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Conversaciones difíciles: ¿Cómo afrontarlas?

En este artículo encontrarás 5 recomendaciones para mejorar tus habilidades de comunicación y afrontar conversaciones difíciles.

¿Cómo influyen tus creencias en la calidad de tu comunicación?

La realidad es que las creencias influyen en todas nuestras acciones y también causan gran impacto a la hora de comunicarnos y relacionarnos. 

Las creencias más profundas, alrededor de temas como política o religión, pueden crear en muchos casos barreras infranqueables, incomprensión, guerras y destrucción.

No sé si lo hayas experimentado, pero yo puedo decirte que lo he visto de cerca: miembros de la familia que se alejan por cuestiones ideológicas; discusiones interminables sobre posturas políticas, que destruyen relaciones; amistades que se pierden por una creencia religiosa. 

E incluso, aficionados al deporte que se enfrentan hasta matarse por su pasión hacia un equipo u otro.

La intolerancia frente a las opiniones, creencias y forma de ver el mundo de los otros, solamente trae sufrimiento.

El sostener nuestra postura y opiniones como si fueran la verdad absoluta, nos colocan en una posición defensiva desde donde no podemos escuchar a la otra persona. Somos incapaces de ponernos en su lugar y simplemente estamos ciegos a la posibilidad de que existan otros puntos de vista.

Ser receptivos es la clave

Es por esta razón, que resulta vital abordar nuestras creencias desde un sitio distinto. Si lo que queremos es obtener mejores resultados de los que hasta ahora podemos ver a simple vista en nuestro planeta, en nuestra sociedad e incluso en nuestra familia.

Ya sé que muchos de nosotros seguramente no somos líderes políticos o religiosos con gran influencia mundial, sin embargo, siempre podemos, desde nuestro lugar, poner un granito de arena para hacer de este un mundo mejor.

Recibir las opiniones del otro con una mente abierta y desde un espacio de curiosidad, es esencial para construir puentes con nuestras palabras.

Entonces…

¿Cómo abordar las conversaciones difíciles desde un lugar de curiosidad y comprensión mutua?

En la búsqueda de responder a esta pregunta, tropecé con un interesante libro que llamó mi atención:

“I Never Thought of It That Way: How to Have Fearlessly Curious Conversations in Dangerously Divided Times” escrito por Mónica Guzmán

Me permito traducir su título específicamente para este artículo como: “Nunca lo había pensado así: cómo mantener conversaciones audazmente curiosas en tiempos peligrosamente divididos”

El nombre lo dice todo, por eso, me he permitido rescatar 5 interesantes recomendaciones que encontré durante la lectura. Te las comparto desde mi mirada personal y, claro está, sazonadas con mis propios aprendizajes:

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Dos personas conversando y escuchando las opiniones de cada uno

1. Comparte una opinión informal

Habla de lo que crees desde un punto de vista personal, sin dar por sentado que es la verdad, sino una opinión propia desde el lugar en el que te encuentras ahora en tu vida. 

Mantén tu mente abierta y siempre actualizada. Exponla a nuevos estímulos, de tal manera que puedas alimentar tus ideas con información fresca y cambiar de criterio si es necesario.

Si llegas a una conversación sobre temas complejos con la visión relajada, te resultará más sencillo explorar curiosamente el punto de vista de los demás.

Ofrece tu mirada desde un lugar de flexibilidad, como algo que opinas por el momento, pero que al igual que todo en nuestro planeta está en constante evolución. 

Esto no quiere decir que por el bien de la conversación le restarás importancia o valor a aquello que para ti es importante. Lo único que harás es predisponerte a mantener la mente abierta, dejar fluir la conversación difícil y promover que la otra persona o personas también se lo tomen más relajadamente.

Para poner en práctica esta recomendación, la próxima vez que alguien te pregunte lo que piensas sobre un tema delicado, podrías empezar tu respuesta con:

  • “Lo que me viene a la cabeza cuando pienso en ello…”
  • “Ahora mismo, podría decir que…”
  • “Desde mi mirada de las cosas…”
  • “Como yo lo veo, por el momento…”

O con alguna frase similar que dé a entender que aunque tú opinas de esa manera o no estás de acuerdo, hay espacio para otras formas de pensar y sentir sobre lo que sucede en el entorno.

2. Cambia la pregunta

Seguramente ya sabes que las preguntas pueden cambiar el rumbo de las cosas y de nuestras propias vidas de manera exponencial, así mismo pueden guiar las conversaciones difíciles al desastre o a la paz.

Antes de iniciar un diálogo sobre un tema delicado, por lo general, vamos con la intención de “ganar”, establecer un punto de vista y en el fondo nos hacemos la pregunta: “¿Cómo puedo derrotar a esta persona y su perspectiva de las cosas?” “¿Cómo la voy a neutralizar?” 

