En este artículo descubrirás los principios básicos del movimiento Slow, sus beneficios para tu vida y algunas recomendaciones para incluirlas en tu día a día.
¿Alguna vez te ha pasado que al terminar la jornada no logras recordar ni la mitad de las cosas que hiciste?
¿No será que estás yendo por la vida en “modo hipervelocidad”?
Tanto a ti como a mí, nos puede suceder que en medio de la vorágine de actividades que se agolpan en nuestro diario vivir, perdamos la perspectiva del ritmo al que vamos, de las cosas que hacemos y de lo que es realmente importante.
En medio de la búsqueda de alivio a esta carrera desenfrenada de vivir, que a muchas personas nos ha llevado hasta la extenuación, nace el Movimiento Slow.
Pero, ¿Qué es el Movimiento Slow?
Este movimiento se ajusta mucho a una frase muy conocida en el mundo anglosajón, que habla de un pedido que se hace, a menudo, cuando una persona va frenéticamente por la vida: “Slow Down”, que significa brevemente en español: desacelera, cálmate, ve más lento, reduce la velocidad.
Carlo Petrini fundó en los años 80 el movimiento Slow Food, pionero de lo que luego se convertiría en una filosofía de vida. Este primer paso tuvo como objetivo inicial el de preservar las tradiciones gastronómicas de su región, la buena alimentación y un ritmo de vida pausado.
Sin embargo, evolucionó en el tiempo para dar cabida a una mirada más global relacionada con:
- La salud alimentaria,
- Nuestra relación con el planeta,
- Con un consumo consciente,
- La importancia de consumir productos orgánicos.
A este movimiento le siguieron otros relacionados con distintos ámbitos de nuestra vida, como son las ciudades Slow, el ejercicio Slow, las organizaciones con una cultura del Slow Down, entre otros.
Carl Honoré, periodista y escritor de nacionalidad canadiense y residente en Londres, fue quien, en 2004, con el lanzamiento de su libro: Elogio a la lentitud, recogió todas estas prácticas aisladas y sus propias experiencias e investigaciones y le dio al movimiento el impulso que necesitaba, para convertirlo, en principio, en una revolución cultural.
Carl se convirtió en la voz y el impulsor de este cambio de paradigma, que dejó de ser una serie de acciones aisladas para transformarse en una corriente filosófica y cultural promotora de una vida más calmada, saludable y plena, en donde lo importante esté siempre antes de lo urgente.

Y, ¿Cuáles son los principios básicos del Movimiento Slow?
Algunas de las bases que sostienen esta filosofía son:
1. Haz las cosas a la velocidad justa.
Para describirlo, Carl Honoré utiliza el término: “tempo justo”, que en lenguaje musical, se relaciona con el tiempo o la velocidad de una composición. Los músicos utilizan el tempo para saber en donde tocar las diferentes secciones a lo largo de una pieza musical. Tiene que ver con ir al ritmo justo, ni lento ni rápido.
Todo depende del contexto y el entorno.
2. Aprende a decir que NO.
Esta práctica es una invitación a decirle no a aquello que no queremos en nuestras vidas, para hacerle espacio a lo que sí queremos, a lo que realmente nos importa.
Decir no, aunque puede parecer algo muy simple, suele resultar aterrador para muchas personas.
3. Prioriza lo importante sobre lo urgente.
Aunque esta parece una tarea titánica, en un mundo tan veloz y agitado, el movimiento propone poner primero en nuestra agenda lo que realmente importa.
Para cada persona esto es diferente.
Esta cultura nos recomienda priorizar nuestra salud mental, física y emocional, nuestros vínculos afectivos, el autoconocimiento, entre otras cosas, por sobre las exigencias del entorno.
4. Busca tu propósito
Este precepto nos sugiere vivir nuestra vida presentes en ella, detenernos para escuchar lo que realmente tenemos que decirnos.
Habla de cambiar el foco de atención de las preguntas pequeñas, como:
- ¿En dónde están mis llaves?,
- ¿Cómo llego más rápido a la oficina?,
- ¿Qué hago para reducir mis tiempos de comida?
Por las preguntas grandes como:
- ¿Para qué estoy haciendo esto?,
- ¿Qué es lo que quiero para mi vida?,
- ¿Quién soy yo?
5. Lento es bueno
Este principio pretende acabar con el tabú de que lo lento es malo, poco productivo o ineficaz.
Carl, como voz del movimiento, nos invita a conectar con nuestra “tortuga interior” y a disfrutar del presente a un ritmo más sereno y consciente.
Para quien vive desde este lugar, lo importante no es hacer las cosas lo más rápido que sea posible, sino lo mejor que te sea posible. Siempre priorizando la calidad sobre la cantidad, y dejando de lado el perfeccionismo y la exigencia.

