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El mindset del Coach

¿Quieres cultivar una competencia que te ayudará a mejorar de manera exponencial tu práctica de coaching? El mindset del Coach es la clave.

En este artículo encontrarás una breve reseña sobre lo que para la ICF significa encarnar la mentalidad de coaching, y algunas reflexiones adicionales para que puedas aterrizar el concepto en tu práctica cotidiana.

¿Sabías que la ICF (International Coach Federation) renovó su modelo de competencias y ahora en lugar de once (11) competencias, cuentan con ocho (8)?

Sí, efectivamente, renovaron el modelo y además hicieron una revisión del código de ética.

Y desde mi mirada, los cambios van mucho más allá de la forma, pues le han dado un gran énfasis a la necesidad de fortalecer no solo el HACER, sino el SER del coach.

Es por eso que hoy quiero compartir contigo un hallazgo que considero realmente especial y valioso para tu práctica profesional, más allá de que estés en busca de certificarte en la asociación o no.

Me encontré con una verdadera joya, ahora este modelo cuenta con una nueva competencia que habla del mindset o mentalidad que como coaches debemos cultivar.

Tuve la oportunidad de escuchar a Damian Goldvarg, Elena Espinal, Adriana Rodríguez, entre otros dignos representantes de lo que es la profesión del coaching, hablando sobre esta nueva competencia y me convencí de que debía compartirla contigo.

Esta competencia se encuentra en el primer apartado lógico del modelo, llamado cimientos, y su traducción oficial al castellano es: Encarna una mentalidad de coaching. Y, ¿Qué significa encarnar una mentalidad de coaching?

Bueno, debo decir que para mí, este concepto va mucho más allá de una mera competencia, para convertirse en algo más profundo y esencial: el SER del coach.

La definición que nos presenta este modelo de competencias puede resultar sencilla, y probablemente muchos de nosotros nos sintamos identificados con ella y pensemos que lo hacemos todo el tiempo. Y, dice así…

Definición: Desarrolla y mantiene una mentalidad abierta, curiosa, flexible y centrada en cada cliente. -(ICF nuevo modelo de competencias, vigencia a partir de 2021)-

Pero, ¿Qué implica todo esto? ¿Es así de sencillo?

Te invito a que profundicemos en esta competencia desde una mirada más aterrizada a nuestra práctica y a que puedas reflexionar sobre tu propia realidad.

Para hacerlo de la mejor manera, te propongo abordarlo desde cada una de las ocho (8) características que se proponen dentro de este concepto.

UNO. Reconoce que los clientes son responsables de sus propias elecciones.

¿Reconoces que tus clientes son responsables de sus propias elecciones? Aunque la pregunta pueda sonar reiterativa y hasta obvia; cuando en nuestra práctica hablamos todo el tiempo de responsabilidad.

Hay veces que con la intención de ayudar a nuestro cliente o de facilitarle el camino, cuando sentimos que está empantanado o que no ha encontrado la solución que nosotros consideramos “correcta” e incluso la vemos evidente, nos apuramos en darle consejos y sugerir acciones.

Si ya eres un coach con amplia trayectoria, es posible que no te pase tan a menudo, sin embargo, siempre es oportuno reflexionar a este respecto en el ámbito de nuestra práctica.

Para ello te comparto algunas preguntas que podrías hacerte para tu autodiagnóstico y de hecho podrías hacerlas cada vez que termines una sesión:

¿Quién decidió el camino a seguir? ¿Me escuché dando recomendaciones o consejos? ¿Cómo me sentí (o me siento) cuando mi cliente no considera mi punto de vista? ¿Quién diseñó las acciones? Cuando mi cliente se encuentra empantanado ¿Me gana el deseo de ayudarle?

Siéntete libre de hacer cuantas preguntas te vengan a la cabeza, estas solo pretenden abrir el camino hacia tu propia inspiración.

DOS. Se compromete con el aprendizaje y el desarrollo continuos como coach.

¿Cómo está tu relación con la formación continua? ¿Alguna vez tuviste ese maestro que llevaba impartiendo clases de la misma forma y con el mismo contenido desde que empezó su carrera?

Llegaba a la clase con el mismo cuaderno desde hace no sé cuántos años, te daba la misma materia que había impartido desde hace décadas, enviaba las mismas tareas y hasta contaba los mismos chistes.

Home Office

El pobre, pensando que lo ahí escrito era la verdad absoluta, jamás se dio el tiempo de ampliar su horizonte. Se quedó atascado en un momento de la historia, se volvió obsoleto y lo más triste es que desde ese lugar, muy poco podía contribuir a la transformación de aquellos a los que acompañaba.

¿Te das cuenta? Al igual que ese maestro, la única herramienta que tenemos como coaches, es nuestra propia humanidad, nuestro ser.

