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Aprende a relativizar los problemas y disminuye el estrés

En este artículo encontrarás una breve reflexión sobre la importancia de aprender a relativizar los problemas y 5 ejercicios para empezar en el camino de afrontar la vida con mayor claridad y calma.

¡Odio que me digan exagerada!

La realidad es que ninguna persona sobre este planeta, realmente exagera.

La situación es que, a lo largo de nuestras vidas, hemos acumulado una serie de experiencias, que catalogamos como agradables o desagradables, buenas o malas, bonitas o feas. Todas estas vivencias se van archivando en nuestra memoria y de alguna manera empiezan a influir en cómo reaccionamos ante nuevas situaciones similares.

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Puede ser que un sonido, una palabra, un olor o cualquier semejanza con experiencias dolorosas del pasado, nos lleven a sobredimensionar la gravedad de un suceso que en el presente podría resolverse con cabeza fría.

Sin embargo, para nosotras, para nosotros, tiene su razón de ser

Además, nuestro sistema familiar, cultural y educativo, también marcan los límites y valores desde los cuales interpretamos una situación particular.

Es por eso, que resulta vital contar con las herramientas adecuadas para gestionar saludablemente aquellas emociones que afloran en momentos de alta tensión y nos llevan a perder la perspectiva sobre la gravedad de lo que, efectivamente, sucede.

Para nada se trata de minimizar lo que sientes o tu percepción sobre lo que pasa. Simplemente, es acerca de darle su lugar, de encontrar el justo medio, que te mantenga en armonía y te permita abrir el horizonte, aun cuando las cosas parezcan estar hundiéndose ante ti. 

Hace un par de meses decidí hacer una optimización a mi computador, porque es bastante antiguo (una hermosa reliquia) y estaba presentando problemas de incompatibilidad con ciertas aplicaciones y programas que son indispensables para el desempeño de mi trabajo. 

Cabe recalcar que, prácticamente, todas mis actividades profesionales las realizo en línea y mi ordenador es mi oficina.

Después de mucho buscar, encontré el lugar ideal, con las mejores reseñas del mundo entero, o por lo menos de mi país. Personas amables y profesionales, expertas en el sistema operativo de mi computador y para completar, tú puedes mirar lo que le hacen a tu querido equipo, mientras los técnicos trabajan. “La experiencia perfecta” —pensé— “seguro salgo de esto rápido, y con todas las garantías del mundo de estar trabajando a máxima capacidad en menos de una semana”.

Pero no…

Resulta que, ya con mi compañera de trabajo en casa, estaba yo contenta y confiada ejecutando mis labores, cuando, de un momento a otro, apareció la imagen titilante de una carpeta con signo de interrogación en la pantalla, me quedé paralizada.

Respiré por unos segundos para darme el tiempo de pensar y decidí reiniciar el computador, volvió a funcionar, un alivio. 

Tuve que realizar este procedimiento más de una vez, para lograr entregar un trabajo urgente que tenía en puertas y volver corriendo al servicio técnico.

Resulta que había una incompatibilidad entre el disco duro y el equipo, debían cambiar de marca.

Y bueno…

Para hacerte el cuento corto, esa fue una de las primeras visitas que he tenido que hacer, en estos, ya casi, cuatro meses de viaje al servicio técnico.

Es bueno aclarar que, primero, mi equipo jamás había tenido un problema, excepto por estar algo desactualizado; y, segundo, las personas del servicio técnico, efectivamente, son honestas, pacientes, profesionales y muy responsables, simplemente, es algo que sale de su control y del mío. Yo, solamente, continúo, al igual que ellos, pacientemente, haciendo pruebas para que todo quede perfecto en un futuro cercano, eso espero.

Y claro, como no puedo detenerme en mis labores, avanzo al mejor ritmo que me permiten mis posibilidades, con un equipo prestado, luego nuevamente con el mío y así. Tanto ellos como yo, vamos haciendo gala de templanza y compostura, hasta que todo lo necesario esté funcionando al 100%. 

A lo mejor, para este momento estás pensando: “eso es una tontería comparada con mis problemas” e incluso, te reíste un poco de la desgracia ajena.

O tal vez, al contrario, sentiste un escalofrío en la espalda, tocaste madera o cruzaste los dedos, porque la sola idea de que esto te pase, te causó una angustia desenfrenada; o quizá, sentiste genuina compasión por mí y me deseaste buena suerte.

Yo, por mi parte, te confieso que esta situación me ha afectado muchísimo. Me siento angustiada, a menudo, ante la incertidumbre de lo que pasará al día siguiente con mi ordenador, si podré avanzar con mis tareas y un sinfín de ideas que acompañan las circunstancias. No te voy a negar que la estoy pasando mal.

¿Te das cuenta?

Cada una de nosotras, cada uno de nosotros, nos sentimos afectados de diferente forma y en distinto grado, por lo que nos sucede día a día. Lo que para alguien resulta insignificante, sin importancia, para otra persona podría significar el fin del mundo. 

Sin importar, en qué lugar te ubiques, la intención de relativizar los problemas es la de reducir el estrés, afrontar las cosas con más tranquilidad y ser un poquito más felices, aun cuando debamos ocuparnos de los desafíos diarios y también de esas cuestiones más delicadas y existenciales.

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Mujer afronta los retos de la vida con tranquilidad

Entonces, ¿te animas a relativizar los problemas y preocupaciones que te quitan el sueño? 

Vamos a ello…

A continuación, te comparto 5 ejercicios para empezar en el camino de relativizar los problemas y mirar la vida con un poquito más de calma

1. El principio 10-10-10

Susy Welch, periodista y escritora best seller, en su libro “10-10-10: A Life-Transforming Idea” (10-10-10: una idea que transforma la vida) propone una sencilla, pero efectiva herramienta para la toma de decisiones, que vista desde el enfoque de la psicología positiva, es de invaluable ayuda para poner las cosas en su lugar y tener una perspectiva más objetiva de los sucesos de la vida. 

