamos funciona con una maravillosa coherencia cuerpo-lenguaje-emoción, que “pareciera” que vamos olvidando a medida que crecemos.
¿Cuántas veces has experimentado en tu vida, el deseo de hacer un cambio de pequeñas rutinas?
Por ejemplo, quieres incluir una caminata de media hora, tres veces a la semana, para mejorar tanto tu salud, como tu estado de ánimo. Lo diseñas, lo decides, lo piensas, lo preparas y evalúas los beneficios durante días. Decides que será el próximo martes a las 15 hs.
Llega el momento, te calzas tu ropa cómoda, eliges la lista de la música para la ocasión, caminas hasta la puerta, colocas tu mano en el picaporte, y de golpe sientes una energía que te succiona hacia el suelo, como si tus pies estuviesen de golpe sumergidos en una cubeta de cemento. Tus pensamientos son un torbellino, pero tu cuerpo está como adherido al suelo. ¡Y ahí te quedas, inmóvil, sin comprender que pasa!
Otra situación posible…
Te has dado cuenta de que, en las reuniones con tu equipo de trabajo, cada vez que alguno de tus compañeros plantea una propuesta, antes que termine de hablar, le acotas observaciones. Estas percibiendo que esto causa incomodidad en ellos, y luego te enteras de que están haciendo reuniones en las cuales no te participan. Reflexionando, decides cambiar esta actitud.
A partir de la próxima semana, cuando ellos hablen, vas a escuchar sin interrumpir, imaginas toda una situación fantástica, te sientes feliz por “darte cuenta”, y por tu capacidad de reflexión y gestión de cambio. Llega el día de la nueva reunión, mantienes el “control mental” unos minutos, y apenas te relajas, ¡¡te observas otra vez interrumpiendo!! ¡¡Haciendo exactamente lo contrario a lo que te habías propuesto!!

Seguramente vengan a tu mente numerosos recuerdos que te identifican con esto que te cuento. Y posiblemente, mientras lees, ya estés registrando esa emoción que has sentido…frustración…impotencia…decepción…culpa. Sufrimiento… sensación de que “algo anda mal contigo”, y la solución está fuera de tu acceso. Estas viviendo en un cuerpo que te habla en un idioma que desconoces.
¿Qué pasa a lo largo de la vida con esa coherencia con la que nacemos? ¿De qué manera olvidamos aquello que nos fue tan útil en nuestra primera infancia?
Desde el Coaching Corporal interpretamos que, a lo largo de la vida, y especialmente desde las experiencias vividas en nuestras relaciones primarias, se instalan patrones que interfieren con estos “programas originales”. En respuesta a qué, te preguntarás.
Desde la mirada de la Ontología del Cuerpo, esto ocurre como respuesta a “adaptarnos”. Para ser queridos, aceptados, mirados, reconocidos, a encajar en los “moldes” familiares, culturales, sociales, religiosos, etc. Muchas veces para protegernos de entornos hostiles o violentos. Aprendemos a dejar de escuchar al cuerpo, para escuchar y responder al contexto.
La buena noticia es que, desde el Coaching Corporal, podemos acompañarte a que tu cuerpo recuerde.

En el Coaching Corporal, la metodología del Coaching Conversacional se amplia e incorpora al cuerpo como protagonista en la conversación. Damos voz al cuerpo, conversamos con él, y aprendemos a escucharlo.
El Coaching Corporal, aplica dinámicas experienciales, concibe al cuerpo como espacio de existencia, enfoca el aprendizaje en este decodificar e interpretar el idioma de las energías corporales.
Un Coach Corporal invita al cuerpo del cliente a la conversación, cuenta con recursos variados de acompañamiento, utiliza la magia de la música, propone la escucha corporal, crea contextos de movimiento y quietud para que el cliente recupere las voces de su cuerpo, registre sus energías, aprenda a reconocerlas, que reaprenda su idioma, y por, sobre todo, que vuelva a escucharlo, desde la aceptación y la legitimidad, y logre conectar con la sabiduría ancestral que contiene.
En resumen, lo que un cliente de Coaching Corporal aprende es a tomar conciencia de su corporalidad como espacio de existencia, conectar poderosamente con su mundo emocional, y lograr existir en plenitud con todas las posibilidades que esto abre al SER en coherencia. Aprender a transitar la vida como un Ser Integro: lo que piensa lo que siente, lo que dice y lo que hace, vibrando en una maravillosa sinfonía de vida, con “poder” de diseñar lo que quiere que pase.
Autora:
Adriana Villarreal
Coach Ontológico ACC

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