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Comparación social: ¿qué es y cómo evitar que te lastimen?

En este artículo encontrarás una breve reflexión sobre el concepto de comparación social y 5 estrategias para dejar de compararte con otras personas y cuidar de tu salud mental. 

¿Alguna vez te has encontrado comparando tu situación de vida con la de otras personas?, ¿sintiendo que no has avanzado lo suficiente o que, al contrario, has superado tus expectativas?

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Vas a esa reunión de los 10 años de egresados y te das cuenta de que nada es lo que solía ser. Aunque todas las personas de la promoción recibieron la misma educación y se graduaron al mismo tiempo, no todo el mundo está en el mismo lugar.

Hay quienes realmente derraman éxito por los poros, otros apenas llegan a fin de mes y ni siquiera trabajan en lo que soñaron. También te encuentras con esas personas “que no han pasado un día” y que se ven tan lozanas como en sus años de la primera juventud y esas que, en cambio, parecen haber sido arrolladas por una locomotora.

En medio de todo eso, te encuentras tú, con tus aciertos y desaciertos, recordando, comparando, poniéndote una carita feliz o reprochándote.  

La cuestión es que compararnos con otras personas es un comportamiento normal, que nos permite diagnosticar, por decirlo de alguna manera, si estamos o no en el camino correcto en relación con nuestras aspiraciones y metas vitales.

Idealmente, la comparación social debería ser un punto de referencia para impulsarnos hacia nuestros objetivos, pero lamentablemente, la mayoría de las veces nos comparamos desde la exigencia y la crueldad, alimentando pensamientos negativos y conductas lesivas, que afectan nuestra autoestima y autoconfianza, e incluso, pueden llevarnos a desarrollar o alimentar condiciones aún más complejas, como la depresión y la ansiedad.

Conozcamos un poco más sobre este fenómeno:

El proceso de la comparación social

La teoría de la comparación social fue propuesta por primera vez por el psicólogo Leon Festinger en 1954. Desde ese momento, han sido muchos los especialistas que han incursionado en este campo de investigación, pues ha demostrado ser una parte notablemente influyente en nuestras vidas.

Este proceso implica que las personas llegamos a conocernos evaluando nuestras propias actitudes, rasgos y habilidades, en comparación con los demás. En su mayoría tendemos a evaluarnos en relación con individuos a los que nos parecemos.  

Existen dos tipos de comparación social: la comparación social ascendente y la comparación social descendente.

1. La comparación ascendente

Esta tiene lugar cuando nos valoramos en relación con personas que consideramos se encuentran en una mejor situación que la nuestra. 

En teoría, hacemos este tipo de referencia, enfocadas, enfocados, en el deseo de mejorar nuestras condiciones de vida, habilidades y posibilidades. Y nuestra motivación nace del anhelo de emular los pasos de quien creemos es un modelo a seguir.  

Lamentablemente, en la realidad, las cosas no son tan sencillas.

A menudo, las personas que consideramos exitosas, no muestran públicamente sus fracasos, errores y demoras, sino que, solo nos permiten ver sus increíbles resultados. Eso puede hacernos sentir que la brecha entre sus logros y nuestro momento vital es infranqueable, lo que actúa en detrimento de nuestra valoración personal. 

Las redes sociales son el ejemplo más claro de espacios de comparación social, generalmente, ascendente. En ellas, solo con deslizar el feed, nos encontramos con un millar de imágenes que hablan de las vidas de nuestras amigas, amigos, conocidos y mentores. Podemos enterarnos de sus aventuras, desventuras, momentos especiales y logros. 

La cuestión es que, en general, los seres humanos no vamos por ahí mostrando nuestras miserias y sufrimientos, y menos aún, en las redes sociales. Por eso, lo más probable es que, no solo presentemos lo mejor de nosotras, de nosotros, sino que, incluso, a veces, exageremos un poquito la realidad.  

Esta dinámica de relacionamiento que existe en estos medios virtuales puede causar sentimientos encontrados, provocar una sensación de inferioridad e incluso desatar emociones desagradables como lo son los celos o la envidia.

