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Disfruta el camino hacia tus objetivos

En este artículo encontrarás una breve reflexión sobre la importancia de disfrutar el camino hacia tus objetivos.

¿Qué tal se te da eso de vivir el momento?

A muchas personas, incluyéndome, puede resultarnos desafiante alejar la mirada de nuestros objetivos para disfrutar del presente, del camino que estamos recorriendo. Al fin y al cabo, hay metas que queremos lograr, lugares a los que queremos llegar, así que, ¿por qué preocuparnos por el recorrido?

Bueno, al parecer, disfrutar del viaje es mucho más importante de lo que creemos. Cuando abrazamos el aquí y ahora, cuando disfrutamos del proceso en el que nos encontramos, somos capaces de ver más claramente las oportunidades, incorporar las experiencias de aprendizaje y enriquecer nuestras vidas.

Si has viajado por largas distancias en autobús, me darás la razón.

Cuando vas en modo aburrimiento, sin ver ni por la ventana, si evitas bajarte en los paraderos, a no ser que sea para ir al baño, y duermes la mayoría del tiempo, seguramente, llegarás a tu destino en un completo estado de agotamiento.

Pero…

Si, por el contrario, duermes lo necesario para descansar, te bajas a estirar las piernas en los paraderos y pruebas la comida de nuevos lugares, abres las ventanas, tienes a mano tu cámara para tomar fotografías, te das el tiempo para disfrutar del paisaje o tan solo abres un poco la ventana para sentir el aire fresco en la cara, el recorrido se hará más liviano, y arribarás a la meta, con mayor entusiasmo y alegría.

Por otro lado, ¿no te has dado cuenta de que, a menudo, tenemos más momentos memorables que recordar sobre la travesía en sí misma, que sobre el sitio de llegada como tal?

Entonces, con tantas cosas que hacer durante el recorrido, ¿por qué nos resulta tan difícil, simplemente, dejarnos llevar y ser en el presente?

Para responder a esa pregunta, te ofrezco 7 razones posibles y uno que otro antídoto para estos maleficios.

1. Sentimientos de incompetencia

Si sientes que no tienes las herramientas adecuadas para emprender la jornada, si de algún modo parecería que nunca tienes la respuesta correcta o que las habilidades con que cuentas, por el momento, te impiden florecer, es momento de revaluar desde qué lugar estás empezando este viaje. 

Si el objetivo que te has planteado, es más grande que tus competencias actuales, no lo reduzcas, ni lo veas como una maldición. Al contrario, conviértelo en el pretexto perfecto para desarrollarte y buscar la maestría. 

Haz que ser una eterna aprendiz, un eterno aprendiz, sea la firma de tu travesía. Toma clases, lee libros, escucha podcasts, consigue mentores y pon en práctica los nuevos aprendizajes. Haz lo que sea necesario para emprender el viaje con firmeza y seguridad.

2. Sensación de ir sin rumbo fijo durante el camino

Si de alguna manera en el camino hacia tus objetivos, te parece que la ruta se bifurca y estás desviando el rumbo, ya sea por las actividades cotidianas y “urgencias” que nunca faltan, o porque ni siquiera tienes claros tus objetivos, detente para tomar impulso. 

Primero, revisa tus objetivos, clarifica tu mente, plantéalos y replantéalos hasta que sean claros como el agua, hasta que coincidan genuinamente con lo que quieres. 

Luego, sin importar las distracciones del entorno, busca la manera de volver a ellos a diario. Haz que aquello por lo que luchas forme parte de tu día a día, elabora recordatorios para mantener tus objetivos siempre a la vista.

¿Qué te parece crear una pizarra de ideas, en donde coloques papelitos de colores con tus metas y avances? 

¿Funciona para ti colocar recordatorios físicos de hacia dónde te diriges, en lugares visibles, como la puerta del refrigerador o la pantalla del ordenador?

¿Prefieres programar algunas alarmas en tu teléfono para que te hagan acuerdo de tus metas a ciertas horas del día?

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Hombre decide escribir sus metas para fijar su rumbo

¿Qué funciona para ti?

No importa lo que hagas, siempre y cuando, no dejes que tus metas se vuelvan borrosas.

3. La prisión de la rutina

Si tu jornada no es más que un círculo eterno de actividades sistemáticas, que se repiten día tras día, es posible que sientas como aumentan los niveles de agotamiento y angustia, y vayas perdiendo el entusiasmo y vitalidad para encaminarte hacia lo que anhelas. 

Por eso, si te das cuenta de que tu vida se ha estancado, es hora de animarla y darle algo variado.

Recuerda, los viajes deben incluir anécdotas, aventuras y paseos por la playa. 

Por esa razón, de hoy en adelante, pregúntate: ¿Qué puedo hacer hoy que no haya hecho nunca?

No importa lo que sea, incorpora espontaneidad en tu día, aunque tengas que agendarla. Pide algo de comer diferente, conduce por un nuevo camino para ir al trabajo, llama a alguien con quien no hayas hablado en años, haz una caminata en el parque y tómate un helado de un sabor extraño…

Simplemente, elige algo nuevo e interesante para incluir en tu calendario. 

4. Perseguir objetivos obsoletos

A veces abrazamos nuestros objetivos con tanta fuerza, que olvidamos evaluarlos en el camino y reflexionar sobre su validez en las diferentes etapas de nuestra vida. 