La técnica nos pone frente a frente con las consecuencias futuras de nuestras acciones. Por lo tanto, nos ayuda a liberar tensión, cambiar el rumbo de nuestras decisiones, reformular nuestras respuestas y replantear las actitudes que tomamos, si es que lo consideramos necesario.

Esta, en su versión resumida y adaptada para relativizar los problemas, consiste en hacerte 3 sencillas preguntas, al respecto del desafío que estás atravesando.

Antes que nada, toma una de las situaciones que te preocupan, luego pregúntate:

  • ¿Qué efecto creo que tendrá esto que me angustia en 10 minutos?
  • ¿Cómo me va a afectar en 10 meses?
  • Y, en 10 años, ¿qué grado de influencia tendrá en mi vida?

Seguramente, en la mayoría de los casos, las respuestas a estas preguntas disminuirán la tensión que sientes y te brindarán una mirada nueva. Ya sea para encontrar soluciones o medir tus reacciones.

En contadas ocasiones, te encontrarás con respuestas aterradoras. En ese caso, pon en marcha un plan de acción para corregir el rumbo ahora, no en 10 años, cuando el asunto no tenga remedio.

2. Sé tu mejor amiga, sé tu mejor amigo

El sentido de urgencia y gravedad suelen aumentar cuando se trata de un asunto que nos atañe directamente. Eso hace que nuestras emociones se desborden, que las memorias del pasado fluyan y que la mente se ofusque.

Cuando empieces a desesperarte, toma una respiración lenta y profunda. Imagina que tu mejor amiga, que tu mejor amigo, tiene el mismo problema, ¿qué le dirías?, ¿qué le recomendarías?, ¿se te ocurre alguna idea?

En cuanto tomes distancia de la situación y actives tu modo sabio y empático, sin lugar a dudas, descubrirás nuevas posibilidades. 

3. Sé un espectador de tu vida para relativizar los problemas

Cuando sientas que un evento te sobrepasa y te dispongas a reaccionar desde la violencia y la desesperación, trae a tu memoria este ejercicio.

Primero, respira hondo y cierra tus ojos por un momento.

Segundo, imagina que sales de tu cuerpo físico y puedes verte desde un plano superior. 

Tercero, ahora que estás por encima de ti, observa la situación como si miraras una película, sin más emoción que la empatía que puedes sentir por la circunstancia angustiante de cualquier otro ser viviente.

  • ¿Qué crees que podría hacer quien protagoniza el drama?
  • ¿Su reacción ante lo que sucede está acorde a la situación objetiva?
  • Aleja y acerca la imagen, mira la escena desde todos los ángulos, ¿hay algún detalle que la persona está perdiendo de vista?

Luego de investigar por un momento, vuelve a poner la atención en la respiración y retorna a tu cuerpo.

¿Qué sucedió?, ¿pudiste notar algo que antes te pasó desapercibido?, ¿encontraste nuevas y más saludables alternativas para accionar ante lo que ocurre?

Prueba a jugar un poco con los puntos de vista, te sorprenderás de tus hallazgos.

4. Baja la tensión constantemente

No esperes a que las cosas se te vayan de las manos. Establece una rutina diaria que te permita incluir ejercicios y estrategias para disminuir el estrés, gestionar las emociones y cuidar de ti, de una forma integral. 

Ten presente que nada de esto es tu culpa, no eres débil por reaccionar más intensamente a los estímulos del entorno o por sentir angustia al respecto. Simplemente, eres un ser humano, con experiencias particulares y con una predisposición biológica, de la especie, a estar alerta ante las amenazas.

Así que, libre de culpas, adopta nuevos hábitos que amplíen tu horizonte y te ayuden a sanar las heridas. 

Tu primer paso podría ser la respiración consciente, incluir prácticas de atención plena o crear un ritual de la mañana, mínimo indispensable, para ponerle atención a tu cuidado personal.

Si quieres saber un poco más acerca de estos nuevos hábitos sugeridos, visita:

Incluye la práctica de mindfulness en tu vida y mejórala de forma definitiva, para encontrar varios ejercicios de atención plena, paso a paso, y a tu medida.

Y, si necesitas primeros auxilios básicos: respira. Vuelve tu atención a la respiración, ese aliento vital es lo más importante, sin él se acaba la vida, inicia siempre por el principio de todo. 

5. Pon las cosas en su lugar 

¿Y si mañana se acaba el mundo?

Si eres de las personas a las que les gustan las tácticas algo más radicales, hazte esa pregunta. Seguro que te alejará por un momento de las preocupaciones cotidianas y te permitirá poner en claro tus prioridades.  

Darte cuenta de la fragilidad de la vida, te invitará a pensar más en lo que sí quieres, en lo que es esencial para ti. Te ayudará a dejar de preocuparte y empezarás a ocuparte de aquello que de verdad te importa.

Inténtalo si piensas que la estrategia favorecerá a relativizar tus problemas. Pero si sientes que, por el contrario, te causará más angustia, guárdalo para otro momento.

Ahora que hemos llegado al final del viaje…

Aprovecho para dejarte otros recursos que te pueden ayudar en la tarea de relativizar los problemas: Cultivar gratitud en tiempos de angustia e incertidumbre

¿Estás lista, estás listo, para empezar a relativizar los problemas y retos de la vida?

Anímate a dejar tus reflexiones en los comentarios.

Será un honor leerte.

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Autora:

Cristina Navarrete Landázuri (Cris Del Viento)

Coach ontológico y escritora

Fundadora de El Refugio del Artista

Redactora en Axon Training

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