¿Aunque has escuchado hablar del pensamiento positivo te cuesta llevarlo a la práctica en tu día a día?
No te preocupes, en este artículo encontrarás cuatro (4) sencillas pero efectivas estrategias para fomentar el pensamiento positivo y ponerlo a trabajar a tu favor.
Seguramente, si estás vinculado al mundo del coaching y el desarrollo personal, habrás oído hablar de este termino.
De seguro escuchaste que esta actitud puede mejorar en gran medida tu calidad de vida e incluso agregarle años de vitalidad y salud a tu experiencia en este planeta.
Efectivamente, esta manera de pensar, edificante y constructiva te ayuda a liberar estrés, llevar una vida más sana y tomar mejores decisiones.
Sin embargo, cuando las circunstancias del entorno e incluso nuestras propias situaciones personales o de salud nos resultan caóticas y complejas de sobrellevar, eso del pensamiento positivo no es tan fácil como muchos aseguran.
Sí, efectivamente, existen los optimistas profesionales que son capaces de vivir eternamente agradecidos y sonrientes, pase lo que pase, pero no siempre es sencillo para nosotros los simples mortales alcanzar ese estado de iluminación, de la nada.
Es por eso por lo que hoy quiero compartir contigo 4 estrategias para cultivar el pensamiento positivo, la mirada optimista y la actitud constructiva día a día, para que cuando tengas uno de esos días pesados y abrumadores logres salir a flote.
¿Te gustaría?
¡Genial! Vamos a ello.
PRIMERA. Sé consciente de tus pensamientos.

Por lo general vamos por la vida pensando en automático, hacemos las cosas en automático y respondemos a los estímulos que recibimos sin ni siquiera pensarlo.
La cuestión es que, desde nuestra niñez nos han dicho cómo pensar, qué hacer y cómo comportarnos y nosotros hemos interiorizado una serie de ideas como si fueran nuestras.
Sin embargo, si quieres lograr elevar tu energía y mejorar tu calidad de vida, es importante que seas consciente de esos pensamientos y reacciones automáticas, para que puedas evaluarlos y darte cuenta de los resultados que han traído a tu vida, sean estos deseados o no.
De esta manera, los verás claramente y podrás reemplazar, los que consideres necesarios, más fácilmente cuando lleguen a tu mente.
¿Cómo puedes hacerlo?
Primero, acepta aquellos pensamientos que hasta ahora has cultivado y que no han sido de utilidad o que incluso han resultado nocivos y limitantes.
Luego, comprométete a estar presente en todo momento del día y cuando sientas un bajón de energía conecta con lo que estás pensando.
Atrapa el pensamiento y dale una respuesta consciente y positiva que lo neutralice.
No tiene que ser nada muy elaborado, si estás pensando. “Todo siempre me sale mal”, atrapa esa idea y dile por ejemplo:
¿Siempre, siempre?
¿Recuerdas esa vez cuando…? (Y cita alguna pequeña victoria que hayas tenido en tu vida) Respira y continúa con tu día sin enfrascarte en profundas reflexiones, solo permanece atento.
SEGUNDA. Planea pensar en positivo.

En vista de que muchos de nuestros pensamientos y emociones se disparan espontáneamente es importante que conozcas el funcionamiento de tu mente automática para que te predispongas a pensar positivamente.
Para empezar debes comprender que tu mente inconsciente simplemente actúa a tu favor y procura mantenerte con vida.
Ella no es buena ni mala, simplemente reacciona a los estímulos del entorno como aprendió a hacerlo, para defenderte de los peligros y mantenerte a salvo.
Además, es la encargada de llevar a cabo todas tus funciones vitales involuntarias, por lo tanto, trabaja incansablemente y sin pausa. Así que la alternativa de callarla o pararla es una imposibilidad, morirías si ella dejara de trabajar.
Por lo tanto, la mejor alternativa es asociarte con ella.
Y, ¿cómo asociarte con ella?
Bueno, no es sencillo, pero sí es posible, cuando le agregas intención y paciencia.
Entonces, lo único que debes hacer para poner esta estrategia en práctica es detectar el primer pensamiento que venga a ti en la mañana, apenas abres los ojos.
¿Es positivo y motivador?
Si lo es, consérvalo, repite la idea en tu cabeza un par de veces y levántate para seguir con tu ritual matutino.
¿Es un pensamiento debilitante y nocivo?
Está bien, no te desesperes ni te castigues, simplemente obsérvalo y al igual que en la estrategia anterior transfórmalo en uno más estimulante, luego repítelo en tu mente varias veces respirando profunda y calmadamente.
Levántate con la intención consciente de tener pensamientos alentadores a lo largo de toda la jornada.
TERCERA. Disminuye los pensamientos catastróficos.