¿Y los beneficios de adoptar el Movimiento Slow?
Aunque estoy segura de que, para este momento, ya debes tener una idea de todas las bondades de adoptar esta filosofía de vida, nunca está de más resaltar algunas de ellas:
Cometerás menos errores en tus actividades y a la hora de tomar decisiones. El hecho de estar presente y darte un tiempo para reflexionar, antes de accionar, te dará una nueva perspectiva de las cosas.
Podrás disfrutar más de la vida, de las cosas importantes, de las cosas simples, de las personas que amas, y de las tareas que llevas a cabo.
Tendrás más energía y creatividad; y, por lo tanto, aumentará tu productividad, sin poner tu salud, tu integridad personal o tus relaciones en riesgo.
Encontrarás el balance perfecto. Pues al combinar el pensamiento rápido (racional, analítico y efectivo bajo presión) con el pensamiento lento (intuitivo, creativo, inconsciente, resolutivo), haces las cosas al ritmo adecuado, tu mente se vuelve más receptiva, paciente y reflexiva.
Crearás conexiones significativas, porque podrás estar presente en tus relaciones de manera más consciente, asertiva, respetuosa y saludable.
Reducirás el estrés activando el pensamiento lento, a través de la meditación, las prácticas de conciencia plena, y otras actividades lentas.

Los mitos, sobre el Movimiento Slow, con que puedes encontrarte.
Como de todas las prácticas disruptivas, o que cuestionan el statu quo, de esta también se dicen algunas cosas que podrían evitar que muchas personas la quieran incluir en su vida. Por eso, te dejo 3 de ellas para que puedas sacar tus propias conclusiones:
1. El movimiento Slow es antivelocidad.
Muchas personas imaginan que al hablar de desacelerar, esta filosofía propone una total oposición a los ritmos rápidos que a veces tenemos que adoptar para lograr ciertas metas.
Pues, es bueno que sepas que el movimiento Slow para nada está en contra de hacer las cosas rápido. Lo único que destaca es que lo importante es que lleves tu vida a tu propio ritmo, con tus propios tiempos, sin permitir que el bullicio y la turbulencia del entorno te absorban.
2. El movimiento Slow es anti-tecnología.
A veces, cuando pensamos en esta cultura que, de alguna manera, nos invita a retomar los alimentos orgánicos, los huertos en casa, el contacto con la naturaleza, las actividades lentas y otras prácticas relacionadas, podemos creer que estas personas están en contra del progreso tecnológico.
La realidad es que los individuos que promueven este movimiento no son ascetas ni tampoco pertenecen a comunidades como los amish, que se apartan de las comodidades y tecnologías modernas.
Al contrario, recomiendan que usemos la tecnología de forma consciente, y que la pongamos a nuestro servicio de manera productiva, tomando el control de ella, sin dejar que esta nos haga esclavos.
3. Si haces las cosas despacio, no podrás lograr tus metas.
El culto al tiempo cronológico que se nos ha inculcado, de generación en generación, muchas veces nos lleva a pensar que hacer las cosas, casi, a la velocidad de la luz, es la única manera de lograr lo que queremos.
“Lo lento no funciona para estos tiempos”, “si vas lento pierdes las oportunidades y te quedas atrás en la carrera”, “vas a fracasar”.
El hecho es que a lo largo de nuestras vidas atravesamos diferentes desafíos que pueden poner en riesgo nuestra motivación personal, nuestra estabilidad emocional y nuestra salud.
Para esos momentos, están las actividades que podrían llamarse lentas como la reflexión, la meditación, la respiración consciente y diversas prácticas de atención plena.
¿Te das cuenta?
Para nada lento significa que no vamos a cumplir con nuestras fechas de entrega o que vamos a llegar tarde a todas partes, simplemente supone comprometernos con una vida armoniosa y balanceada.

