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Gestión emocional, ¡aprende a vivir en plenitud!

En este artículo encontrarás una breve reflexión sobre la importancia de una adecuada gestión emocional y 5 ejercicios para empezar en el camino hacia el bienestar emocional.

Aunque las emociones son una parte esencial de nuestra vida diaria, a la mayoría de las personas se nos ha enseñado que estas son una faceta de nuestro ser que debemos mantener a raya y que debe ser ocultada de los espacios públicos y sociales.

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Por eso, en muchas ocasiones, vivimos nuestra vida tratando de disimular, controlar o reprimir estas sensaciones que experimentamos naturalmente. E incluso, si llegamos a mostrarlas, nos avergonzamos y recriminamos.

En estas condiciones, no hemos tenido la oportunidad de amigarnos con ellas y aprender a gestionarlas saludablemente. Además, el mundo que nos rodea facilita que afloren intensas y descontroladas, frente a un entorno que nos demanda hacer malabares entre las responsabilidades familiares, profesionales, sociales y las exigencias de hacerlo todo bien y a tiempo. 

Muchas veces ese descontrol y sobrecarga nos lleva a tomar decisiones apresuradas, a tener reacciones desmesuradas y a decir y hacer cosas de las cuales no terminaremos de arrepentirnos nunca. Por esta razón, es esencial que busquemos formas saludables para gestionar nuestras emociones y vivirlas de manera natural y adecuada.

Y, ¿qué podemos hacer para ayudarnos a potenciar nuestra gestión emocional?

Aunque existe un sinfín de estrategias, propuestas por diferentes áreas del conocimiento y, seguramente, siendo tú una persona que se interesa por su crecimiento personal, ya tendrás más de una en tu kit de herramientas emocionales….

A continuación te comparto 5 ejercicios de gestión emocional, para que también los incluyas en tu repertorio.

1. Cuestiona la opinión de tu cerebro

Nuestro cerebro es una máquina de hacer predicciones y estudiar posibilidades. Está continuamente buscando en su catálogo de experiencias, algo que coincida con la situación que vives actualmente, para conectarlas y equipararlas. Esto influye profundamente en tus reacciones emocionales e incluso en la toma de decisiones. 

Todo esto lo hace con la mejor de las intenciones, quiere ayudarte a ahorrar tiempo y esfuerzo en las acciones que diariamente realizas.

Sin embargo, es muy posible que en esta búsqueda de facilitarte las cosas te las dificulte más de lo necesario, confundiendo una sensación con otra. 

Por ejemplo:

La sensación de hambre, sed o cansancio puede hacer que sintamos nuestras emociones algo exacerbadas y muy parecidas a la tristeza, frustración, angustia o ira. Lo que puede provocar que interpretemos lo que sucede a nuestro alrededor de manera inadecuada y entremos en un conflicto innecesario, que se hubiera evitado con un par de buenas horas de sueño, un vaso de agua o una comida a tiempo.  

Por eso, es vital que te des a la tarea de cuestionar qué es lo que realmente pasa cuando te sientes abrumada, abrumado, por tus emociones.

Una pregunta que puedes hacerte es:

¿Es esta emoción producto de una necesidad básica insatisfecha? 

¿La intensidad de lo que siento coincide con la seriedad de lo que está sucediendo?

Estas milésimas de segundo que te tomes para reflexionar, no solo te brindarán una nueva perspectiva, sino que enfriarán un poco tu cabeza y te permitirán reaccionar mucho más acorde a lo que efectivamente sucede. 

2. Chequea tus emociones a diario

Hacer un diagnóstico de nuestras emociones diariamente puede ser una herramienta valiosísima a la hora de tomar decisiones y conocernos a fondo.

Para ello, prepara esa bitácora especial, que utilizas para tus ejercicios personales y sigue los siguientes pasos:

Primero, separa un momento en tu agenda al final del día para conectar contigo y chequear tus emociones. 

Segundo, en ese espacio e instante específico, reflexiona sobre las emociones que has experimentado durante la jornada. Identifícalas y escribe sobre ellas, especialmente sobre aquellas que te resultaron más intensas. 

Tercero, una vez que las hayas detectado, piensa en los acontecimientos o situaciones que desencadenaron esas emociones. ¿Fue una palabra? ¿Una actitud o un gesto? ¿Un olor? ¿Un recuerdo?

Cuarto, pregúntate qué aprendiste de lo sucedido alrededor de estas emociones, ¿cómo puedes usar ese conocimiento para afrontar futuras situaciones similares de una manera adecuada y ecuánime?

Apúntalo todo.

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Hombre pensativo chequeando sus emociones

Quinto, evalúa cómo te sientes después de esta práctica, cierra tu cuaderno y continúa con tu ritual nocturno.

Esta práctica es de gran ayuda para desarrollar la autoconciencia emocional y mejorar la gestión emocional a mediano y largo plazo.

3. Aplica la técnica de gestión emocional: “STOP” 

Los cuatro pasos básicos de esta estrategia son: para, respira, observa y procede.

Primero, para ayudarte a frenar, en momentos en los que experimentes una emoción intensa que parece estar saliéndose de tus manos, haz una pausa y dite a ti misma, a ti mismo: “STOP” (“PARA”, “BASTA”, o cualquier otra orden inmediata que te lleve a detenerte por un momento).

Segundo, haz una respiración completa, profunda y lenta. Procura llenar tu abdomen al máximo y soltar el aire lentamente; esto ayudará a calmar tu sistema nervioso. 