Es decir, la comparación ascendente, técnicamente, es beneficiosa para nuestro crecimiento personal, pero al estar continuamente bombardeadas, bombardeados, con información de que “todo el mundo” tiene una mejor vida que la nuestra, posiblemente, cause estragos en nuestra salud mental. 

2. La comparación descendente

“Las cosas podrían estar peor”.

“Por lo menos tengo un techo sobre mi cabeza”.

“Al menos tengo un trabajo, cuando hay tantas personas en el desempleo”.

Son algunas frases que podrían acercarnos al concepto de comparación descendente.  

Como ya te habrás dado cuenta, esta se produce cuando evaluamos nuestras circunstancias y desempeño frente a alguien, que desde nuestra percepción, está peor que nosotras, que nosotros. 

A simple vista, esta estrategia parecería una manera cómoda de hacernos sentir mejor, de elevar nuestra autoestima, de experimentar emociones agradables, de reducir el estrés y la ansiedad, e inclusive, podría permitirnos evocar la gratitud. Sin embargo, “no todo lo que brilla es oro”.

Esta clase de contraste puede ser contraproducente para nuestra salud mental. Pues, el saber que las cosas podrían ponerse más álgidas de lo que están, suele alimentar no solamente la desesperanza y angustia por nuestra situación personal, sino que, incluso, puede hacernos sentir culpa y preocupación por aquellos que están en una situación más grave.  

En definitiva, ya sea que tiendas a compararte, de forma ascendente o descendente, todo dependerá de tu forma de ser y de los límites que le pones a esa comparación, para que las consecuencias sean positivas o negativas.

Desde mi punto de vista, lo ideal sería dejar de compararnos unas con otras, unos con otros, y empezar a superar nuestras propias marcas, con una mirada compasiva y paciente, sin quitar el foco de nuestros objetivos. Aunque no siempre es posible, no se pierde nada intentando.

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Mujer se compara de forma descendente

Por eso, hoy te propongo poner en marcha 5 estrategias para dejar de medirte en función del mundo que te rodea y empezar a vivir desde tus propias marcas.

5 estrategias para dejar la comparación social

Vamos a ellas…

1. Utiliza las redes sociales para tu beneficio

La tecnología en sí misma es inocua, y en la mayoría de los casos, útil y provechosa para nuestras vidas. Sin embargo, el cómo las utilizamos es el secreto. 

Primero

Si sientes que las imágenes idealizadas que ves en redes sociales están haciendo mella en tu autoestima, tómate un descanso. Establece un tiempo específico y limitado para visitarlas. Si es que debes usarlas para tus labores profesionales, haz lo exclusivamente necesario y ciérralas.

Si sientes que la fuerza de voluntad está por abandonarte, acude a la misma tecnología para que te rescate.

¿Cómo? Existen algunos teléfonos inteligentes que te permiten poner límites de tiempo al uso diario de las aplicaciones y también podrás encontrar aplicaciones que te ayudan en esta tarea. Investiga qué es lo más conveniente en tu caso.

Segundo

Haz un esfuerzo por depurar la información que consumes y las cuentas que sigues. Pregúntate: ¿estas páginas me ayudan a crecer?, ¿siento que aportan algo bueno y nuevo a mi vida? O, por el contrario, ¿me causan ansiedad y me hacen sentir sobresaturada, sobresaturado, y fuera de lugar?

Sé honesta contigo misma, sé honesto contigo mismo. Busca espacios educativos e inspiradores que, al contrario de hacerte sentir disminuida, disminuido, te impulsen a sacar lo mejor de ti y alimenten tu amor propio.  

Por ejemplo, si quieres conseguir una mejor condición física, en lugar de seguir al que ya lo logró y solo lo presume, encuentra espacios en donde puedas aprender sobre técnicas para lograr la figura y estado de salud que anhelas para ti.

O, si quieres potenciar tus habilidades mentales y emocionales, sigue cuentas, blogs o canales que te permitan descubrir el camino hacia esa situación deseada, que te faciliten las herramientas adecuadas y te acompañen sin juicios, amorosamente.  

Finalmente

Date la oportunidad de ver a las redes sociales como aliadas para conectar con tus seres queridos, encontrar innovadoras perspectivas para avanzar hacia tus objetivos, descubrir nuevos conocimientos y apoyar causas en las que creas.

