En este artículo descubrirás una clave determinante para lograr reemplazar un mal hábito por uno bueno, exitosamente.
¿Reemplazar los malos hábitos por buenos hábitos funciona?
La respuesta obvia, debería ser un categórico SÍ.
Lamentablemente, muchas personas terminan frustradas después de múltiples intentos por sustituir sus prácticas nocivas por nuevas y beneficiosas, debido a que, a la mitad del camino, se encuentran nuevamente secuestradas por esos vicios que les impiden alcanzar sus objetivos personales y profesionales.
Pero, ¿por qué persisten a pesar de los esfuerzos por neutralizarlos e incluso reemplazarlos?
La realidad es que hemos venido realizando estas actividades por demasiado tiempo, en la mayoría de los casos por años e incluso décadas, y no son, simplemente, “malas costumbres” que podemos abandonar de un día para el otro.
Por eso, una clave indispensable para lograr que la sustitución funcione, es indagar en la causa raíz del comportamiento indeseable.

Y, ¿por qué es tan importante encontrar esa causa raíz?
Porque, seamos o no conscientes de ello, todas esas conductas no tan constructivas que conservamos, suelen tener una finalidad específica, una ganancia secundaria o responder a una necesidad insatisfecha.
Por ejemplo, un mal hábito puede ejecutarse para aliviar el estrés, quitarse el aburrimiento o disminuir la ansiedad.
Pero, en muchos de los casos, termina siendo alimento de eso mismo que queríamos aplacar y empeora la situación.
Puede ser que tengas un altísimo nivel de fuerza de voluntad y termines dejando el hábito elegido sin problema alguno, sin necesidad de indagar más profundo.
Esto a primera vista resulta muy conveniente y efectivo. La dificultad surge cuando eliges un nuevo buen hábito que no es tan beneficioso para ti, o incluso vuelves a incluir un hábito no muy saludable (reemplazo del anterior), en la búsqueda de satisfacer esa necesidad que desconoces.
Entonces, el desafío que se presenta es que, hagas lo que hagas, si no decides abordar el problema subyacente que causa la conducta nociva, seguirás viviendo con el desencadenante de ese hábito y actuando en consecuencia.
Y debido a esto, puede que te cueste sostener cualquier nuevo buen hábito implantado, porque no estará satisfaciendo la necesidad original que el mal hábito alivia.
Ahora que estoy segura de que tienes claridad cristalina de la importancia de descubrir la causa raíz de ese comportamiento que te atormenta…
Te invito a preguntarte:
- ¿Cuál es la necesidad o el deseo que satisface este mal hábito?
- ¿Qué emociones experimento antes, durante y después de poner en marcha esa conducta?
- ¿Qué situaciones o entornos desencadenan mi urgencia por echar mano de este comportamiento o acción?
- ¿Están otras personas involucradas?, ¿quiénes?
- ¿Cuál es el precio que estoy pagando y las consecuencias de mantener este hábito nocivo?
Responder a estas preguntas, con sinceridad y compasión, te dará las primeras pistas sobre las razones que tienes para mantener esa conducta que quieres abandonar y te ayudará a identificar posibles soluciones.
Una vez que has dado el primer paso, y has decidido ponerte a la tarea de identificar y desmontar esos hábitos nada recomendables para tu vida, es importante que incluyas más elementos que te ayuden a sostener el proceso.
Para ello te comparto 4 estrategias adicionales que puedes utilizar a tu favor:

