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¡Dile basta al pensamiento catastrófico!

En este artículo encontrarás una primera aproximación al concepto de pensamiento catastrófico y 5 estrategias para gestionarlo. 

Cuando llega un desafío a tu vida, ¿piensas en el peor desenlace posible? ¿Tu mente convierte un suceso desafortunado en una historia de terror?

A mí me ha pasado más de una vez.

Hay momentos que marcan nuestras vidas de manera tan profunda que suelen quedarse para prevenirnos de posibles desastres futuros. 

Esto sería saludable, si tan solo nos volviéramos precavidos y más sabios en nuestras acciones y decisiones. La cuestión es que, a menudo, nuestra mente nos lleva más allá de la previsión y nos arrastra a estados mucho menos deseables, como el pánico y la parálisis. 

Cuando se presenta un problema, en lugar de verlo por lo que es, construimos toda una historia a su alrededor. Creemos que la situación presente o que el futuro de dicha circunstancia será una catástrofe, algo horrible que desencadenará un holocausto en nuestras vidas y que a la larga será inmanejable.  

Pero, ¿para qué hacemos esto, si resulta tan nocivo?

En un inicio, es una estrategia de afrontamiento o un mecanismo de defensa que adopta nuestra mente para protegernos de la incertidumbre y la decepción. 

Su intención es evitarnos el miedo, la tristeza, el dolor o la preocupación. Sin embargo, puede terminar haciendo lo opuesto e incluso empujarnos hacia la ansiedad, la depresión y otras condiciones nada alentadoras. 

Es importante que sepas, que todas las personas tenemos pensamientos negativos en diferentes momentos de nuestras vidas. El peligro yace en que esos pensamientos se vuelvan recurrentes y salidos de toda proporción. 

Un error, una decepción o una palabra dicha fuera de contexto, un desafío relativamente moderado puede convertirse, en nuestra mente, en una causa de temor o desesperación; a esto, en el campo de la psicología, se le conoce como: pensamiento catastrófico.

Y, ¿qué es el pensamiento catastrófico?

Este es considerado como una distorsión cognitiva que nos lleva a sacar la peor conclusión posible, frecuentemente con muy poca información o razones objetivas para entrar en desesperación.  

Cuando una situación es perturbadora, pero no necesariamente grave, la persona que experimenta algún pensamiento catastrófico no puede concentrarse en el hecho objetivo, pues su imaginación crea los peores escenarios posibles y su mente está fuera de control.

Como podrás imaginarte, este patrón de pensamiento es extremadamente destructivo y nada bueno puede salir de semejante vorágine mental. 

La persona que percibe lo que sucede en el entorno desde este lugar, tiene la tendencia a pensar demasiado, estar constantemente estresada, con la mente muy acelerada y llena de pensamientos recurrentes y nada halagadores.

Frecuentemente, sufre de bloqueos mentales, miedo, ira, es pesimista en sus apreciaciones de las cosas y su diálogo interno es poco alentador.

A estas alturas, seguramente te estarás preguntando… 

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Hombre teniendo un diálogo interno negativo

¿Cómo puedo lidiar con el pensamiento catastrófico?

Aunque hay múltiples procedimientos y estrategias para transformar esta manera de percibir la vida, a continuación he elegido 5 de ellos, que pienso te serán de utilidad para empezar:

1. Cambia tus motivos

Vivimos en una sociedad en la que por muchos años nos han motivado a hacer las cosas sobre la base del temor. 

“Si te portas mal, ya no te voy a querer”, le dice la madre al niño, sin reflexionar en las consecuencias futuras, en lugar de buscar una estrategia que seduzca a la criatura a “portarse bien” por el disfrute de hacerlo.

A lo mejor puedes pensar que en algunas ocasiones el miedo como motivación resulta más efectivo que la recompensa. Habrás visto más de una vez anuncios de productos para la salud que en lugar de hablarte de lo bien que te sentirás si lo consumes, te presentan el cuadro más terrorífico sobre las consecuencias de no tomarlo (y de seguro tendrán muchas ventas). 

