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9 tips para abordar conversaciones difíciles

En este artículo encontrarás una breve reflexión sobre las relaciones y conversaciones complicadas y 9 recomendaciones para enfrentarte a ellas con sabiduría.

¿Alguna vez has interactuado con alguien que te causa tanta frustración que te dan ganas de jalarte de los cabellos, saltar por la ventana o simplemente salir corriendo?

Si tu respuesta es sí, no eres el único ser humano al que le pasa o le ha pasado.

A lo largo de nuestras vidas tenemos que lidiar con toda clase de personas y, lamentablemente, muchas de ellas nos resultan difíciles de comprender y nos causan algún tipo de tensión.

Seguramente, a lo largo de tu carrera profesional has tenido que lidiar con personas o relaciones“difíciles” (por decirlo de alguna manera). A veces ha sido un supervisor intransigente, otras veces algunas/os compañeras/os de equipo que son incapaces de entregar su parte del trabajo a tiempo, o esa persona de finanzas que no entiende el por qué ese rubro es prioridad para tu departamento.

Luego está la familia. No podrás negarlo, aunque los amamos con todo el corazón, la interacción con algunos miembros de nuestra familia puede ser extremadamente desgastante. He escuchado más de una historia de como las actitudes de los más cercanos pueden llevar a las personas al límite.

Y para tener el cuadro completo, no podemos dejar de lado a ese gentío con el que debemos tratar en los servicios públicos o en cualquier otra empresa para realizar nuestras acciones cotidianas.

Ya sea la persona de la compañía de teléfonos móviles que te da la misma respuesta de guion a un problema, no sé cuántas veces, sin ayudarte a resolverlo y en lugar de hablar con un ser humano parecería que estás hablando con un bot.

O esa mujer en el cajero automático que te reprocha porque te demoras y al contrario de ayudar te impide hacer tu gestión con mayor celeridad.

Estoy segura de que, al igual que yo, has pasado por circunstancias similares. Intentas dialogar y simplemente no es posible, la situación resulta frustrante, enloquecedora e incluso aterradora, en algunas ocasiones.

Piensas:“es imposible razonar con esta persona”, evitas su presencia, la evades, la ignoras, las interacciones se vuelven cada vez más tensas, más aún si es una relación que mantienes de manera cotidiana.

La verdad es que la evasión es un recurso al que todas las personas acudimos en algún momento, lamentablemente, puede ser un gran error y provocar resultados dolorosos e incluso irreversibles en nuestras relaciones.

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hombre reflexionando acerca de sus emociones y relaciones

Pero ¿Por qué nos resulta tan difícil tratar con algunas personas ?

No hay una respuesta fácil a esta pregunta. Las razones son tan variadas como personas hay en el mundo, la realidad es que resulta sorprendente que en medio de tanta diversidad hayamos logrado llevarnos tan bien como lo hacemos en algunos espacios.

Las relaciones complejas existen en el trabajo, en la familia, en el círculo social y en todo espacio en donde haya interacción entre seres humanos.

Y en muchas ocasiones, el grado de dificultad para tratar con otros depende de nuestra autoestima, autoconfianza y capacidad para ser asertivas/os y poner límites.

Además, el afrontar la interacción con personas que consideras difíciles puede resultar más sencillo o más desafiante dependiendo de la situación y del individuo al que debas enfrentar.

Por ejemplo: tratar con alguien que simplemente te resulta odioso o cuyo comportamiento incomoda a más de uno, suele ser mucho más sencillo que enfrentar una situación en la cual recibes ataques directos, críticas veladas y otras acciones que puedan socavar tu valía personal.

Las personas o relaciones que podríamos considerar como difíciles de tratar se presentan en todas las variedades, colores y sabores; y todo depende de aquello que tú consideres molesto o irritante.

Algunas hablan constantemente y nunca escuchan. Otras deben tener siempre la última palabra. Algunas no cumplen sus compromisos y promesas. Otras critican todo lo que haces. Y nunca faltan aquellas que compiten contigo por cualquier logro o privilegio imaginario o real que puedas haber obtenido a lo largo de tu vida; bueno, las posibilidades son muchas.

Por eso, en lugar de analizar por qué algunas personas pueden ser tan difíciles, te invito a centrarnos en lo que, de alguna manera, podemos controlar y gestionar: nuestras acciones, reacciones y emociones.