1. Lleva un diario
Reserva en tu bitácora personal un espacio para hablar de este hábito que quieres abandonar y reemplazar.
Anota tus pensamientos, emociones y acciones en torno a esta situación.
Repasa las preguntas iniciales más de una vez durante el proceso, para seguir ahondando. Seguramente, encontrarás nuevos enfoques dependiendo del estado de ánimo en que te encuentres y las circunstancias que estés viviendo.
Poner atención al asunto, te ayudará a identificar los patrones y desencadenantes del mal hábito con mayor claridad cada vez.
2. Experimenta con diferentes nuevos hábitos
No te aferres a una sola posibilidad. Cuando queremos quitar del camino una conducta recurrente y dañina, lo mejor es reemplazarla con otra que nos resulte definitivamente atractiva.
Prueba con diferentes opciones.
Por ejemplo, supongamos que quieres dejar de recurrir a los dulces cuando tienes hambre en el trabajo, y quieres dejarlo porque, aunque te da un subidón de energía momentáneo, solo te hace desear más golosinas y la energía no dura.
Con el agravante de que eres consciente de que eso no es nada bueno para tu salud y, realmente, solo lo haces para aplacar el estrés del trabajo bajo presión y disminuir la ansiedad.
Entonces, ¿qué hacer?
El primer paso, doloroso, pero inevitable, deja de comprar dulces; si los tienes por algún motivo, guárdalos en un lugar, incómodamente, fuera de tu alcance.
Digamos que has elegido, como primera opción, que cada vez que llegue el deseo de comer dulces te detendrás un momento y le dedicarás un par de minutos a un ejercicio de mindfulness.
Sientes que no lo disfrutas tanto como esperabas y quieres probar con algo menos radical para ti (por el momento).
Entonces, en lugar de dulces, colocas cada mañana en tu escritorio un vaso de agua pura, una taza de té caliente y un tupper con frutos secos.
Tal vez, si decides desafiarte un poquito más, incluyas a estos elementos, ese ejercicio de mindfulness que dejaste de lado y que tanta falta le hace a tu mente. Entonces no solamente habrás reemplazado un hábito desgastante por uno revitalizante, sino que habrás incluido una rutina genuinamente transformadora a tu jornada laboral.
¿Qué te parece? Aplicable ¿verdad?
Solo tienes que experimentar y descubrir qué es lo que funciona para ti.

3. Concéntrate en el “PARA QUÉ” de tu mal hábito
¿Para qué quieres sacar de tu vida este mal hábito?
¿Cuáles son los motivos profundos para abandonarlo?
¿Qué vas a ganar si lo dejas? ¿Cuáles son los beneficios?
Hazte estas preguntas más de una vez, no te quedes con la primera respuesta, repite al menos 3 veces la misma pregunta.
Cuando estás convencida o convencido de que el cambio que quieres hacer es valioso o beneficioso para ti, esto facilitará el proceso.
Dedica un tiempo a indagar en ese “para qué” y no olvides anotar todos los beneficios que crees que te aportará el cambio.
Escribe las razones y ganancias que encontraste en notas adhesivas, papeles o lo que consideres más cómodo. Luego, colócalas a la vista: en la nevera, en el espejo del baño, en la pantalla del ordenador, etc.
Ver tu lista de motivos mantendrá fresca la intención en tu mente y te ayudará a seguir adelante, sin importar los contratiempos, retrocesos o desafíos que se presenten.
4. Busca apoyo
Habla con una persona de confianza, cuéntale sobre tu predicamento. Así, es posible que te ofrezca ideas y sugerencias para abordar la situación desde una nueva perspectiva.
Incluso podría convertirse en una especie de accountability buddy que te aliente en momentos de flaqueza o te recuerde tu objetivo, si nota que estás cayendo de nuevo en las antiguas prácticas.
Por otro lado, al hablar de la situación con alguien cercano y confiable, podrías encontrar una compañera o compañero de ruta, que también esté lidiando con una situación similar a la tuya y podrían apoyarse mutuamente en el camino, sin dejarse caer.
Finalmente, pero no menos importante, si en el trayecto sientes que la situación se sale de tus manos, recurre a la ayuda profesional. Tu salud y bienestar son lo primero.
Hasta aquí las estrategias.
Sé que sustituir antiguos hábitos no muy beneficiosos por nuevos y diametralmente distintos es todo un reto. Pero, estoy segura de que si logras liberarte de esos patrones negativos que te atormentan y entorpecen tu vida, te sentirás como nueva, como nuevo y verás la vida con ojos frescos.
Recuerda. Sé paciente, ten compasión y empatía contigo misma, contigo mismo. La constancia y el compromiso con ese “para qué” profundo, te ayudarán a conseguir el objetivo.
¿Cuál es ese primer mal hábito en el que quieres indagar?
Tu experiencia puede dar luz a muchas personas, comenta.
Será un placer leerte.

Autora:
Cristina Navarrete Landázuri (Cris Del Viento)
Coach ontológico y escritora.
Fundadora de El Refugio del Artista.
Redactora en Axon Training.
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