Entonces, es nuestra responsabilidad estar en constante formación y en búsqueda del mejoramiento continuo. Y no me refiero solamente a actualizarse profesionalmente, sino también a que te atrevas a indagar en ti, a conocerte, a crecer y desafiarte a ir más profundo.

El trabajo personal nunca termina, disfrútalo y mira la vida con los ojos de un eterno aprendiz, de esa manera podrás acompañar a tu cliente de una forma más integral, responsable y efectiva.

Para detectar en qué lugar te encuentras en tu relación con el desarrollo continuo, pregúntate:

Desde que concluí mi formación como coach profesional ¿He hecho algo más para prepararme? ¿Qué acciones he llevado a cabo para mi mejoramiento profesional? ¿Qué prácticas he adoptado para mi desarrollo personal?

¿Qué tanto investigo y profundizo sobre el mundo de mis clientes? ¿Qué tan comprometido me encuentro con brindar un acompañamiento de excelencia a mis clientes? ¿En qué temas considero que sería oportuno profundizar para mejorar mi práctica?

Si aún te encuentras estudiando, igualmente empieza a prepararte, ve más allá de las clases, investiga, no te quedes con la duda, amplía tu mundo, nutre tu SER coach todos los días.

TRES. Elabora un ejercicio continuo de reflexión para mejorar su propio coaching.

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Sin importar el grado de maestría que tengas como coach, si estás empezando, o si eres el más famoso o la más famosa de todos, eres una persona, un ser humano que necesita brindarse atención, no solo para mantenerse en armonía, sino para mejorar su ejercicio profesional.

Por esa razón, te invito a crear espacios de reflexión personal antes y después de cada sesión. Para ello puedes tener a mano tu bitácora de coach, (si aún no la tienes consigue una lo más pronto posible), y contestar las siguientes preguntas:

¿Qué miedos e inseguridades surgieron en mí durante la sesión? ¿Qué juicios surgieron en mí, sobre mi cliente o sobre el tema tratado, que me impidieron estar en plena presencia?

¿Hay algún tema con el que evito trabajar? ¿Qué me pasa con respecto a ese tema? ¿Existen personas con las que evito trabajar? ¿Cuáles son las razones que me impiden trabajar con este tipo de personas?

Cuando siento que la situación me supera, ¿pido ayuda? Y, si no pido ayuda, ¿qué me impide hacerlo?

La reflexión continua sobre nuestra práctica nos va a mostrar con claridad los patrones repetitivos, las cuestiones a trabajar, aquello que no podemos ver a simple vista y que sin duda puede resultar una limitante para nuestro desarrollo personal y profesional.

Además, también puede ser un buen espacio para evidenciar aquellas buenas prácticas que debes seguir alimentando.

CUATRO. Permanece consciente y abierto a la influencia del contexto y de la cultura en sí mismo y en los demás.

¿Estás consciente de la influencia que el contexto y la cultura tienen en ti y en los demás? Nosotros como coaches tenemos la responsabilidad de cultivar una visión global, inclusiva, abierta y flexible del mundo que nos rodea.

Más allá de que, como profesionales y seres humanos, somos libres de elegir con quién queremos y no queremos trabajar en función de nuestros valores, circunstancias y otros elementos personales, es indispensable que como coaches seamos capaces de reconocer, aceptar y respetar a cada persona en su contexto.

Es por ese motivo que una vez que consentimos en acompañar a otra persona, es nuestro compromiso aceptarla y respetarla desde todo punto de vista, y liberarnos de todo prejuicio en torno a su cultura, estética, género, nacionalidad, religión, o cualquier otra característica particular que la integre.

Se dice fácil, pero ¿estás listo para asumir el compromiso? Vamos a eso…

Pregúntate las siguientes cuestiones, y agrega algunas si crees que es necesario, pero aún más importante, detecta esos puntos flacos para nutrirlos en el futuro.

¿Qué tan abierto y flexible soy en mi día a día? (Justifica tu respuesta)
¿Qué tan abierto y flexible soy durante mis sesiones de coaching? (Justifica tu respuesta)

¿Soy respetuoso de las diferencias? Si pienso que lo soy, ¿Cuáles son las evidencias que encuentro para afirmar tal cosa? ¿Soy capaz de respetar genuinamente la mirada y el estilo de aprendizaje de mi cliente?

¿Estoy consciente de que mis juicios y mi forma de mirar el mundo pueden influir en la conversación de coaching?

Y, en esa consciencia, ¿cuido de mantenerme presente y enfocar mi atención en mi cliente, su ser, su mundo y sus relaciones?
¿Qué otras preguntas se te ocurren? ¿Te vas dando cuenta de algo?

CINCO. Usa la conciencia de sí y la propia intuición en beneficio de los clientes.

