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El duelo desautorizado, ¿sabías que existe?

En este artículo encontrarás una breve aproximación al proceso del duelo y al concepto de duelo desautorizado.

Al momento de escribir esta nota, me encuentro atravesando por un momento difícil y doloroso, de aquellos que nos hacen un nudo en la garganta y nos dejan el corazón roto. 

Hace algunos días perdí a mi perrita, murió de forma repentina y ha dejado un gran vacío en nuestra familia. 

Por momentos, me siento furiosa, a veces triste y más de una vez me inunda el desconcierto. 

La cuestión es que…

Aunque el duelo es una experiencia natural y profundamente humana, la sociedad también tiene reglas para estas situaciones.

A qué me refiero, hay pérdidas por las que “no está bien visto” llorar y que no son “tan importantes” como otras.

Para ejemplificar, te comparto que dudé en poner la imagen de mi amor peludo en mis estados (como mi manera de honrarla), o decirle a alguien lo que había pasado, porque ya he tenido que escuchar, en anteriores ocasiones:

“Lo bueno es que tu familia está bien.”

“Consigue un nuevo perrito, así superas esto más rápido.”

“Hay cosas peores en la vida.”

“Es solo un animalito.”

“Has superado pruebas más duras, esto no es nada.”

Seguro que sí, sin duda alguna estoy agradecida de contar con mi familia. También es cierto que he tenido que afrontar grandes desafíos en mi vida, pero ¿quién es la voz autorizada para decirnos por qué razones, por cuánto tiempo y con qué intensidad debemos vivir nuestro duelo?

En esta reflexión interna, me di cuenta de que, seguramente, tú también has atravesado por momentos dolorosos que de una u otra manera han sido descalificados por tu entorno, la sociedad, los amigos y familiares; e incluso por ti (desde esos aprendizajes inoculados desde la infancia).

Por eso, hoy te invito a acompañarme a indagar más a fondo sobre el fenómeno del duelo y lo que es un duelo desautorizado.

¿Te animas?

Vamos a ello… 

¿Qué es el duelo? 

Antes de abordar los detalles del duelo desautorizado, resulta importante saber de qué hablamos cuando hablamos de duelo. 

El duelo es una respuesta natural ante la pérdida de algo o de alguien que tiene un gran valor en nuestras vidas.

A menudo, las emociones que experimentamos ante la situación son abrumadoras. Pueden incluir una amplia gama de sentimientos, que fluctúan entre la tristeza, la ira, la confusión, la angustia, la culpa, el desconcierto y la desesperación, entre muchas otras, que seguramente tú podrás evocar.  

También suele afectar nuestra fisiología, pudiendo causar insomnio, fatiga, pérdida del apetito, desequilibrios en la digestión o dolor en diferentes partes del cuerpo. 

Y por ende, puede hacer mella en nuestras relaciones, nuestro desempeño profesional y nuestro sentido de vida. 

A pesar de que parece un recorrido aterrador, no por eso debemos tratar de evitarlo, de reprimir nuestras sensaciones o de ignorarlo. Pues, si no lo atravesamos adecuadamente, a largo plazo, puede transformarse en un grave problema en nuestras vidas.

El duelo es un proceso personal, no se puede decir exactamente el tiempo que nos tomará ponernos de pie nuevamente, ni las reacciones que tendremos a lo largo de la ruta, cada ser humano es un mundo.

Sin embargo, generalmente, colocar las cosas en su lugar podría tomarnos entre 6 meses y dos años, así que no pienses que en una semana podrás estar como nueva, como nuevo, y que continuarás con tu vida, sin alguna que otra recaída o estallido emocional, lo mejor es transitarlo con compasión y paciencia.

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Mujer llora mientras afronta una pérdida

¿Cuáles son las etapas del duelo?

Como ya te comenté anteriormente, cada persona experimenta el duelo a su manera. Sin embargo, existen algunos patrones comunes que han sido identificados por expertos en la materia. Elisabeth Kübler-Ross, psiquiatra suizo-estadounidense, pionera en el estudio del duelo, identificó cinco etapas:

1. La negación

Esta es la primera fase del proceso, en la que podemos sentirnos no solamente conmocionados e incrédulos, sino que incluso podemos perder la sensibilidad por completo, sentirnos adormecidos, como anestesiados.  

