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El poder del rapport en el coaching y en la vida cotidiana

En este artículo te sumergirás en la esencia del rapport. Conocerás su historia, su aplicación práctica y su importancia a la hora de fomentar confianza, empatía y entendimiento mutuo, tanto en la vida como en el coaching.

Conexiones, de eso se trata nuestro viaje de hoy.

Hay cosas que no podemos explicar con palabras, pero que son evidentes para nosotras, para nosotros, a la hora de interactuar con otras personas. Unas veces sentimos cercanía con un perfecto extraño y otras, una distancia infranqueable con personas con las que tratamos todos los días, y aunque parece algo absurdo, a primera vista, es totalmente comprensible.

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Por eso, hoy nos vamos a ocupar de esta extraña cuestión, durante nuestro recorrido.  

Los tejidos de la interacción humana son complejos y tienen un millón de elementos que los componen. Sin embargo, podríamos decir que hay un hilo que se destaca por sobre los demás, cuando se trata de salvar diferencias, fomentar el entendimiento, construir empatía y crear confianza, este hilo mágico es: el rapport

Este puede definirse como una relación armoniosa, cercana y empática entre individuos, caracterizada por la comprensión y el respeto mutuos. El rapport es algo más que un momento fugaz de conexión, es la base sobre la que se construyen relaciones significativas y duraderas. 

Establecer rapport, a la hora de comunicarnos, es crucial para crear conexiones profundas, fomentar la confianza y mejorar la calidad general de la interacción, generando sentimientos de empatía y deseos de cooperación.

En esencia, el rapport es el arte de desarrollar entendimiento y confianza mutuos entre las personas, consiste en crear una sensación de armonía, cercanía y alineación en la comunicación. Implica sintonizar con las emociones, necesidades y perspectivas de los demás, fomentando un entorno en el que las personas se sientan escuchadas, valoradas y respetadas.

Profundizando en la esencia del rapport

Esta curiosa palabrita tiene su origen en la lengua francesa, se utilizó por primera vez en el siglo XVII y proviene del verbo “rapporter”, que significa “traer de vuelta”, “relacionar” “devolver”, “referir”, “crear una relación de ida y vuelta”.

Con el tiempo, el término evolucionó hasta abarcar la idea de establecer una relación estrecha y armoniosa entre individuos. En el ámbito de la psicología, el rapport adquirió importancia gracias a la obra de Sigmund Freud (padre del psicoanálisis), quien subrayó su importancia en la relación terapéutica. 

En 1912, Sigmund Freud, planteó la hipótesis de que, para que el proceso terapéutico fuera productivo, el psicoanalista debía tener un interés genuino por el paciente y una actitud comprensiva hacia él. Pensaba que si las dos personas (terapeuta y paciente) estaban conectadas de manera profunda, sería más probable que las pacientes y los pacientes revelaran sus ideas más privadas.  

A medida que los psicólogos se interesaban más por esta noción y el impacto que las relaciones armoniosas entre terapeuta y paciente producían en el proceso de acompañamiento, se dieron a la tarea de entender cómo se podía construir el rapport.

Te cuento un poco más…

En este camino, Carl Rogers y Richard E. Farson (psicólogos estadounidenses) acuñaron el término de escucha activa, para referirse a una técnica de comunicación que podía emplearse para establecer una buena relación terapeuta-paciente.

Rogers sugirió que para que una persona crezca necesita un entorno que le proporcione autenticidad, aceptación y empatía. En este contexto, propuso tres características fundamentales de un terapeuta efectivo: congruencia, aceptación incondicional y comprensión empática.

Años más tarde, Linda Tickle-Degnen (investigadora, psicóloga social y terapeuta ocupacional) y Robert Rosenthal (psicólogo conductual) plantearon una teoría que sugiere que el rapport depende de la interacción dinámica entre tres elementos interconectados: la atención mutua, la positividad y la coordinación.

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Coach aplica el método rapport para ayudar a su coachee

La atención mutua tiene que ver con el interés recíproco que demuestran ambas personas, con respecto a lo que se dicen una a la otra. 

La positividad se refiere a la amabilidad, cercanía y respeto que hay entre dos personas, demostrando que existe entendimiento y cuidado mutuo.

La coordinación entraña el compartir. Es la sensación de que tenemos una vibración similar a la de la otra persona. Esta se manifiesta en las acciones sincronizadas y en el lenguaje corporal.

En la vida cotidiana, estos componentes se expresan de forma espontánea, cuando tienes una relación auténticamente cercana con otra persona. Otras veces, el rapport se desarrolla lentamente y requiere un poco más de trabajo.

Entonces, ¿cómo crear rapport en una sesión de coaching, si es algo que surge de manera espontánea?

Aunque los estudiosos han propuesto un extenso arsenal de técnicas para cultivarlo, a continuación te ofrezco 5 estrategias que te ayudarán en el proceso:

1. Escucha activamente

Presta atención plena a tu interlocutora o interlocutor, sus palabras, gestos, emociones, todo aquello que con su ser quiere transmitir. Escucha para comprender y acompañar, sin juicios ni prejuicios.  

5 breves recomendaciones para empezar:

  1. Mantén el contacto visual con tu cliente para mostrar que estás presente en la conversación.
  2. Utiliza señales no verbales, como asentir con la cabeza o inclinarte hacia delante, para indicar interés.
  3. Parafrasea y resume las palabras de la persona para comprobar si has comprendido adecuadamente el mensaje.
  4. Evita, en lo posible, interrumpir al cliente y permítele expresarse plenamente.
  5. Refleja las emociones de la persona y valida sus sentimientos.

Si quieres afianzar tus habilidades alrededor de esta competencia, no dudes en pasarte por: Profundizando en la maestría de escuchar activamente, no te arrepentirás.