Generalmente cuando nos encontramos atravesando situaciones difíciles o tenemos muchos desafíos que enfrentar, las cosas se ven mucho peor de lo que realmente son.
Sí, no niego que las cosas a veces van mal y pueden sin duda sacarnos de nuestro centro, mucho más cuando sufrimos de ansiedad, depresión o estamos muy estresados.
Sin embargo, es en esos momentos en donde más requerimos volver a la calma y mirar las cosas de la manera más objetiva que nos sea posible.
Es por esa razón que te invito a que en lugar de pensar en el peor escenario (que en circunstancias muy agobiantes es nuestro primer impulso), te des la oportunidad de plantearte otras posibilidades.
A qué me refiero…
Primero, distánciate de la situación y mírala como si fuera parte de una película o serie.
Mira al protagonista acorralado, angustiado, sin salida, imaginando el peor de los desenlaces.
¿Qué le dirías?
¿Hay algo que podría salir mejor?
¿Qué opciones encuentras en medio del conflicto?
¿Cuál sería el mejor escenario posible?
¿Cómo podría afrontarlo de una manera más calma y saludable?
Nota importante. Si quieres fortalecer aún más esta capacidad de mirar las cosas desde otra perspectiva, te aconsejo que apliques la técnica de la dieta mental: deja de ver noticias, evita conversaciones en donde se refuerzan las desgracias, la violencia y el conflicto. Alimenta tu mente de nuevas ideas, más constructivas y edificantes.
CUARTA. Escribe tus pensamientos.

Aunque pueda sonar repetitivo, estoy convencida del poder de la escritura (y te aseguro que no soy la única).
Escribir sobre tus pensamientos al final del día y llevar un diario de descarga mental y emocional reduce en gran medida la ansiedad que puede causarte el pensar reiteradamente en situaciones desafiantes e incluso te ayudará a mejorar tu calidad de sueño.
Date a la tarea de escribir tus preocupaciones con la intención de dejarlas descansar en el papel, sacarlas a la mesa para que puedas refutarlas (cuando lo creas conveniente) y a lo mejor encontrar soluciones que hasta hoy no habías podido ver.
No tienes que hacer ningún esfuerzo, solo déjate llevar, suelta la carga y dedícate un momento para liberar.
Luego, una vez que hayas descansado, con la mente más clara, (o sea al siguiente día), date un momento para revisar tus pensamientos, descubrir patrones y crear un lenguaje más benévolo contigo mismo y con la realidad que vives.
Haz este ejercicio todos los días o solo cuando sientas que lo necesitas, la idea es disfrutarlo.
Y una estrategia extra que complementa a todas:
Practica lo aprendido.
Poner en acción lo aprendido es la clave.
Si bien es fundamental vivir en modo aprendiz y permanecer con la mente abierta y actualizada, resulta indispensable dedicarle un tiempo a la implementación de esos aprendizajes.
De esa manera, no solo los pasamos por el cuerpo antes de compartirlos con alguien más, sino que sabemos a ciencia cierta cuáles funcionan para nosotros y logramos avances que nos motivan a seguir y fomentan aún más ese pensamiento positivo que tanto necesitamos.
Como cada vez que pasas por aquí, te agradezco por leerme.
Comparte tu experiencia en los comentarios.
Es un privilegio saber de ti.

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