En este artículo encontrarás una primera aproximación a los secretos de la motivación y tres trucos para ponerla a funcionar en tu vida.
Seguramente, en más de un espacio habrás escuchado de la importancia de mantener la motivación. De hecho, lo más probable es que tú también utilices a menudo esta palabra.
La motivación es un tema cotidiano. Todas las personas, sea cuál fuere nuestra línea de trabajo o situación personal, hemos experimentado en carne propia lo que se siente contar con ella o padecer su ausencia.

Sin embargo, pocas veces, nos preguntamos de qué se trata este fenómeno, ¿por qué va y viene?, o ¿por qué simplemente a veces nos abandona o llega como una ráfaga de energía?
Hablamos de mantener la motivación, de conservarla y alimentarla, pero ¿cómo hacerlo?
El primer paso, desde mi punto de vista, es conocerla un poco más a fondo, para así reconocerla en nosotros y tener una idea más clara sobre lo que podemos hacer al respecto.
Así que, vamos a sumergirnos en los fundamentos de este concepto.
¿Qué es la motivación?
La motivación es una parte fundamental de nuestro comportamiento, nos impulsa a perseguir nuestros sueños, objetivos y aspiraciones.
En esencia, es una fuerza que nos da energía y dirige nuestras acciones hacia la consecución de ese algo importante que deseamos y valoramos, ya sea de carácter personal o profesional.
Esta alimenta el impulso y la determinación para seguir adelante, incluso frente a los obstáculos y desafíos que la vida nos presenta.
Sin embargo, la motivación no solo es cosa de “poner de parte” o “echarle ganas” y avanzar en medio de la tormenta, sin desmayar. Es una experiencia profundamente emocional y única, en la que influyen una serie de factores internos y externos.
Por eso, la forma en que funciona la motivación en nuestras vidas, está determinada por nuestros valores, creencias y objetivos personales, así como también, por nuestras experiencias vitales y las personas y comunidades que nos rodean.
Así que, como ya te habrás dado cuenta, cuando hablamos de motivación, estamos abordando más que una simple palabrita de uso cotidiano. Más bien, es un fenómeno complejo y multidimensional que ha sido ampliamente investigado por psicólogos, sociólogos y otros estudiosos de las ciencias sociales y humanas.

¿Cuáles son sus componentes?
Ya sea que te hayas propuesto una meta personal o profesional, seguramente, ya te habrás dado cuenta de que para alcanzarla no es suficiente con desearlo. También deberás ser constante en tus acciones y tener la capacidad de hacerle frente a las dificultades que se presenten en el camino.
Es así que, se han identificado tres componentes principales de la motivación, sobre los que debemos poner especial atención:
1. La activación
Esta nos habla sobre la necesidad de iniciar una acción con la intención de lograr una meta o alcanzar una determinada recompensa.
Y ya que se trata del compromiso para accionar hacia lo que queremos obtener, nuestro nivel de activación dependerá, en gran medida, de cuán estimulante y significativo sea para nosotros el objetivo planteado.
Un ejemplo de activación podría ser: inscribirte en un curso de marketing digital y emprendimiento, con el objetivo de poner en marcha tu propio negocio.
2. La persistencia
Este elemento nos habla de la capacidad de mantenernos firmes en nuestro objetivo, de perseverar aun en los momentos de mayor tensión, de superar los obstáculos que se nos presenten en el camino, sin perder de vista la meta que nos hemos planteado.
Volviendo al ejemplo, la persistencia se manifestará en la constancia que tengas para presentarte a las clases en el horario establecido, sin importar si hoy tuviste un día pesado, una discusión con alguien cercano o no dormiste bien la noche anterior.
3. La intensidad
Este componente se refiere al grado de dedicación, concentración y energía que le ponemos a la tarea en cuestión.
Por ejemplo: si aunque asistas a tus clases de marketing digital regularmente, haces lo mínimo indispensable, entregas las tareas, no pones los aprendizajes en práctica y aprendes solo lo necesario para pasar las evaluaciones u obtener el certificado, estarás colocando mínima intensidad a la consecución del objetivo.
