En este artículo encontrarás una intensa reflexión sobre la influencia de las reglas sociales en tu vida y cómo trascenderlas para experimentar una existencia más auténtica y plena.
Te invito a reflexionar junto a mí sobre un tema muy interesante y a la vez delicado que está a simple vista y que por ser tan cotidiano, muchas veces, nos impide distinguir el grado de influencia que tiene en nuestras vidas.
Estoy segura de que si profundizamos en él, no solo nuestra vida personal mejorará, sino que, también aportará una nueva mirada a la hora de acompañar el proceso personal de otros seres humanos.
Vamos a ello…
¿Cuándo una regla no es una regla?
Desde muy temprano en nuestra vida aprendemos una serie de reglas sociales sobre lo que se debe o no se debe hacer en tal o cual circunstancia; se nos dice que es y no es legal en la sociedad en la que vivimos; se nos rodea de un cerco de criterios preestablecidos, por otras personas, para decirnos cuál es un comportamiento adecuado o inadecuado.
Bajo estas circunstancias, sin duda alguna, crecemos pensando que muchas cosas están grabadas en piedra.
Sí, es un hecho, hay reglas a nuestro alrededor que facilitan la convivencia y la hacen más sencilla, segura y respetuosa. Por ejemplo: hay normas de seguridad en caso de un incendio o cualquier otro evento inesperado; y otras para proteger nuestras posesiones y colocar límites entre lo comunitario y lo personal.
Sin embargo, entre muchas de estas pautas se han colado, delicadamente y de puntillas. Aquellas que lo único que pretenden es mantener las cosas como siempre han sido y evitar que pienses diferente.
En este espectro de reglas que no son reglas, se encuentran las normas sociales.
Una norma social es, simplemente, una manera de comportarse, que se ha vuelto tan familiar en un espacio social que la mayoría de las personas cree que es una regla, cuando en realidad no lo es.
Así que, aunque existe un tiempo y un lugar para ceñirnos a las reglas, hacerlo ciegamente, puede hacer más daño que bien. Especialmente cuando se trata de hacer lo correcto para tu salud mental y tu bienestar emocional.

Ahora, de seguro te estarás preguntando…
¿Cómo sé qué normas sociales debo romper para vivir auténticamente?
Para responder a esta pregunta, quiero que me acompañes a reflexionar sobre cuatro (4) reglas sociales que están flotando en el aire y que pocas veces se mencionan en voz alta, pero tienen mucho poder en nuestras vidas.
Siempre se ha hecho así.
En las familias estamos muy acostumbrados a heredar las recetas de generación en generación, y muy pocas veces cuestionamos los pasos que se dan para lograr el resultado según las reglas.
Seguramente has escuchado esta historia en algún lugar…
Había una receta de pescado en una familia, en donde uno de los pasos básicos del proceso era cortarle la cola y la cabeza al animal antes de adobarlo y ponerlo en la sartén.
Un día un niño, mirando el procedimiento, le preguntó a su mamá: “¿por qué le cortas la cola y la cabeza al pescado?”
La madre, sin mucha reflexión, le respondió: “porque así lo hacía mi mamá.”
El niño se quedó con la duda y se dio a la tarea de seguir investigando.
Luego de un tiempo, fueron a visitar a su abuelita y él decidió preguntarle sobre esta interesante inquietud. A lo que ella respondió: “porque así lo hacía mi madre.”
En vista de que era un niño de una familia muy joven y saludable, contaba con la suerte de tener con vida a su bisabuela, quien vivía en un pueblo alejado de la ciudad y a la que veía solo en las vacaciones.
Cuando llegaron las vacaciones, el niño, feliz de ver de nuevo a su bisabuelita, corrió hacía ella y le hizo la gran pregunta que por tanto tiempo se había guardado: “¿por qué se le corta la cola y la cabeza al pescado en tu receta?”
A lo que la mujer sonriendo respondió: “Cuando era niña, nuestra familia era muy pobre y solo contábamos con una pequeña sartén en la que no entraba todo el pescado, entonces mi madre le cortaba la cabeza y la cola para acomodarlo y que se pudiera cocer bien.”
Y así empezó una tradición familiar incuestionable, que en su momento tenía una razón de ser y que ninguna generación se dio el tiempo de cuestionar, hasta que un divergente preguntó: ¿Por qué?
El cambio y más aún lograr una transformación profunda suele ser complejo y a menudo doloroso. Debido a esto muchas veces nos allanamos a los procedimientos preestablecidos, pues parece lo más sensato y fácil de hacer.
Es oportuno que cuando sientas que algo no encaja en tu vida, aunque lo hayas hecho durante mucho tiempo, te des un momento para cuestionar y a lo mejor preguntarte:
¿Por qué esto? ¿Para qué aquello?