¿Quieres saber cómo iniciar tu camino hacia una vida más Slow?
Si la respuesta es sí, aquí te comparto 7 recomendaciones para conectar con esta filosofía:
1. Haz menos.
Crea más espacio en tu vida, añade oxígeno a tu agenda. Evalúa tus prioridades, enfócate (en la medida de lo posible) en una sola cosa importante al día, deja fuera todas aquellas acciones que no te encaminan hacia tu visión de futuro.
Incluye al menos 3 espacios de descanso obligado en tu itinerario.
2. Desconéctate.
Encuentra la manera de desenchufarte de la tecnología, smartphone, redes sociales, y demás distracciones, por al menos 2 horas a la semana, y procura incrementar la desconexión paulatinamente, hasta llegar a 1 hora diaria.
3. Incluye actividades lentas en tu rutina.
Genera espacios de silencio, escucha música, arma un rompecabezas, dibuja, elige cualquier tarea serena y repetitiva que sea de tu agrado e intégrala en tu cotidianidad.
Este tipo de labores son conocidas por ayudarnos a cultivar una sensación de bienestar a largo plazo.
4. Haz un control de velocidad.
Registra la velocidad a la que comes, te bañas, te vistes o realizas cualquiera de las acciones del día a día. Detente un momento, toma conciencia de lo que haces y pregúntate:
¿Estoy haciendo esto demasiado rápido? ¿Puedo hacerlo más lento?
Si es posible ralentizar la acción, toma 5 respiraciones lentas y profundas; y continúa con lo que estabas haciendo procurando estar presente.
5. Apaga el móvil.
No te asustes, que no te voy a pedir tareas imposibles. Este ejercicio consiste en colocar nuestro teléfono en un lugar donde no sea visible, mientras interactuamos con otra persona.
Estar presentes en nuestras conversaciones, sin tener todo el tiempo la expectativa de que llegue una notificación o ingrese una llamada que distraiga nuestra atención, crea conexiones mucho más profundas, saludables y duraderas.
Si en lugar de ocultarlo, puedes apagarlo, cuando quieras tener una charla profunda o complicada, sería ideal.
6. No hagas nada.
Sí, exacto, toma al menos 10 minutos a la semana (si consideras que es imposible hacerlo diariamente) para tener un momento a solas, en silencio, sin hacer nada.
Puedes prepararte un té, mirar por la ventana, ponerle atención a tus sensaciones corporales y pensamientos.
Puede ser que sientas una urgencia increíble de hacer algo, leer, revisar el teléfono o arreglar la habitación, no lo hagas, simplemente obsérvate y acepta que eso te está pasando, pero no te arrebates esos 10 minutos.
7. Empieza tu día sin distracciones.
Evita a toda costa revisar mensajes y redes sociales a primera hora de la mañana, tampoco es buena idea que comiences la jornada mirando las noticias.
Antes de contactar con el mundo allá afuera, empieza tu día poniéndole una intención positiva y conectando con tu mundo interior.
Ten la certeza de que tener un momento contigo a primera hora de la mañana te ayudará a afrontar los desafíos externos con mayor enfoque y tranquilidad.
Si estás buscando pistas para crear tu propio ritual de la mañana, pásate por el artículo: Estrategia clave para elevar tu productividad, estoy segura de que te será de utilidad.
Ahora que hemos llegado al final del viaje, te quiero preguntar:
¿Quieres unirte al movimiento Slow?
Si tu respuesta es sí, ¿Cuál es la primera actividad Slow que incorporarás a tu rutina diaria? Comenta.
Me encantará leerte.

Autora:
Cristina Navarrete Landázuri (Cris Del Viento)
Coach ontológico y escritora.
Fundadora de El Refugio del Artista.
Redactora en Axon Training.
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