2. Comunica desde la empatía

La empatía, a muy breves rasgos, es la capacidad de “ponernos en los zapatos del otro”, de comprender emocionalmente lo que siente, ver las cosas desde su punto de vista y lograr imaginarnos lo que podría estar experimentando en determinada circunstancia. Comunicar desde ese lugar nos permitirá construir rapport.

¿Cómo hacerlo?

Primero, practica a imaginar que ves las cosas desde la perspectiva del otro. Supón que puedes entrar en su cuerpo y sentir en carne viva lo que le sucede. 

Segundo, reconoce y valida sus emociones. No importa si tu mente está gritando: “¡te haces problema por tonterías!”, o cualquier otra idea que descalifique el sentir del otro. Déjala pasar y escucha con compasión y respeto, sin juicios.

Tercero, utiliza un lenguaje comprensivo y cercano, por ejemplo: “entiendo que puede ser muy complicado lidiar con eso”, “eso suena muy desafiante”, etcétera.

Cuarto, expresa preocupación e interés genuinos por el bienestar de la otra persona y por el desafío que está atravesando.

Quinto, evita la tentación de ofrecer soluciones de inmediato. Primero, céntrate en empatizar con las experiencias que el cliente comparte, y permítele conectar con sus propias herramientas y recursos.

Si piensas que debes trabajar más a fondo en tu capacidad de empatía, no dudes en pasarte por: ¿Eres una persona empática? Descúbrelo y aplícalo en tu día a día, te harás de tres estrategias clave para fomentarla. 

3. Brinda retroalimentación positiva

A veces, cuando nos encontramos atravesando por un proceso de crecimiento personal, nos es difícil identificar los progresos, porque suelen ser sutiles, y en ciertos momentos, pueden parecer inexistentes.

Por eso, se hace indispensable, contar con la mirada objetiva de un otro, para que nos muestre lo que sí hemos logrado, en medio de todos los desafíos.

Para ello, puedes tomar en cuenta estas 5 sugerencias: 

  1. Reconoce los progresos, esfuerzos y logros de tu cliente durante la sesión de coaching.
  2. Honra y alienta, sinceramente, a tu cliente por sus fortalezas y logros.
  3. Destaca, regularmente, ejemplos concretos de crecimiento o mejora que hayas observado en el comportamiento o la mentalidad de la persona. Ya sea desde tu experiencia directa, o con base en sus relatos. 
  4. Utiliza afirmaciones como: “Estás avanzando a paso firme”, “el compromiso que tienes con tu proceso es admirable”, etcétera. 
  5. Refuerza la confianza y la autoestima de tu cliente haciendo hincapié en su potencial de éxito y crecimiento.
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Coach empatiza y escucha de forma activa a su cliente

4. Crea vínculos a través de valores y objetivos compartidos

Aunque no necesariamente debemos coincidir con todas las creencias y valores de la persona a la que elegimos acompañar, resulta vital descubrir puntos de encuentro que nos permitan conectar genuinamente y que, además, nos den pautas para asistirle en el proceso.

Para conseguirlo puedes…

  1. Explorar un terreno común con la otra persona, identificando valores, creencias y objetivos compartidos.
  2. Iniciar un diálogo sobre intereses o aspiraciones comunes, buscando la mejor forma de alinear tu enfoque de coaching con los valores y objetivos de tu cliente.
  3. Utilizar un lenguaje que resuene con la cultura y prioridades de la otra persona, haciéndole sentir que comprendes su perspectiva.
  4. Colaborar con tu cliente para establecer objetivos y planes de acción que reflejen los valores que desea encarnar y la visión de futuro que quiere alcanzar.
  5. Reforzar, continuamente, la conexión coach-cliente a lo largo del proceso, fomentando un sentido de colaboración y alineación.

5. Cultiva la curiosidad y la capacidad de exploración

Pensar fuera de la caja, con curiosidad y sin prejuicios, yendo más allá de las limitaciones que pensamos tener. Ya sea por nuestras condiciones culturales, políticas, geográficas, biológicas o lo que fuera, es una gran herramienta para encontrar nuevos caminos y soluciones.

Además, el animar a tu cliente a explorar nuevas perspectivas, ideas y posibilidades, libremente, convierte el espacio de coaching en un lugar seguro, confiable y acogedor en donde la persona se puede desarrollar “a sus anchas”.  

¿Cómo cultivar la curiosidad e invitar a la exploración?

Para esto, puede ser una buena idea…

  1. Formular preguntas abiertas que inviten a la reflexión y cuestionen antiguas suposiciones.
  2. Invitar a tu cliente a reflexionar sobre sus objetivos, valores y aspiraciones, dándose la posibilidad de analizar nuevas perspectivas.
  3. Explorar, conjuntamente, estrategias y enfoques alternativos para superar obstáculos o lograr los resultados deseados.
  4. Fomentar una mentalidad de aprendizaje y crecimiento continuos, cuestionando creencias maestras y pensamientos arraigados, y ofreciendo retroalimentación cuando sea necesario.
  5. Acompañar a tu cliente a mirar las cosas desde los ojos curiosos de una niña, de un niño. Invitarle a jugar con las posibilidades en su mente, sin temores ni prejuicios.

¿Ya tomaste nota?

¡Genial!

Ahora sí, manos a la obra…

¿Qué será lo primero que harás para fomentar el rapport en tus sesiones de coaching?

Anímate a compartir tus hallazgos y reflexiones en los comentarios.

Siempre es un placer leerte y aprender junto a ti.

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Autora:

Cristina Navarrete Landázuri (Cris Del Viento)

Coach ontológico y escritora

Fundadora de El Refugio del Artista

Redactora en Axon Training

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