Sí, el miedo puede ser efectivo, hasta cierto punto; porque cuando sobrepasa el límite de cada persona, tan solo es motivo de desgaste, angustia, parálisis y enfermedad. 

En los primeros años de estudios de la carrera de psicología, mientras nos adentrábamos en los misterios de la conducta, nos asignaron un ratoncito de laboratorio, que cumpliría las veces de nuestro sujeto de pruebas.

La consigna era que este pequeño amigo aprendiera (a las buenas o a las malas) a recorrer un laberinto y salir de él. 

Entonces…

Para lograrlo, debíamos premiar con comida sus aciertos, y cuando fuera por el camino incorrecto, habilitar ciertos puntos del laberinto con pequeñas cargas de corriente eléctrica para que entendiera que no era por ahí (estímulo – respuesta/ castigo – recompensa).

Yo que soy una amante de los animales y un poco tentada a no seguir las reglas preestablecidas con las que no estoy de acuerdo; solamente me di a la tarea de recompensar a mi pequeño amigo por sus aprendizajes y estimularlo con comidas cada vez más suculentas para él. 

La gente me decía que no lo iba a lograr a tiempo, que no iba a superar la prueba o a pasar la materia. 

Finalmente, llegó el día, el sujeto de prueba lo hizo excelente, salió fácilmente del laberinto al primer intento y era un ratón feliz.

¿Por qué digo que era un ratón feliz? 

Porque estos animalitos se estresan fácilmente, son delicados y no tienen una esperanza de vida muy larga. Sin embargo, este pequeño se volvió en mi compañero peludo por muchos años. Otros de sus compañeros murieron poco después del experimento.

¿Qué sacas como conclusión?

La mía es que si cambiamos nuestras motivaciones, y procuramos hacer las cosas por razones que nos edifiquen, buscar motivos más alentadores, nuestra mente y nuestra predisposición ante los desafíos de la vida van a tomar un rumbo más optimista. 

Deja de autoflagelarte y no hagas las cosas por miedo a lo que fuera.

Siempre que emprendas una aventura, piensa en el para qué lo haces y procura transformar cualquier visión oscura en una más colorida y luminosa.  

2. Toma decisiones por la mañana

Frecuentemente, las preocupaciones eligen los mejores momentos para asaltarnos, como por ejemplo: el momento preciso en que ponemos la cabeza en la almohada. 

La parte más racional de nuestro cerebro empieza a ponerse en modo ahorro de energía, reduce su actividad y las emociones empiezan a hablarnos más alto. 

Como resultado, es posible que esas emociones (algo alocadas) tomen el control de nuestra mente y nos lleven a imaginar futuros apocalípticos, que como consecuencia nos quitarán el sueño. La falta de sueño empeorará aún más la situación, pues suele hacernos más propensos a poner la atención en las cosas que nos resultan amenazantes. 

Por eso, es importante que crees un ritual nocturno que te permita descansar saludablemente y liberar tus preocupaciones. 

Además, toma la decisión consciente de tomar decisiones (valga la redundancia) solamente en la mañana cuando tu cerebro haya descansado.

Si empiezas a rumiar un pensamiento en la noche, recuérdate: “Yo solo tomo decisiones en la mañana con mi mente bien clara” y retoma tus rutinas nocturnas.

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Mujer piensa qué decisión tomar

3. Piensa bien y acertarás

“Piensa mal y acertarás” solía decir mi abuelita. Pienso que con la sana intención de que no fuera demasiado confiada ni me dejará dañar por otras personas. 

Sin embargo, esa mentalidad de desconfianza, puede transformarse con los años en un estado de continua alerta y angustia existencial. 

Aunque las cosas no hayan funcionado como deseabas en el pasado, es poco probable que ocurra lo mismo en el futuro. A no ser que mantengas tus patrones de comportamiento inamovibles en el tiempo. 

Toda experiencia grata o ingrata nos trae algún tipo de aprendizaje, un grado de madurez distinta, algo de sabiduría que nos guía en posteriores cruzadas.