Ahora, si por el contrario, incluyes tus clases entre las actividades prioritarias en tu agenda, le dedicas adicionalmente un tiempo a la implementación de los aprendizajes y puesta en práctica, tomas notas de todo lo que se dice durante las sesiones y repasas todo el contenido para aprenderlo (más que para solo pasar un examen), eso significa que le estás dedicando máxima intensidad al asunto.
Y ahora que conoces los elementos que integran la motivación, te cuento sobre sus clases.
Tipos de motivación
A lo largo de la historia, muchas teorías se han fraguado sobre aquello que motiva el comportamiento humano.
Existen teorías que basan sus postulados en la influencia de los instintos sobre el comportamiento; otras hablan sobre los impulsos y las necesidades; existen aquellas que vinculan el grado de madurez de las personas con el nivel de la motivación, entre muchas otras que dejan ver la complejidad del concepto.
Dos de las teorías más reconocidas actualmente, son:
La jerarquía de necesidades humanas de Maslow
Propone que las personas estamos motivadas por una serie de necesidades, entre las que se incluyen:
- Las fisiológicas (agua, alimento, refugio, etc.),
- Las de seguridad (salud, bienestar, seguridad personal y financiera, etc.),
- Las sociales (sentido de pertenencia, amistad, familia, etc.),
- Las de estima personal y de aceptación y valoración externa, y
- Las de autorrealización.
Aunque existen otras necesidades que se sumaron a lo largo de la carrera investigativa de Maslow.
La teoría de la autodeterminación
Sugiere que los individuos nos sentimos más motivados cuando contamos con una mezcla adecuada de tres elementos:
- Autonomía (capacidad de elegir),
- Competencia (saberse competente y poder mostrarlo),
- Relacionamiento (tener un sistema de soporte, sentir que nuestras metas están vinculadas a un propósito más grande, espacios de compartir y crear).
Esta teoría pone el foco en la importancia de lo que se conoce como motivación intrínseca, es decir que, mientras más dueños nos sintamos de las actividades en cuestión, mayor probabilidad existe de que las hagamos y concluyamos.
Pero, más allá de todas las teorías que sobre motivación se hayan gestado, y probablemente se sigan desarrollando, se podría decir que todas, de una forma u otra, estarían de acuerdo en que la motivación puede ser, básicamente, de dos tipos: intrínseca o extrínseca.
1. Motivación intrínseca
Esta nos habla del impulso de participar en una actividad por el mero deseo de hacerlo. Como su palabra lo indica, es algo que crece en nuestro interior, sin necesidad de presiones o recompensas externas.
Podríamos asociarlo con una sensación de disfrute y satisfacción personal. El deseo de hacerlo se origina en nuestro interior y sentimos la llamada a la acción desde el disfrute y la satisfacción que la actividad, en sí misma, nos proporciona.
Las personas intrínsecamente motivadas toman acción por el puro deseo de aprender y dominar la tarea, explorar, crear, mejorar sus habilidades o desarrollarse personalmente, lo que puede conducir, entre otras cosas, a una mayor productividad y bienestar psicológico.

2. Motivación extrínseca
En vista de que, las personas somos seres complejos y además de naturaleza social, estamos, inevitablemente, inmersas en nuestro entorno.
Por eso, nuestras motivaciones también pueden estar determinadas por las presiones sociales, el reconocimiento, las recompensas externas e incluso el temor a las consecuencias de realizar o no una acción.
La motivación externa es una de las más utilizadas a lo largo de nuestra vida para llevarnos a ejecutar una acción o dejar de lado una conducta.
Ya sea que, cuando eras pequeño te dieran un helado por sacar una buena calificación o “la mirada del castigo” (en el mejor de los casos), si no, una terrible paliza, por no lograr el puntaje esperado, conoces de primera mano, lo que es una motivación extrínseca.
Vivimos rodeados de ellas, un aumento de sueldo, un trofeo, el reconocimiento del empleado del mes, simplemente, obtener una mirada de aprobación de tu madre o de tu jefe, todo eso responde a este tipo de motivadores.
¿Cómo vamos hasta aquí?
Seguro, ahora que ya tienes mayor claridad sobre la importancia de la motivación, te estás preguntando:
¿Cómo puedo nutrir mi motivación?
