En este artículo encontrarás una efectiva estrategia para resolver problemas y observar los desafíos diarios desde una nueva perspectiva.
Aunque desearíamos que nuestra vida sea fácil de transitar, fluida y tranquila, más a menudo de lo que quisiéramos reconocer, tenemos que enfrentarnos a la búsqueda de soluciones para pequeños y grandes problemas.
Para eso se han creado innumerables métodos y estrategias, enfocados en todos los gustos y estilos.

Por eso, hoy quiero ofrecerte una posibilidad que nos invita a combinar el pensamiento creativo y el pensamiento crítico en un solo proceso.
Estos dos enfoques, que a primera vista son muy diferentes, al combinarse nos permiten aprovechar sus bondades para llegar a buen puerto.
Para empezar nuestra travesía, lo primero que haremos es indagar un poco en estos dos conceptos, para que con esa claridad “sea pan comido” acoplarlos al momento de resolver problemas.
¿Qué es el pensamiento creativo?
La frase más utilizada para describirlo es “pensar fuera de la caja”.
Es una forma de pensar original, nueva y diferente. Es esa capacidad de encontrar soluciones para nada obvias a cuestiones cotidianas, sin prejuicios de ningún tipo ni limitaciones.
Para hacerlo más evidente, vamos con un ejemplo cotidiano.
Supongamos que acabas de comprar una casa, has puesto en ese proyecto todos los ahorros de tu vida, todo parece perfecto, pero resulta que aparecieron algunos daños en la tubería, que no notaste, y ya no tienes un centavo para invertir en la reparación. ¿Qué haces?
Piensas creativamente
A lo mejor, lo primero que aparece en tu cabeza es hacerlo tú mismo, no es mala idea. Sin embargo, entre que no tienes dinero para los materiales y no cuentas con todas las habilidades que quisieras para resolver la magnitud del daño, esa idea no es una posibilidad viable.
A lo mejor, llegas a la conclusión de que podrías conseguir un trabajo adicional de medio tiempo y empezar a ahorrar para las reparaciones. El problema es que no es una situación menor, la humedad podría expandirse afectando las paredes y pisos, por lo que necesitas tomar una decisión inmediata.
Luego de lanzar ideas de todo tipo, desde robar un banco hasta cambiarte de casa; una idea distinta viene a tu cabeza.
Hace algunos días descubriste que cerca de tu nuevo hogar hay una ferretería, en donde se ofrecían los servicios de construcciones, incluida la plomería. Los buscaste en internet para hacer una cotización y su página era un desastre.
Por esas coincidencias de la vida, tienes conocimientos de diseño web, aunque no es tu profesión. Entonces, piensas que sería buena idea ofrecer al dueño del negocio un intercambio, mientras tú mejoras su visibilidad en internet, él te ayuda con las tuberías.
Aunque no es una forma de resolver problemas muy obvia ni habitual, puede funcionar.
Para darte la oportunidad de pensar creativamente, puedes hacerte algunas preguntas interesantes:
¿Qué pasaría si…? Es un buen lugar desde donde empezar, busca completarla con opciones abiertas, que te den espacio para especular e imaginar.
Abre la puerta y da rienda suelta a la tormenta de ideas. Recuerda que ninguna propuesta es ridícula o imposible, nada se descarta en un primer momento, pues aunque una idea parezca inutilizable, puede suscitar un pensamiento que te lleve a la solución perfecta.
Cuando sientas que te has estancado, la siguiente pregunta que debes poner en marcha es: Y, ¿qué más?
Esta interrogante fomenta la lluvia de ideas y da espacio para la ampliación de ideas existentes.
Además, para poner en marcha todas esas ideas creativas escondidas puedes introducir un concepto fuera de lo común. Por ejemplo, puedes imaginar (solo como un juego) que por alguna razón te quedas sin ingresos, ¿cómo vivirás?, ¿qué harás para pagar tus gastos?, y ¿las reparaciones de la casa?
A lo mejor, después de todas las ideas que has recolectado, la solución a algo que, menos mal, no ha sucedido, está presente y puede resultar en una opción viable para el futuro; podría ser que encuentres atractivo cambiar de carrera y fundar un negocio de diseño web, ofreciendo tus servicios, en primera instancia, a esas pequeñas empresas de tu zona que tanto lo necesitan.
¿Te das cuenta? El pensamiento creativo permite ampliar horizontes y darle rienda suelta a la innovación e imaginación.