Por eso, el ejercicio de inventar historias distintas, a aquellas catastróficas que vienen en modo automático, nos puede ayudar a ver las cosas desde una perspectiva diferente.  

Inventa una historia mejor, aventúrate más.

No fabriques solo una versión, crea varias historias viables para el desarrollo y desenlace de tu desafío. Siempre con resultados alentadores o al menos que te traigan alivio.

Este ejercicio no solo te permitirá darte cuenta de que las historias que te cuentas, son simplemente historias, sino que a largo plazo te ayudará a disminuir el estrés, la preocupación y los pensamientos recurrentes y catastróficos.

4. Haz un espacio para el pensamiento catastrófico

A veces en nuestro deseo de neutralizar la angustia y la desesperación que pueden generar este tipo de ideas aterradoras, hacemos todo lo posible por ignorarlas.

No lo hagas. Al contrario, dales la atención que necesitan. 

¿Cómo? 

Crea una lista de preocupaciones. Anota objetivamente cada pensamiento limitante, nocivo o desgastante que venga a tu cabeza y la reacción que tienes ante este. Déjalo reposar en tu libreta y sigue con tu día.  

Ten una reunión con ellas. Agenda un espacio de al menos 30 minutos diarios para revisarlas, analízalas, piensa en los posibles desenlaces y soluciones.

Haz una lluvia de ideas con todas las soluciones que se te ocurran. Céntrate en lo que está en tus manos, deja fuera aquello que sale de tu control. 

Una vez evaluadas las opciones, elabora un breve plan de acción para encaminarte a resolver el desafío de la manera más amable, compasiva y relajada que te sea posible (aunque a veces debas ejecutar alguna tarea incómoda). 

Si no encuentras una solución a alguna de tus inquietudes y las ideas siguen molestándote, genera una nueva lista que se quedará pendiente para la siguiente cita.

5. Acepta la incertidumbre

La incertidumbre es parte natural de la vida. Cuando somos incapaces de aceptarla o por lo menos tolerarla, esta contribuye en gran medida a alimentar nuestra ansiedad.

Pasamos gran cantidad de tiempo imaginando posibles futuros devastadores, con la esperanza de evitar que nos sorprendan y controlar los resultados. La cuestión es que no siempre está en nuestras manos.

Aunque sientas mayor seguridad si te preocupas por todo lo que podría salir mal, e incluso pienses que estás ocupándote y previniendo un problema futuro, esto no hará la vida más predecible.  

Así que, si lo piensas bien, la única alternativa posible ante un mundo tan imprevisible es dejar de centrarnos en los peores escenarios y hacer nuestro mejor esfuerzo por disfrutar de las cosas buenas en el presente.

Hasta aquí las estrategias…

Si luego de conocer sobre los pensamientos catastróficos te das cuenta de que pasas demasiado tiempo creando desastres en tu mente, toma en cuenta estas estrategias.

Otros recursos que también pueden apoyar al proceso los encontrarás en los artículos:

Aprende a calmar a tu crítico interno y deja que tus talentos fluyan

En este artículo encontrarás una interesante reflexión sobre la voz interior y una estrategia de cinco (5) pasos para gestionar a ese crítico interior y despertar al coach que llevas dentro.

Cultiva la compasión para contigo

En este artículo encontrarás una breve e interesante aproximación al concepto y un efectivo ejercicio de tres (3) pasos para cultivar esta emoción y mejorar tu calidad de vida.

Sé que nada de lo que te propongo es tarea sencilla, así que ármate de paciencia, constancia y compasión, para avanzar un día a la vez. Los resultados que obtendrás habrán valido el esfuerzo. ¡Ya lo verás! 

¿Qué estrategia elegirás para empezar a lidiar con el pensamiento catastrófico?

Cuéntanos en los comentarios.

Siempre es un placer saber de ti. 

Autora:

Cristina Navarrete Landázuri (Cris Del Viento)

Coach ontológico y escritora.

Fundadora de El Refugio del Artista.

Redactora en Axon Training.

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