Vamos a ello…

¿Qué tácticas podemos utilizar para manejar saludablemente ?

Para responder a esta pregunta, a continuación exploraremos, entre otros recursos, algunas de las técnicas usadas por equipos de intervención en crisis en situaciones muy complejas; y que también puedes utilizar en situaciones de la vida cotidiana.

Ten en cuenta que, no todas las estrategias funcionan para cualquier situación, debes analizar lo que sucede y elegir la acción más efectiva. Sin duda alguna, cuanto más cercana sea tu relación con la persona, más conocimiento tendrás de lo que mejor funcionará para calmar las cosas.

También debes recordar que, cuando una persona se comporta de manera poco razonable, lo más probable es que provoque en ti reacciones instintivas, como por ejemplo: si sientes miedo, a lo mejor te pongas a la defensiva, te paralices o des media vuelta y salgas corriendo.

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En situaciones como estas respira profundo antes de responder y pon a trabajar tu mente consciente, activa la presencia y evoca alguno de los 9 recursos sugeridos a continuación, procurando que esté acorde a la situación problemática que estés atravesando.

1. Empieza por examinarte a ti misma/o.

Esta acción suele ser efectiva en la mayoría de los casos.

¿Estás segura/o de que el problema está en la actitud de la otra persona?

¿Siempre tienes dificultades con el mismo tipo de personas o acciones? ¿Qué límites sientes que se vulneran?

¿Observas que existe un patrón en tu interacción con tus compañeras/os de trabajo? ¿Con tu familia? ¿Amigos? ¿Extraños?

¿Reconoces esos botones sensibles que tienes y qué los activa?

Empieza siempre con un autoexamen para determinar si el objeto de tu molestia son realmente las acciones de la otra persona.

2. Escucha.

Todo el mundo quiere sentirse escuchado.

Cuando detectes que una persona está manifestando un comportamiento que consideras irracional, toma en consideración que no podrás hacer nada al respecto hasta que la otra persona se sienta reconocida.

Entonces, limítate a escuchar atentamente y céntrate en comprender lo que tu interlocutor/a está tratando de expresar.

¿Qué es lo que podría estar detrás de su actitud? ¿Y de sus palabras?

¿Hay alguna intención oculta? ¿Qué es lo que intenta ganar con su actitud y/o sus palabras? ¿Qué es lo que está tratando de evitar u ocultar?

Y sí quieres sumergirte más a fondo en el arte de escuchar, no dejes de pasarte por el artículo: Profundizando en la maestría de escuchar activamente.

3. Mantén la calma.

¿Alguna vez has recibido un correo electrónico o un mensaje de texto que de inmediato ha cambiado tu estado de ánimo?

¿Has sentido ganas de tomar tu teléfono y responder con el mensaje de audio más insultante y definitivo que fuera posible?

¿Has querido ponerle a esa persona “los puntos sobre las íes” sin pensar en las consecuencias?

Si lo has pensado, y más aún si alguna vez lo has hecho, sabrás que al contrario de resolver las cosas, este tipo de reacciones lo único que logran es empeorarlas y escalarlas, en muchos casos, a situaciones tristemente irreversibles.

Por ese motivo, si llegas a verte en estas circunstancias…

Respira lenta y profundamente.

Lo sé, es fácil de decir, pero al calor de las circunstancias no solo nos olvidamos de respirar, sino también de todas nuestras buenas intenciones.

Sin embargo, tomarte un momento para reflexionar antes de actuar hará que veas las cosas con mayor claridad y que estudies las repercusiones de cada una de las posibles respuestas a la situación.

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Mujer realizando meditación

4. No juzgues.

No sabes por lo que está pasando la otra persona.

Lo más probable es que si alguien se comporta de forma irracional, esté atravesando alguna situación que le hace sentir vulnerable y temerosa.

Indudablemente, no podemos hacernos cargo de los problemas del mundo y en consideración a los desafíos del otro, permitir que se vulneren los límites del respeto mutuo. Sin embargo, cuando tratas con alguien que a primera vista es conflictivo y difícil de abordar, es vital que tengas en cuenta que puede ser que esté pasando por alguna circunstancia vital dura y agobiante.

Muchas veces, cuando abordas con compasión a una persona que se muestra conflictiva y resistente, descubrirás que responde de manera positiva.

Así que, la próxima vez que te encuentres con esa persona que te desquicia, recuerda esta nota, respira, demuestra tu empatía y actúa con amabilidad.