Ahora vamos por el segundo elemento de nuestra estrategia para resolver problemas…
¿Qué es el pensamiento crítico?
Este tipo de pensamiento nos habla de analizar las cuestiones y resolver problemas desde una mirada objetiva y racional, basándonos en evidencias tangibles, hechos comprobados, información recabada y observación minuciosa de cualquier fenómeno.
En este caso, se trata de pensar en forma lógica, de recopilar datos al respecto de la situación que debemos enfrentar, procesarlos, clasificarlos, verificarlos y analizarlos, procurando tener una mirada objetiva e imparcial.
Comúnmente, aplicamos esta habilidad, de forma natural, cuando hemos perdido algo y lo queremos encontrar. Por ejemplo, imagina que no puedes hallar las llaves de tu auto. ¿Qué haces?
Por lo general, empiezas a registrar los lugares obvios en donde sueles ponerlas, luego, cuando no están ahí, reflexionas, ¿cuándo fue la última vez que las vi?, ¿en dónde estaba?, ¿qué hice después?
Y así, empiezas a volver mental y físicamente sobre tus pasos hasta que las encuentras, ya sea porque, efectivamente, están en el sitio al que te dirigiste o porque el ejercicio mental te trae su ubicación a la memoria.
¿Qué te parece? Interesante, ¿no?
Cuando estás en modo pensamiento crítico, recopilas datos e información sobre diversas opciones factibles alrededor de lo que quieres lograr. Quizá has utilizado esta habilidad más de una vez, sin siquiera notarlo, cuando elegiste el lugar en donde ibas a vivir, la escuela para tus hijos, hacer un cambio profesional o trasladarte a otro país.
Por eso, es más que seguro que tienes todos los ingredientes necesarios para empezar a combinar estas dos habilidades y encontrar nuevas, originales, efectivas y viables soluciones a los desafíos que la vida te presenta.
Entonces, la pregunta que queda pendiente es:
¿Cómo combinarlas y resolver problemas para encontrar soluciones creativas que funcionen?
Esta, sin duda alguna, será la parte más divertida de nuestro viaje. Pues, te darás cuenta de que, al mezclar estos dos talentos, tendrás la posibilidad de mirar todo el panorama, desde un espacio de libertad, para luego volver a enfocarte con mayor claridad en tu desafío.
Al combinar el pensamiento crítico y el creativo, aprovecharás las ventajas de ambos y evitarás los inconvenientes que podrías tener al mirar las cosas desde un único punto de vista.

Volvamos al ejemplo de esa casa que necesita reparaciones:
Luego de perder por un momento la cabeza y volver a la calma, probablemente, lo primero que harás es pedir una opinión profesional, o varias, con las respectivas cotizaciones.
Posteriormente, vendrá el análisis de la información que has recopilado. ¿Cuál es el diagnóstico de la situación? ¿Cuánto dinero necesitas para resolverlo? ¿Cuánto tiempo demorarán los trabajos? Entre otros detalles (hasta aquí el pensamiento crítico).
Una vez que te das cuenta de que no tienes el dinero suficiente, empieza el momento creativo, en donde surgirán preguntas como:
¿Cómo voy a reparar esas tuberías? ¿De dónde voy a sacar el dinero necesario?
Y, de esas preguntas se derivarán otras que estudiarán diferentes alternativas.
Aquí está tu oportunidad de estudiar todas las opciones, las descabelladas, las llenas de angustia, las tradicionales, las posibles, las imposibles, todas.
Tomas nota de ellas, sin siquiera pensar en lo que escribes, unas propuestas te llevan a nuevas y vas desenmarañando el ovillo.
Y cuando te quedas en blanco, te preguntas: ¿Qué más podría hacer? ¿Qué más?
Cuando te das cuenta de que has drenado completamente tu mente de posibilidades, descansas un momento y te dispones a revisarlas con cabeza fría. (Has hecho uso de tu pensamiento creativo)
Al día siguiente, vamos de vuelta al pensamiento crítico
Repasas lo que escribiste, vas tachando ideas, como aquella de vaciar la bóveda de un banco, depuras tus datos, dejando pendientes de investigación las posibilidades que parecen más viables, pero no necesariamente, tradicionales u obvias, simplemente, esas que no parecen tan locas o ilegales.
Dedicas un tiempo a investigar sobre tus ideas a fondo. Por ejemplo: si la posibilidad uno es hacerlo tú misma, tú mismo, te informas sobre lo que el trabajo requeriría de ti, tanto en habilidades como en uso y manejo de materiales.
Además, pides cotizaciones exclusivas de los materiales e incluso miras tutoriales al respecto. Te pones al tanto de todo lo que implica iniciar esa obra.
Después de analizarlo a fondo, te das cuenta de que, aunque, probablemente cuentes con las habilidades suficientes, no estás en la capacidad de asumir los costos de materiales. La dejas pendiente, por si las dudas.
Luego, pasas a la opción dos en la lista, hacer un intercambio de trabajo con la persona de la ferretería.
Esta idea suena posible, así que también investigas a fondo sobre cómo presentar una propuesta de este tipo, revisas su página web para encontrar todas las posibles áreas de mejoramiento, investigas en el barrio sobre la forma de ser de la persona con la que dialogarás, visitas sus redes sociales, te haces de toda la información disponible para alcanzar el objetivo.
Al final, esta idea es la que te parece más factible, así que tomas tu propuesta y partes rumbo a la reunión con tu posible solución.
Es así cómo pones en marcha el proceso y, bueno, si no resulta, pues habrá que empezar de nuevo… O, tal vez, seguir examinando esa lista de opciones con más detenimiento.
¿Qué te parece hasta aquí? ¿Útil?
Espero que sí. Con este ejemplo pudiste experimentar el uso del pensamiento crítico y creativo como un proceso que se repite y que podemos poner en marcha en cualquier momento o situación.
Gracias a combinarlos obtuvimos una imagen completa de nuestro desafío, vimos todos sus lados, recopilamos datos, los analizamos y pudimos resolver los problemas que se iban presentando.
Ahora te toca a ti.
¿Te animas a combinar estas dos habilidades, conscientemente, a la hora de resolver problemas? ¿Cuándo empiezas?
Comparte tu experiencia en los comentarios.
Será un placer leerte.

Autora:
Cristina Navarrete Landázuri (Cris Del Viento)
Coach ontológico y escritora
Fundadora de El Refugio del Artista
Redactora en Axon Training
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