Es así que, inconscientemente, estamos encaminándonos hacia el desastre. 

Por eso, ya que esas preguntas pueden surgir en nuestro inconsciente, es crucial que nos planteemos otras nuevas y más productivas de manera consciente. 

Algunos ejemplos que podrían hacer la diferencia, son: 

  • “¿Qué es lo que está detrás de esa mirada de la vida?” 
  • “¿Qué es lo que sostiene su perspectiva?”
  • “¿Cuáles son los motivos y antecedentes que la han llevado a percibir las cosas de esa manera?”

Da rienda suelta a tu curiosidad, indaga sobre eso, habla con las personas sobre sus motivos. Es probable, que la conversación resulte mucho más interesante y productiva que un simple round de opiniones, que a menudo alimenta el resentimiento y la incomprensión.  

Además, interesarte por lo que está detrás del enfoque del otro, puede provocar que este haga lo mismo, e incluso cambie de opinión al escucharte.

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Tres alumnas intercambian y escuchan sus ideas

3. Dale su lugar a escuchar en las conversaciones difíciles

Cuando las conversaciones difíciles están en un momento “acalorado” y la otra persona está exponiendo apasionadamente su punto de vista, generalmente sucede una especie de reacción química interior que te provoca interrumpir y discrepar. 

Es, justamente, en ese instante en el que más esfuerzo debes hacer por callar y escuchar.

Escuchar durante un período prolongado, cuando los ánimos están caldeados y la conversación es incómoda, resulta difícil (indudablemente). Sin embargo, es una gran estrategia si es que tu objetivo es la mediación y llegar a un acercamiento. 

Espera a que tu interlocutor haga una pausa, no intervengas de inmediato. Toma una respiración y antes de emitir un comentario sobre las creencias u opiniones de la otra persona, haz otra pregunta. 

El obligarte a preguntar te sacará de esta urgencia de discrepar y volverás a un lugar de curiosidad y sensatez.

4. Reconoce los puntos positivos

¿Suena complicado, verdad?

En realidad, es más fácil de lo que parece. Si reflexionas sobre conversaciones pasadas, te aseguro que descubrirás que en algunas ocasiones te has encontrado escuchando a tu interlocutor y pensando: “tiene un buen punto” o “tiene razón en eso”

Pero, para mantener tu postura, no se lo has dicho y lo has pasado por alto. 

Si llegas a una conversación con la disposición de escuchar y rescatar los puntos de acuerdo que existan, la tarea se volverá más sencilla y la mente se enfocará en encontrar coincidencias. 

De esta manera, contarás con elementos para suavizar las conversaciones difíciles y caminar más ágilmente hacia buenos acuerdos. 

Por eso, antes de intervenir o hacer una nueva pregunta, asegúrate de ofrecerle a la persona aquellas observaciones en las que estás de acuerdo. Así crearás un ambiente más equilibrado, respetuoso y cálido durante la charla.

5. Di “no lo sé”

Cuando no sepas algo, simplemente dilo. 

Nada es más saludable para una conversación difícil que admitir que no lo sabemos todo y que la otra persona tampoco lo sabe todo.

Reconocer que carecemos de la información suficiente, que no tenemos todas las respuestas, no solamente permite que la conversación fluya de mejor manera, sino que también resulta un alivio personal deshacernos de la necesidad de saberlo todo y poder declararnos en ignorancia. 

Eso abrirá las puertas a la incertidumbre, a la flexibilidad, a la curiosidad y a la posibilidad de nuevos y frescos acuerdos y aprendizajes, a pesar de nuestras diferencias. 

Sin más que decir…

Espero que hayas disfrutado el viaje, y te des permiso de cuestionar compasivamente lo que te pasa cuando tienes que afrontar conversaciones difíciles. 

¿Te cuesta escuchar? ¿Tienes miedo de que se tambaleen tus creencias y valores si escuchas a otros que no piensan igual?

Entonces, ¿qué tan segura o seguro estás de lo que crees y defiendes?

Al cuestionarlo todo, no quiero decir de ninguna manera que dejemos de lado todas nuestras convicciones y pasiones, para nada. Al contrario, la idea es que te des la oportunidad de explorarlas, actualizarlas, cuidarlas y dejarlas respirar, para que cuando tengas que exponerlas no sea para imponerlas o defenderlas, sino para compartirlas.

Gracias por leerme.  

¿Cuál es la primera recomendación que piensas poner en marcha para afrontar las conversaciones difíciles?

Comparte tu experiencia en los comentarios.

Siempre es un gran placer leerte. 

Autora:

Cristina Navarrete Landázuri (Cris Del Viento)

Coach ontológico y escritora.

Fundadora de El Refugio del Artista.

Redactora en Axon Training.

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