La consecuencia más común es llegar a la meta y sentir un profundo vacío y frustración. 

Por eso, es indispensable que te detengas en la ruta, periódicamente, para indagar sobre lo que quieres y no quieres en tu vida, sobre quién eres y hacia dónde deseas ir en este momento.

Y con esa claridad, evaluar tus objetivos, ajustarlos y, si es necesario, incluso cambiar el rumbo y construir nuevos.

5. Sentir que no progresas mientras recorres el camino

¿Aunque incluyes acciones conscientes hacia el logro de tu objetivo, parecería que no avanzas?

¿Sientes que has llegado a una meseta y te quedaste estancada, o estancado?

Puede ser que sea momento de hacer una autoevaluación y preguntarte: 

¿Es posible que esté subestimando mis pequeños logros?

Para responderte, fíjate en la evolución de tus procesos durante esta semana, en el transcurso del mes pasado, e incluso date un tiempo para evaluar lo sucedido desde hace un año. 

¿Qué cambios has realizado? ¿Qué es diferente ahora, de cuando iniciaste tu viaje?

Si luego de indagar te das cuenta de que, efectivamente, no hay evolución, enfócate en añadir algunos hábitos nuevos que te impulsen en la dirección deseada. Empieza poco a poco, recuerda que las transformaciones profundas no se producen de la noche a la mañana, la constancia y la paciencia te ayudarán.

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Mujer incorpora un nuevo hábito para lograr sus objetivos

6. Ser víctima de una crisis

Puede ser que, por razones fuera de tu control, debas afrontar una crisis de salud, económica, afectiva que te obligue a parar y postergar todo eso que tenías planificado y con lo que habías soñado.

Si ese es tu caso, tu única alternativa para atravesar la tormenta es ser amable contigo misma, contigo mismo, brindarte compasión y apoyo. Darte un tiempo libre y vivir un día a la vez, hasta que logres salir a flote y sanar las heridas.

Nos guste o no, a veces, esas caídas forman parte del trayecto, e incluso suelen ser momentos de profunda introspección y aprendizaje, que nos muestran nuevas rutas, nos dan la oportunidad de mirar hacia adentro, y de construir una visión más clara de nuestros anhelos.

En los días más oscuros, busca al menos tres cosas buenas que ya tienes en tu vida:

  • ¿qué podrías agradecer hoy?,
  • ¿cuentas con una persona especial que nunca te abandona?,
  • ¿puedes darte una ducha caliente todos los días?,
  • ¿comiste hoy?,
  • ¿tienes un lugar en donde dormir cada noche?

A lo mejor, ese café de la mañana que estuvo delicioso o esos calcetines favoritos que calientan tus pies, pueden ayudar. Todo es válido para alimentar la esperanza y el entusiasmo. 

Ahora, si te sientes tan desafiada, tan desafiado, por las circunstancias, que te resulta imposible conectar con la gratitud, pásate por el artículo: Cultivar gratitud en tiempos de angustia e incertidumbre. Estoy segura de que encontrarás algunas pautas para empezar.

7. Quedarte sin objetivos

Renunciar a un objetivo largamente anhelado puede ser un proceso muy doloroso. No es fácil aceptar que aquellas metas que han marcado nuestra vida y que, incluso, forman parte de nuestra identidad, no serán realizadas. 

Tal vez soñaste con ser una atleta de alto rendimiento, pero te lesionaste y eso ya no está dentro de tus posibilidades; quizá querías ser piloto de aviación, pero no cumpliste con los requisitos físicos que se solicitaban; o tuviste cualquier otro sueño que se quedó truncado por diferentes razones, y de pronto sientes que el camino ya no tiene sentido.

Entonces, te preguntas: ¿Para qué hacer este viaje, si ya no hay destino?

Para esos momentos de bloqueo total, es vital que traigas a la mesa la importancia del camino, que respires profundo y empieces a plantearte nuevas rutas posibles.

Recoge los aprendizajes, date un tiempo para hacer tu duelo, incluye en tu rutina diaria algo que disfrutes, y plantéate una meta provisional para tu vida, mientras recuperas el enfoque y encuentras nuevos lugares a donde ir.

Algunos ejemplos de metas que te podrían servir son:

“Levantarme todos los días de la cama y vestirme aunque no tenga que salir.”

“Ser amable con las personas que me rodean y conmigo misma, conmigo mismo.”

“Encontrar motivos para sonreír todos los días.”

“Buscar nuevos temas de mi interés, e investigar sobre ellos.”

Eleva tus metas conforme pasa el tiempo, evalúa tus avances y crea nuevos y más ambiciosos objetivos mientras sigues adelante con el proceso, pronto estarás de nuevo en el camino.

Gracias por acompañarme. 

Ya que has llegado hasta aquí, espero que te des la oportunidad de considerar todas estas razones y sus posibles soluciones, y que estés empezando a sentir el deseo de abrazar cariñosamente tu viaje, con todo y sus altibajos.

¿Cuál es la razón que está obstaculizando que disfrutes el camino? ¿Qué vas a hacer para contrarrestarla?

Comparte tus reflexiones en los comentarios.

Será un gusto leerte.

Autora:

Cristina Navarrete Landázuri (Cris Del Viento)

Coach ontológico y escritora

Fundadora de El Refugio del Artista

Redactora en Axon Training

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