Aunque estés consciente de que la responsabilidad de tomar decisiones sobre su proceso está en tu cliente, no puedes ignorar que tu experiencia sí puede ayudar a otros en su trabajo de reflexión.

Así que, si desde tu intuición y el respeto genuino, te das cuenta de que lo que a ti te pasa es útil para despertar la consciencia del otro y permitirle mirarse, úsalo.

Comparte lo que te pasa, lo que miras desde tu lugar, pregunta desde la inocencia y la curiosidad, convierte tus inquietudes y miradas en preguntas, si crees que eso le va a ayudar a su proceso.

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Conecta con la sesión, con la otra persona, entrégate a acompañar ese proceso sin expectativas ni agendas ocultas, escucha y comprométete con estar presente.

Entonces, cuestiónate:

¿Pregunto a mi cliente desde la genuina curiosidad? (Indaga más a fondo sobre tus motivaciones, ¿preguntas a la espera de una respuesta específica o lo haces sin expectativas?)

¿Escucho mi intuición y la comparto? ¿Compartes lo que te pasa? ¿Te lo guardas? ¿Por qué lo haces? ¿Me entrego totalmente a lo que suceda en el proceso sin intentar forzar los resultados?

SEIS. Desarrolla y mantiene la capacidad de regular las propias emociones.

Me parece que esta es una de esas habilidades que debemos fortalecer sin importar nuestro ámbito de acción.

El gestionar nuestras emociones de manera ecológica es indispensable para tener una vida plena, y más aún si trabajamos acompañando el proceso personal de otros seres humanos.

Es por eso que, es oportuno que pongas atención en cómo te va a la hora de afrontar emociones durante una sesión.

¿Te permites contactar con tus emociones y las de tu cliente? ¿Gestionas las emociones que surgen en la conversación, o las evades? ¿Cuándo el cliente trae un tema con el que te sientes identificado, pierdes el foco? ¿Impacta eso en tu nivel presencia durante la sesión?

SIETE. Se prepara mental y emocionalmente para las sesiones.

¿Tienes un ritual de preparación, previo a recibir a tu cliente? ¿Qué haces después de haber cerrado la sesión? ¿Cómo te relajas y te provees de energía?

Este punto no solo nos habla de prepararnos para estar en plena presencia durante nuestra sesión, también nos habla del autocuidado.

Cuida de tu salud mental, física y emocional, si quieres acompañar a otros en su proceso de vida.

Reflexiona sobre las cosas que haces antes y después de una sesión, no recibas a una persona detrás de otra, date tiempo para ti, crea un ritual, algo que te haga sentir mejor, para que puedas entregar lo mejor de ti, sin quedarte sin ti.

OCHO. Busca ayuda en fuentes externas cuando es necesario.

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¿Vas por ayuda cuando la necesitas? Este punto final, se explica por sí solo.

Me atrevería a decir que, todas las personas que trabajamos en el área de la salud, del desarrollo personal o cualquier otro espacio que implique el acompañamiento y constante relación con otros, necesitamos acompañamiento personal de algún tipo.

Debemos ser capaces de reconocer nuestras limitaciones, buscar ayuda y tomar acción en pro de mejorar nuestra práctica, resolver conflictos y cuidar de nosotros y de nuestros clientes.

Además de ser conscientes de que el trabajo con personas por lo general requiere de un equipo multidisciplinario al que podamos acudir en caso de tener la necesidad de derivar a nuestro cliente a otro tipo de profesional.

¿Cómo te fue con esta breve reflexión? ¿Cómo estás en tu camino de encarnar esa mentalidad del coaching?

Espero que esta nota te haya entregado algunas pistas de por donde seguir avanzando en tu crecimiento, tanto personal como profesional. Siempre contenta de dialogar contigo y conocer tu mirada, quedo atenta a tu compartir. Comenta, será un gusto leerte.

Autora:
Cristina Navarrete Landázuri (Cris Del Viento)
Coach ontológico y escritora.
Redactora en Axon Training.

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10 comentarios


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  • Cristina,
    Muchisimas gracias por detaller el Mindset del Coach, sera de mucha ayuda para mi formacion y carrera del coach. Tocastes muchos puntos importantes y que me ayudaran a formarme como coach, tanto en lo personal y profesional. Lelys Jorgenson

    • ¡Hola Fernanda!
      Gracias a ti por leer nuestra nota, y tomarte el tiempo de dejarnos un comentario. Te invitamos a que sigas descubriendo nuestras notas del blog.

  • Muy enriquecedora la nota! Me hizo reflexionar mucho sobre mi práctica profesional!
    Ha sido un excelente aporte!
    Para repensarlo una y otra vez
    Gracias!!

    • ¡Hola Inés!
      Nos alegra que nuestra nota te haya aportado algo, te agradecemos por tomarte el tiempo de leerla y dejarnos tu opinión.

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