5. Demuestra respeto .

Sin importar la actitud de la otra persona, mostrarte desafiante o descortés no es la mejor opción para resolver productivamente la situación.

Estoy segura de que al igual que yo, no conoces a ninguna persona a la que le guste que la traten como si fuera tonta o incompetente, por esa razón, una actitud despectiva o arrogante puede empeorar las cosas y cerrar todas las puertas a la posibilidad de recibir ayuda o una respuesta alentadora.

En una situación subida de tono, evita levantar la voz, gesticular exageradamente o señalar con el dedo. Habla de manera firme, pero sin gritar; utiliza una voz baja y calmada. No intentes hablar por encima de la persona. Espera a que la persona tome aire y entonces habla.

Ya verás que sus neuronas espejo pronto conectarán con las tuyas y empezarán a enfriarse los ánimos para poder conciliar.

6. Establece límites .

Aunque algunas de las recomendaciones anteriores te han animado a escuchar y permitir que la otra persona se desahogue, debes tener claro que tú también tienes derecho a establecer límites y a que se escuche tu voz.

Si bien, es importante que procures no ponerte a la defensiva y que escuches para escuchar (valga la redundancia) y no para preparar tu respuesta más corrosiva, también es vital que tengas claro cuales son los límites que no se deben atravesar y los valores que no se pueden menoscabar.

No dudes en responder con firmeza y expresar tus opiniones con respeto y asertividad.

La asertividad es un tema profundo de tratar e indispensable para las relaciones saludables; si no has oído hablar de ella o quieres profundizar, termina de leer y corre a consultar el artículo: Asertividad: el arte de expresar tu punto de vista y conservar tus relaciones.

7. Descarga tu propio estrés.

No sé si te ha pasado, que luego de resolver esa conversación difícil te quedas sin energía, tan cansada/o como si hubieras corrido una maratón.

Esto se debe a que, cuando tenemos que afrontar situaciones complejas en el campo de las relaciones, dejamos de lado nuestras reacciones naturales lo cual requiere de mucho esfuerzo y enfoque, elevando nuestros niveles de estrés.

Por eso, es aconsejable que te tomes un momento para hablar con una persona de confianza y contarle lo ocurrido y tus sentimientos al respecto; sin convertirlo en una queja, más bien como un relato de lo que has tenido que afrontar.

También es oportuno que te des un espacio para descargar la adrenalina acumulada. Sal a correr. Saca a pasear a tu perro. Camina vigorosamente.

Haz lo que consideres necesario, pero no dejes que las emociones se queden atrapadas en tu cuerpo.

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mujer estresada

8. Date crédito por haber superado una situación incómoda en tus relaciones.

Simplemente, reconoce que has actuado con sabiduría, que hiciste lo mejor que pudiste y que ocupaste toda tu energía en afrontar la situación de la mejor manera.

Aunque parece ser una acción sin importancia, es vital que te des una “palmadita en la espalda” por un trabajo bien hecho, recuerda, como dije al principio, siendo tan diversos es casi, casi un milagro que podamos mantener relaciones saludables y armoniosas.

Y tú, poniendo conciencia en tu forma de relacionarte, ya has puesto tu granito de arena.

9. Mantén un espacio extra entre tú y la otra persona.

Cuando tengas que tratar con una persona que se encuentre muy alterada o fuera de control, evita tocarla y toma distancia de esas relaciones.

Nuestro primer instinto en situaciones como estas puede ser colocar la mano sobre su hombro o sostener sus brazos. ¡No lo hagas! Puede ser malinterpretado y la persona puede reaccionar de manera violenta y empeorar las cosas.

Elige hablar sin perder la calma o pide ayuda.

En conclusión…

Muchas veces nos enfrentamos a interacciones que interpretamos como difíciles, pero cada caso es un mundo y lo mejor es tener algunos recursos a la mano para sortear los desafíos.

Para darles un buen uso, recuerda, una respuesta no se ajusta a todo. Hay que ser flexible. Aunque estas directrices han demostrado ser eficaces para reducir las situaciones difíciles, cada persona es única y puede responder de forma diferente.

¿Ya elegiste tu táctica favorita?

Comenta. Me encantará leerte.

Autora:
Cristina Navarrete Landázuri (Cris Del Viento)
Coach ontológico y escritora.
Fundadora de El Refugio del Artista.
Redactora en Axon Training.

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