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Ira

La ira: aprende a usarla a tu favor

En este artículo encontrarás una breve reflexión sobre la ira, para qué sirve, cómo gestionarla y cómo empezar a amigarte con ella.

¿Alguna vez te has sentido enojada/o?

No lo niegues, al igual que a mí, te ha pasado.

Aunque en algunos casos nos rehusamos a reconocerlo, la ira forma parte de nuestras vidas.

Es una emoción intensa que experimentamos cuando algo ha salido mal o cuando sentimos que alguien nos ha perjudicado. Suele caracterizarse por sentimientos de estrés, frustración e irritación.

Todas las personas la hemos transitado alguna vez.

La ira es una respuesta natural a situaciones frustrantes o difíciles, te ayuda a prepararte para la batalla y te motiva a encontrar respuestas.

Esta emoción se convierte en un problema cuando se manifiesta en exceso y empieza a afectar tu funcionamiento diario y tu forma de relacionarte con el entorno.

La ira puede variar en intensidad, desde un ligero enfado hasta la rabia. A veces puede tornarse excesiva o irracional. En estos casos, suele resultar complicado de gestionar y puede hacer que te comportes de una manera que sería impensable para ti en otras circunstancias.

Cuando esta emoción nubla tu juicio, puede perjudicarte a ti y a todos los que te rodean. Aumenta las posibilidades de que crees un caos a tu alrededor, sin darte cuenta, lo que finalmente te pondrá en una situación confusa y embarazosa. Por eso, es esencial aprender qué es la ira y cómo gestionarla.

Para que te vayas familiarizando de manera más consciente con ella, te invito a explorar algunas de sus características.

Cuando nos enfadamos, nuestro cuerpo experimenta ciertos cambios biológicos y fisiológicos, como por ejemplo: aumento de los niveles de energía, aumento de la presión arterial, incremento de hormonas como la adrenalina y la noradrenalina, aumento de la temperatura corporal, aumento de la tensión muscular, entre otras.

Además, si bien la ira no se manifiesta igual en todas las personas, algunas de las características externas que puedes notar cuando la experimentas son: elevación del tono de voz, puños cerrados, ceño fruncido, mandíbula apretada, temblores físicos, latidos rápidos del corazón, sudoración excesiva y un caminar acelerado.

Ira
características externas del enojo

¿Reconoces alguna de estas señales en ti?

Seguro que sí, vamos por buen camino, empiezas a conocer más de cerca a tu ira.

Sigamos…

¿Cuáles pueden ser las causas de la ira?

Esta emoción puede ser disparada tanto por gatillos internos como externos.

Las cosas que te enojan a ti puede ser que no causen el mismo efecto en mí. Que una persona, una situación o un lugar te provoquen enojo depende de tu mirada de la vida, valores, cultura, experiencias vividas; en definitiva es algo personal.

Sin embargo, como seres humanos, a menudo, tenemos sitios comunes con respecto a este asunto, como puede ser la injusticia social, la traición, la corrupción, lidiar con la pérdida de un ser querido, perder un trabajo, vivir una ruptura, entre muchas otras posibilidades.

Ejemplos más cotidianos de aquello que nos provoca indignación, podrían ser que alguien se haya colado delante de ti en la fila del banco, o que hayas descubierto que tu mejor amiga te mintió, o que una persona muy querida te diga algo que sientes ofensivo en medio de una confrontación… las razones son infinitas.

También puede darse el caso de que estemos utilizando a la ira para sustituir otras emociones con las que preferimos no lidiar, como por ejemplo: la tristeza, la decepción, el miedo, la soledad, la vergüenza o la pérdida. En estos casos, la ira se convierte en una emoción secundaria.

Además, puede ser una reacción al dolor físico, al hambre o al cansancio; e incluso síntoma de depresión, ansiedad y otras condiciones relacionadas con la salud mental.

Ahora, a lo mejor te estarás preguntando:

¿Cómo puedo usar la ira a mi favor?

A pesar de que, en la mayoría de los casos, podría parecer que la ira es una emoción debilitante o negativa que no hace más que causar problemas, y que a su vez nos trae incomodidad y sufrimiento, puede ser una herramienta muy útil para el autoconocimiento y la toma de decisiones.

A continuación te comparto 2 maneras en las que podrías utilizar la ira para tu beneficio:

1. Depura emociones reprimidas

A veces la ira es una emoción secundaria producto de otras emociones que han sido reprimidas por su intensidad o porque de alguna forma son socialmente menos aceptables.

En muchas familias y sociedades es preferible mostrar enojo que otros sentimientos que son entendidos como “débiles” o inadecuados, como puede ser la tristeza, el miedo, la vergüenza o la culpa, entonces, en lugar de mostrar nuestra vulnerabilidad elegimos la ira como la coraza más adecuada.

Por eso, cada vez que sientas que algo está activando el enojo, detente un momento, toma una respiración profunda y pregúntate:

¿Qué es lo que siento realmente al respecto de esto que está sucediendo?

¿Qué significa este enojo? ¿Es ira o estoy sintiendo algo más?

Y una vez que hayas hecho esta reflexión, evalúa nuevamente las sensaciones que percibes en ti, y luego acciona en consecuencia, y si lo crees necesario habla sobre lo que te sucede, no lo reprimas ni lo ignores.

Solamente recuerda ser asertiva/o y respetuosa/o con tu interlocutor/a.

Ira
hombre percibiendo sus emociones y controlando su enojo

2. Úsala como una pieza de información

Esta emoción es una fuente de conocimiento muy valiosa a la hora de indagar sobre tu emocionalidad.