Tercero, observa lo que sientes sin juzgar. Esfuérzate por nombrar la emoción que experimentas de la manera más precisa que te sea posible e identifica las sensaciones físicas que la acompañan. 

Cuarto, da una respuesta, lo más reflexiva que te sea posible, a la situación que estás experimentando. Procura que tus opciones de respuesta estén siempre en coherencia con tus valores y objetivos. 

Este breve proceso reflexivo te ayudará a romper el ciclo de reacciones automáticas y te permitirá tomar decisiones más intencionadas y constructivas en situaciones de mucha tensión emocional.

4. Practica la meditación autocompasiva

La compasión por los demás y por nuestra propia existencia es una cualidad esencial para vivir plenamente, cultivar la empatía y mantener una vida emocional saludable. 

En esta ocasión te comparto una meditación que resulta edificante a la hora de colocar las emociones debilitantes e intensas en su justo lugar y que en el largo plazo te aportará notable bienestar.

Primero, encuentra un sitio tranquilo y cómodo para sentarte o recostarte. (Si quieres colocar música instrumental relajante, hazlo.)

Segundo, cierra los ojos, inhala y exhala lenta y profundamente. Repite varias veces hasta que sientas que tu cuerpo se relaja y el aire entra y sale fluidamente de tus pulmones. 

Tercero, visualiza a un ser querido frente a ti, alguien que realmente te quiere y te admira. No importa si es tu madre, tu hijo o el peludito más mimado de la casa.

Cuarto, durante la visualización, imagina que recibes su amor en forma de energía y así mismo le devuelves todo el cariño que sientes.

Una vez que tengas la emoción y la energía al máximo…

Quinto, suelta la visión y vuelve a ti. Mientras respiras, imagina que envías amor y compasión a tu propio cuerpo, a tu mente, a tus emociones, a cada célula y partícula de tu ser. Inúndate de estas sensaciones. 

Mientras lo haces, puedes repetir en tu mente un mantra que alimente el ejercicio, a lo mejor: “yo elijo mi paz y mi tranquilidad”, “yo soy saludable y serena”, “siempre mantengo la calma”, “las soluciones vienen a mí fácilmente”, “fluyo con la vida y todo me sale bien”.

Sexto, cuando hayas propagado la energía de amor y compasión a todo tu ser, amplía el círculo de compasión, siente como si lo expandieras más allá de tu cuerpo e inundaras con este brillo a otras personas.

Empieza por tu círculo cercano, extiéndelo a tus amigos, conocidos y vecinos, ilumina tu ciudad, tu país y todo el planeta, incluyendo a esas personas con las que puedas haber tenido o tengas un conflicto, no dejes fuera a nadie. 

Si pierdes la sensación de paz y compasión, retorna por un segundo al inicio, a la persona que te ama, luego regresa al ejercicio.  

Séptimo, en cuanto todo a tu alrededor esté inundado de esa energía compasiva, haz tres respiraciones conscientes y profundas para retornar a tu cuerpo. Cuando estés lista, cuando estés listo, abre tus ojos y sigue con tu día.

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Mujer realiza una meditación autocompasiva

Si quieres conocer más sobre la autocompasión, sus bondades y cómo cultivarla, visita: Cultiva la compasión para contigo. Estoy segura de que te brindará claridad y aportará en tu camino hacia el bienestar emocional.

5. Mueve tu cuerpo

Es fácil dejarnos atrapar por la rutina del trabajo, las obligaciones familiares y los compromisos sociales, postergando, muchas veces, indefinidamente, el cuidado de nuestro ejecutor, nuestro vehículo para lograr los sueños, ese que, por más cansado que se encuentre nos sigue fielmente a donde vayamos.

Sí, exactamente, tal como lo imaginas, hablo de nuestro cuerpo físico, ese que tiene que hacer el trabajo duro cuando nos decidimos a emprender cualquier aventura descabellada, que aguanta la pantalla del ordenador por largas horas, que escribe incansablemente y sale corriendo cuando vamos atrasadas, cuando vamos atrasados.

Por eso, es crucial encontrar tiempo para darle el cuidado que se merece, en este caso, con el ejercicio físico adecuado.

El ejercicio regular no solamente mantiene a esta hermosa maquinaria a punto, sino que nos ayuda a mejorar nuestra gestión emocional, nos permite disminuir el estrés acumulado y nos nutre de energía para seguir avanzando.

Es esencial que planifiques tu rutina de ejercicios en función de tu estado físico actual, no tiene que ser nada desafiante o imposible. Empieza estirando y moviendo tus articulaciones, camina consciente y pausadamente, levántate de la silla cada cierto tiempo y salta, o baila un ritmo que te guste, simplemente, muévete. 

No te compliques, busca alternativas que te resulten atractivas y empieza desde donde estás.

Recuerda también incluir entre tus prioridades, nutrirte, hidratarte y descansar adecuadamente. Dale a tu cuerpo físico el combustible que necesita para seguirte en esta alocada aventura de la vida.

Si quieres ir más a fondo en tu rutina de autocuidado, no dudes en pasarte por: Estrategia clave para elevar tu productividad. El autocuidado es un elemento vital para la regulación saludable de nuestras emociones.

Hemos llegado al final de este viaje juntas, juntos, ahora es tu turno de elegir y tomar acción.

¿Cuál de estos recursos incluirás en tu kit de herramientas emocionales para impulsar tu gestión emocional?

Comparte tu experiencia en los comentarios.

Siempre es un gusto aprender junto a ti.

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Autora:

Cristina Navarrete Landázuri (Cris Del Viento)

Coach ontológico y escritora

Fundadora de El Refugio del Artista

Redactora en Axon Training

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