2. La ira

A medida que procesamos lo sucedido, empezamos a comprender la realidad de la pérdida, a sentir rabia, impotencia y frustración.

Este es el momento del proceso en que muchas personas nos echamos la culpa de lo sucedido, pensamos que pudimos hacer más, o culpamos a otros.

3. La negociación

Esta es la etapa en la que guardamos una esperanza de que nada cambie, de que algo extraordinario suceda y podamos volver a lo que fue.

Es un momento de hacer tratos, de intentar deshacer la pérdida y aliviar el dolor. 

Si una persona tiene alguna religión, es posible que vuelva la mirada sobre los rituales que le acerquen a su divinidad. Si, por ejemplo, se trata de una ruptura sentimental, podemos cambiar nuestra actitud con la esperanza de recuperar lo perdido; es un momento en el que solemos acudir a la oración, a hacer promesas y al pensamiento mágico. 

4. La depresión

Cuando la pérdida se hace más evidente, es muy posible que nos embargue la tristeza, la impotencia y la desesperanza.

A este período le pueden acompañar otros síntomas, como puede ser el deseo de alejarnos de otras personas, la pérdida de interés en aquellas cosas que solíamos disfrutar y el abandono de actividades relacionadas con el autocuidado. 

El enfrentarnos a la muerte de un ser querido, a la propia enfermedad o a cualquier otra circunstancia que implique la privación de aquello que es significativo para nosotros, puede provocar que perdamos el sentido de vida y propósito, al menos durante un tiempo. 

5. La aceptación

Luego de atravesar las turbulencias del camino, llega esa época en que logramos aceptar lo sucedido y empezamos a avanzar

Debes tener presente que esto no quiere decir que dejarás de sentir tristeza o dolor, simplemente, implica que serás capaz de integrar la pérdida en tu vida y encontrarás nuevas formas de seguir adelante con ella.

Nota importante

Ten en cuenta que las etapas propuestas no son necesariamente lineales y que podemos pasar de una a otra, regresar en el proceso e ir avanzando nuevamente. Tu única alternativa es tener paciencia y compasión contigo. 

Ahora que ya tienes una visión más amplia sobre lo que es el duelo, vamos a entrar en el tema clave que hoy nos ocupa: el duelo desautorizado.

¿Qué es el duelo desautorizado?

El duelo puede clasificarse en distintos tipos, según la naturaleza de la pérdida o las circunstancias que la rodean.

Un duelo desautorizado, prohibido o silente, es aquel que no goza de la aceptación general ni del apoyo social. Este se produce cuando la pérdida que experimentamos y el dolor que sentimos por ella no son considerados “normales” o “legítimos”.

Una de las facetas más complicadas de este tipo de duelo es la falta de apoyo de los demás. Cuando atravesamos por este estado, es posible que sintamos que no podemos hablar de nuestra pérdida o encontrar consuelo en personas cercanas, porque nuestro dolor será invalidado o minimizado. Esto puede agudizar los sentimientos de aislamiento, soledad y depresión.

Cuando el entorno deslegitima nuestro dolor, la clave para sobrellevar un duelo es reconocer que nuestra pérdida es real y válida para nosotros. Sin culpas ni cuestionamientos, a pesar de que, no siempre es tarea sencilla.

Ahora, si somos nosotros quienes nos prohibimos sentir esa pérdida, lo más probable es que exista algún conflicto interno, ligado con nuestros aprendizajes sociales o con nuestros valores, que nos está haciendo ruido y quiere censurar lo que sentimos.

Por ejemplo:

En una sociedad en donde los seres humanos son considerados superiores a otras especies animales, experimentar un profundo dolor por la muerte de un perro o un gatito, podría sentirse como “vergonzoso” o “incorrecto”, puesto que es “solo un animal”.