El enfado, por sí solo, indica que alguien ha violado tus límites personales, que a lo mejor alguien te falto al respeto de alguna manera o que sospechabas que algo iba a ocurrir y lamentablemente sucedió.

Este sentimiento te permitirá mirar adentro, entender aquellas cosas ante las cuales estás dispuesta/o a negociar y aquellas que no son negociables, te muestra aquellos elementos necesarios para tomar medidas correctivas ante una situación o dejarla pasar sin consecuencias.

Ahora que, estoy segura, puedes ver algunas de sus bondades, también es importante que sepas que hacer cuando se ha salido de control.

Entonces, ¿cómo puedes gestionar tu ira?

Para ello, hoy te quiero compartir 4 ejercicios sencillos y efectivos para que empieces tu camino hacia un estilo de vida más relajado y pacífico.

1. Identifica los gatillos

Si tienes la costumbre de perder los estribos, ha llegado la hora de que hagas un balance sobre las cosas que desencadenan tu ira.

¿Las largas filas, los atascos, los comentarios sarcásticos o el cansancio excesivo son solo algunas de las cosas que pueden acortar tu mecha?

Aunque la intención no es buscar culpables en otras personas o circunstancias externas, detectar y comprender aquello que desencadena tu ira puede ser de gran ayuda y te permitirá planificar tu cotidianidad en consecuencia.

Una vez que tengas claros los disparadores, estructura tu día de forma diferente para ayudarte a gestionar mejor el estrés.

Y procura incluir breves intervalos de descanso y relajación antes de enfrentar aquellas circunstancias que normalmente te resultan angustiosas.

El simple hecho de reconocer tus puntos sensibles ayudará a que un episodio frustrante, que antes te hacía estallar, se convierta solamente en una situación incómoda que podrás atravesar.

2. Crea un kit para volver a la calma

Si eres de las personas a las que les resulta difícil soltar el estrés del trabajo al llegar a casa, y casi siempre terminas desahogando la ira con tus seres queridos, una excelente solución es crear tu propio kit para volver a la calma, cuando así lo requieras.

Para elaborarlo piensa en objetos que te ayuden a involucrar todos tus sentidos. Cuando puedes mirar, oír, oler y tocar cosas que te calman, puedes cambiar tu estado emocional.

Por eso, tu kit para la calma podría incluir una colorida pelotita antiestrés, una loción perfumada para las manos, una foto de un paisaje sereno, una breve frase que te resulte edificante para que la leas en voz alta y unos cuantos dulces que sean tus favoritos.

Simplemente, incluye cosas que sepas que te ayudarán a recuperar la tranquilidad y la armonía.

También puedes elaborar tu kit virtual para la calma, uno que puedas llevar a todas partes. Incluye cosas a las que puedas recurrir cuando lo necesites y que sean portátiles.

Por ejemplo: música agradable e imágenes calmantes, una corta meditación guiada o las instrucciones para un par de ejercicios de respiración. Si tienes la posibilidad dedica a estos recursos una carpeta especial de tu smartphone.

Ira
Esuchar música como alternativa para la calma

3. Acude a la relajación

Existen un sinnúmero de ejercicios de relajación que puedes utilizar para reducir la ira. La clave está en encontrar el que mejor funcione para ti.

Los ejercicios de respiración y la relajación muscular progresiva (PMR) son dos estrategias habituales para reducir la tensión.

Lo mejor es que ambos ejercicios se pueden realizar de forma rápida y discreta. Así que, ya sea que atravieses por algún tipo de frustración en el trabajo o sientas que vas a enfadarte por un tema controvertido que se está tratando en una comida familiar, puedes soltar el estrés de un modo rápido y silencioso.

Sin embargo, es importante tener en cuenta que los ejercicios de relajación requieren constancia. Al principio, es posible que te parezcan ineficaces o que percibas que no funcionan, sin embargo, con la práctica se convertirán en grandes compañeros de viaje.

También puedes incluir la meditación en tu rutina diaria, pues se ha comprobado sus beneficios al momento de gestionar nuestras emociones.

Un ejercicio muy sencillo para empezar es poner atención a tu respiración en cuanto sientas que vas a enojarte, seguramente la sentirás más agitada y sonora o al contrario como pasmada y tensa. En cuanto detectes que ese es el caso, respira profunda y lentamente, si te es posible cierra los ojos y solamente concéntrate en ella.

En pocos segundos te darás cuenta de que aunque no vuelvas a la completa calma, tu mente estará más clara y podrás pensar con tranquilidad.

4. Muévete

Hacer ejercicio no solo es bueno para tu salud física, sino también para tu salud mental.

Ejercitarte es una forma de canalizar emociones, como la ira, la frustración o la tristeza, de una manera constructiva y eficaz.

Sal a caminar a paso ligero, ve al gimnasio, a la piscina, arregla ese jardín que tenías descuidado, haz lo que sea necesario para quemar la tensión extra que te deja el enojo. Esto te ayudará a descomprimir el estrés y además te permitirá tener una perspectiva más clara de aquello que te está preocupando.

Hasta aquí los ejercicios.

Y para concluir, recuerda…

La ira, al igual que cualquier otra emoción natural al ser humano, tiene una razón de ser, no hay que reprimirla ni dejar que se desboque. Y si sientes que no puedes lidiar con ella a solas o que estás fuera de control, busca ayuda profesional, no hay por qué avergonzarse.

Gracias por leerme.

¿Cuál será el ejercicio que pondrás en marcha?

Comenta. Será un gusto leerte.

Autora:
Cristina Navarrete Landázuri (Cris Del Viento)
Coach ontológico y escritora.
Fundadora de El Refugio del Artista.
Redactora en Axon Training.

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1 comentario


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