Es lo que se espera según la norma.
Desde que nacemos, todas las personas que nos rodean e incluso nuestra sociedad tiene expectativas sobre lo que debemos o no debemos hacer con nuestra vida.
Nuestra familia a menudo tiene ciertas expectativas sobre lo que deberían ser nuestros logros profesionales y proyecto de vida.
Nuestras relaciones sociales están frecuentemente plagadas de amigos que esperan de nosotros lo mismo que para sus propias vidas. Que si te casaste, que si no te casaste, que si tienes hijos, que si no los tienes, que si quieres casa propia o viajar por el mundo.
Pareciera que todas esas personas que te rodean tienen una idea, desde su propia visión, de lo que debería ser tu vida reforzando las reglas o normas sociales.
Incluso, en muchos de los casos, nuestra pareja espera que nos comportemos de una manera específica.
¿Puedes ver el problema?
Cuando vives según las expectativas de los demás, te olvidas de ser una persona auténtica, fiel a ti misma y a tus propios sueños. Y de pronto te das cuenta de que has recorrido varias décadas de tu vida cumpliendo sueños ajenos y cultivando éxitos que nada tienen que ver con tu proyecto de vida.
Para evitar avanzar en automático puedes empezar por preguntarte:
¿Para qué y para quién estoy haciendo esto?
¿Qué significa éxito para mí?
¿Cómo estaría viviendo mi vida, si no tuviera que responder a las expectativas de nadie más?
Tienes que ser “normal”.
¿Crees que todos los seres humanos deberíamos ser exactamente iguales?
¿Quisieras caminar por la calle y ver a tus clones pasar junto a ti?
Estoy segura de que no. Sin duda alguna, sería una de esas pesadillas surrealistas de las que quisieras despertar cuanto antes.
Sin embargo, a veces parece que las reglas sociales buscan la homogeneización de la especie humana y se esfuerzan en destruir, ocultar o marginar a todo y a todos aquellos que de alguna manera se muestran distintos o miran el mundo de manera diferente.
Este miedo a las diferencias se ha transformado, lamentablemente, en no pocos casos, en violencia velada o explícita. Muchas personas han optado por desanimar a aquellos seres humanos que desafían la norma con burlas, acoso de todo tipo e incluso con la exclusión; etiquetándolos como raros, excéntricos, locos, subversivos e incluso peligrosos.
Esta norma o creencia, ha dado lugar a situaciones tan dolorosas como lo son los actos violentos por discriminación de raza, identidad de género, creencias políticas o religiosas.
Sin embargo, a veces, no es tan visible y se oculta detrás de “un chiste” que hace alusión a tus gustos o preferencias. Ejemplos claros serían hacer algún tipo de “broma inocente” sobre tu elección nutricional de ser vegetariano o sobre tu decisión de no tener redes sociales.

¿Cómo te hace sentir esto cuando quieres hacer algo diferente de lo que esperan los demás?
¿En qué te apoyas para tomar una decisión que sale de los estándares socialmente aceptados?
La realidad es lo que ves.
La televisión, el cine y todos los medios de comunicación a los que hoy tenemos acceso nos dicen qué pensar y sentir sobre absolutamente todo.
Las redes sociales nos muestran las imágenes de lo que es el éxito, de lo que debe ser y no debe ser la vida, lo que es y no es posible.
Las personas famosas (por diferentes motivos) se vuelven en nuestros modelos a seguir. Muchas veces, cuando no hemos fortalecido nuestra capacidad de pensamiento crítico y análisis, tomamos sus verdades como absolutas y las volvemos realidad en nuestra vida.
¿No sería genial pensar por ti mismo y decidir qué está bien y qué está mal?
Analiza siempre aquella información que recibes del entorno, investiga, escucha otras opiniones, escúchate a ti mismo…
¿Qué sientes al respecto?
¿Qué opinas?
Aunque existen muchas otras reglas sociales que podríamos analizar, empieza por estas cuatro que te propongo. Recuerda que fueron creadas por personas como tú, que en un momento dado se dieron cuenta de que el antiguo statu quo (estado de las cosas) ya no funcionaba.
Date la oportunidad de abrirle las puertas a nuevas normas que hagan tu vida más sencilla y disfrutable. Esto te permitirá ser fiel a ti mismo, a tus sueños y a esos principios y valores que quieres cultivar genuinamente para ti.
Espero que hayas disfrutado como yo de esta reflexión y que continúes en el camino de la transformación personal sin desmayar.
Gracias por leerme.
Comenta tus impresiones sobre el tema.
Será un placer leerte.
Autora:
Cristina Navarrete Landázuri (Cris Del Viento)
Coach ontológico y escritora.
Fundadora de El Refugio del Artista.
Redactora en Axon Training.

Excelente artículo. Ya no estoy tan joven pero siempre sentí ser la oveja negra de la familia por cuestionar las reglas del clan. Lo que enseñas es magnífico para los jóvenes
¡Hola Liliana!
Muchas gracias por su comentario, nos alegra saber que nuestro articulo le ha parecido excelente.
Hola, Liliana:
¡Qué gusto que hayas disfrutado del artículo! Resueno contigo en eso de ser la oveja negra de la familia. Sin importar la edad cronológica que tengas, siempre es un buen momento para cuestionar las reglas del clan y de la sociedad misma, descubrir lo que realmente resuena contigo y vivir una vida plena. Te deseo lo mejor Liliana.
Gracias por leerme y un fuerte abrazo.