Y aunque, actualmente, muchas personas vemos a nuestros animales de compañía como miembros de la familia, otras no entienden la profundidad de la emoción y el dolor que acarrea su pérdida. Esto dificulta la libre expresión de la pena, genera sentimientos de culpa (en algunas personas) y también impide encontrar ayuda y contención cuando se las necesita.

Otro ejemplo de duelo desautorizado es la pérdida de una pareja romántica en los años adolescentes y juveniles. Socialmente, tendemos a menospreciar el dolor que puede causar la ruptura de pareja en estas etapas de la vida, quitándole importancia y subestimando las consecuencias que esto puede acarrear. El dolor se considera aceptable solo cuando es una pareja de muchos años o un matrimonio “oficial”.

En este desconocimiento de la profundidad de la relación o las emociones que se pusieron en juego, no vemos las señales de auxilio y privamos de apoyo a esa persona que tanto lo necesita.  

La pérdida del empleo, la jubilación o el cambio obligado de carrera profesional (por cualquier circunstancia) también pueden conducir a un duelo silente y angustioso. Sin embargo, la sociedad lo ve como una situación de poca importancia, ya sea porque no es un hecho aislado o simplemente porque es algo considerado “parte de la vida”.

Existen otros sucesos contemplados en esta categoría del duelo, como pueden ser:

  • La pérdida de una amistad.
  • La muerte de alguien estigmatizado o marginado (una persona que se ha quitado la vida o que tenía alguna enfermedad estigmatizada).
  • La pérdida de la salud, la movilidad o la capacidad cognitiva propias o de una persona amada.
  • La muerte de una expareja.
  • La pérdida de bienes materiales y objetos de valor, entre muchas otras.

Como ya te habrás dado cuenta, existen múltiples causas por las que las personas atravesamos un duelo, y lamentablemente, no todas ellas reciben la atención que se merecen, debido a las convenciones sociales y los prejuicios.

Por esa razón, es indispensable que ya sea como protagonistas del duelo, como sus testigos o acompañantes, reconozcamos que esos duelos “no autorizados” son una experiencia real y válida para quien lo experimenta. De esta forma, estaremos presentes para brindar acompañamiento o para buscarlo, logrando atravesar la tormenta con amabilidad y compasión. 

Ahora, si estás atravesando por alguna circunstancia similar a las descritas y quieres poner en marcha un primer paso para enfrentar las circunstancias, empieza por escucharte y darte mimos. Si necesitas unos días fuera del trabajo, examina la posibilidad de solicitar una licencia; pide ayuda con las tareas domésticas; y sobre todo, date permiso de sentirte triste y vulnerable. 

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Hombre esta triste porque está atravesando un duelo

En conclusión…

El duelo desautorizado es tan doloroso y válido como cualquier otro, aunque experimentarlo puede resultar aún más desafiante que un duelo “legítimo”, si no estamos conscientes de la validez que tiene, sin importar lo que otros digan.

Por eso, quiero pedirte que recuerdes que el duelo es un proceso complejo y multidimensional que afecta a todas las personas en algún punto de la vida. Entender sus etapas, indagar sobre tus ideas al respecto y permitirte experimentar tus propias sensaciones, te ayudará a navegarlo con conciencia, gentileza y compasión. 

Además, te permitirá acompañar a otros desde un lugar más amoroso y libre de prejuicios, consciente de que el duelo, sea cual sea su motivo, es válido y real para la persona que lo vive.

Si quieres conocer más acerca del duelo y hacerte de algunas recomendaciones adicionales para transitarlo de mejor manera, lee el artículo:

Cómo afrontar la pérdida y el duelo de manera saludable.  

Si llegaste hasta aquí no tengo más que agradecerte por tu compañía, ahora es tu turno…

¿De qué te diste cuenta? ¿Hay alguna idea que haya resonado, especialmente, contigo?

Comparte tu experiencia en los comentarios.

Será un placer leerte.

Autora:

Cristina Navarrete Landázuri (Cris Del Viento)

Coach ontológico y escritora

Fundadora de El Refugio del Artista

Redactora en Axon Training

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