Hay un sinnúmero de opciones para nutrir esa motivación que tanto te hace falta. Por ello, en esta ocasión, te propongo 3 ejercicios para ayudarte con esta tarea:
1. Practica la autocompasión
Cuando nos sentimos sin deseos de hacer algo o nos cuesta avanzar en un proyecto, muy a menudo, solemos acudir a la autocrítica y la exigencia inmisericorde, pensando que así lograremos salir de la inacción.
La realidad es que actuar compasivamente con nosotros, especialmente en momentos de mucha tensión y angustia, resultará mucho más motivante que la autoflagelación.
La cuestión es que crear un diálogo interno comprensivo y cálido, atender a nuestros momentos de debilidad como si fueran los de una persona amada y mirar los reveses como momentos para corregir el rumbo y no como fracasos irremediables, te dará un nuevo impulso para continuar.
Si quieres indagar más a fondo sobre esta práctica, pásate por el artículo: Cultiva la compasión para contigo.
2. Pretende que sientes la motivación
Aunque puede parecer un ejercicio algo infantil o poco efectivo, el actuar como si te sintieras motivada, o motivado, puede ser de mucha ayuda para cambiar tus emociones y empujarte hacia la acción.
Por ejemplo:
Si lo único que quisieras hacer hoy es quedarte en cama y mirar televisión, aunque tengas ese proyecto importante esperándote para avanzar, pregúntate: ¿qué es lo que haría si me sintiera motivada, o motivado?
Toma en cuenta que es lo que pensarías, ¿cuáles serían las tareas por las que iniciarías?, ¿qué vestirías?, e incluso, pregúntate por la actitud que tendrías.
Pon en marcha todas las ideas que tienes al respecto, y evalúa si tu energía y grado de motivación se modifica.
3. Aplica la regla de los 10 minutos
Si sientes miedo o rechazo frente a una tarea, lo más seguro es que te falte motivación para empezar, completar la misión o realizarla constantemente.
Para reducir esos sentimientos incómodos y debilitantes, una buena estrategia es hacer las cosas de tal manera que te demuestres a ti misma, a ti mismo, que la labor no es tan mala, difícil o aterradora como crees y que tienes lo que se necesita para ejecutarla.
La regla de los 10 minutos puede ayudarte a empezar.
La clave de este truco es darse permiso de abandonar una tarea transcurridos 10 minutos.
Cuando llegues a la marca de los 10 minutos, pregúntate si quieres seguir o abandonar. Ya verás que lo más probable es que descubras que tienes suficiente motivación para seguir.
Así que, tanto si te falta motivación para empezar a trabajar en ese proyecto, largamente postergado, como si no consigues ponerte en marcha con esa lista de pendientes cotidianos, usa esta regla para motivarte y pasar a la acción.
Empezar una tarea suele ser lo más difícil. Sin embargo, una vez que te pones en marcha, es mucho más fácil continuar.
Gracias por acompañarme hasta este punto. Ahora el resto está en tus manos.
¿Cómo continuarás trabajando en tu motivación? ¿Qué ejercicio elegirás para empezar?
Comparte en los comentarios.
Siempre es un placer leerte.

Autora:
Cristina Navarrete Landázuri (Cris Del Viento)
Coach ontológico y escritora
Fundadora de El Refugio del Artista
Redactora en Axon Training
Me va a resultar más fácil aplicar la opción de los 10 minutos.
De hecho en este momento lo estoy haciendo y me está resultando. Noto que cada día estoy con mayor ánimo para aprender algo nuevo. Gracias
Hola, Sandra:
¡Genial! Me alegra muchísimo que ya estés aplicando una estrategia y, sobre todo, que te esté dando buenos resultados. Gracias por compartir tu experiencia, de seguro será de inspiración y aprendizaje para toda la comunidad.
Un abrazo
Empezar el curso de coach estor tiene muy motivada
Hola, Claudia:
¡Genial! Es un gusto saber que la formación te mantiene motivada, ¡vamos con esa energía!
Recuerda pasarte por el blog para encontrar recursos adicionales y temas interesantes, que enriquezcan el aprendizaje.
Abrazos