2. Identifica lo que activa la comparación social

¿Cuándo empiezas a compararte? ¿Qué pasa en ese momento que detona tu “modo evaluación”?

¿Te sientes descontenta, descontento, con tu vida, al evidenciar los logros de otra persona?

¿Hay alguna persona que constantemente te hace sentir mal contigo misma, contigo mismo?

Registra tus pensamientos de comparación, en cuanto los detectes, si es posible por escrito. Identifica los elementos del entorno, los sucesos o personas que forman parte de la experiencia. 

Hacerle un seguimiento a estos pensamientos y a las emociones asociadas, puede ayudarte a descubrir lo que los activa y a limitar la exposición a estos estímulos que tanto daño te causan. 

Si te cuesta hallar la causa de este tipo de comportamiento, pero estás consciente de que te preocupa, en extremo, lo que los demás piensen de ti y te evalúas rigurosamente, lo más probable es que debas indagar en el estado de tu autoestima y fortalecer la confianza personal. Para ayudarte con esta tarea no dudes en visitar: 9 acciones cotidianas que fortalecerán tu autoconfianza.

3. Aprecia las habilidades de otros

En la mayoría de los casos, resulta sencillo notar las fallas de otras personas. Podemos reconocer fácilmente cuando nos han faltado al respeto, los errores que han cometido o cuando han hecho algo que nos lastima. Sin embargo, cuando se trata de identificar sus virtudes y habilidades, nos cuesta un poco más de trabajo. 

El secreto de esta estrategia es predisponerte a descubrir las cosas buenas en otras personas y apreciar su valor en tu vida y en su propia existencia.

Considérala como una búsqueda de bondades y logros que aportarán a tu crecimiento personal y desarrollo de nuevas capacidades.

Mirar y celebrar genuinamente los éxitos de otros, puede permitirte descubrir lo que hicieron para llegar hasta ahí. E incluso, ayudarte a elaborar tu propio plan de acción para lograr tus sueños. 

Reconocer lo bueno que les pasa a otras personas, alegrarte por el bien ajeno, alejará de ti sentimientos de envidia, resentimiento y culpa que solo detienen tu progreso y te causan sufrimiento.

Así que, de hoy en adelante, celebra los logros propios y ajenos. Quién sabe, tal vez esa persona por la que te alegraste en su momento, con el tiempo se convierta en tu mentora y tu mejor promotora. 

4. Potencia tus habilidades

Ya sea que seas una experta, un experto, en un arte o ciencia, o que al contrario, pienses que no eres muy competente en ciertas tareas, nunca dejes de actualizarte.

Si ya tienes el conocimiento sobre un tema, fortalécelo con nueva información, practica tu disciplina y mantente al día.

Por otro lado, deja de ver a esas áreas en desarrollo como una “debilidad” y empieza a fortalecerlas. Busca espacios de educación formal, educación continua, cursos, talleres, podcasts, tutoriales o cualquier recurso que esté a tu alcance para empezar.

No te abrumes con demasiada información ni quieras abarcarlo todo de una sola vez, elige algo que llame tu atención y empieza por ahí. De seguro, mientras refuerzas tus capacidades y talentos, la necesidad de compararte irá disminuyendo y resultando cada vez más innecesaria. 

En caso de que seas de aquellas personas que han tenido una mala experiencia con la educación, y tengas una bien fundada resistencia para con el aprendizaje, visita: Abraza el camino del aprendizaje permanente, te aseguro que te será de gran ayuda.

5. Enfócate en tus cualidades 

Cuando minimizamos nuestros dones y talentos, se vuelve más fácil que terminemos comparándonos con otros, de formas poco saludables. 

Al igual que con las falencias ajenas, en términos generales, nos resulta más sencillo señalar aquellas cosas que consideramos que hacemos “mal”.  

No obstante, resulta vital que emprendas un camino hacia el descubrimiento de “las cosas que haces bien”, tus virtudes, bondades y talentos. Para eso, te comparto este paso a paso: 

Primero, desapégate de la modestia y predisponte a reconocer todo aquello que te hace extraordinaria, extraordinario. 

Segundo, prepara tu bitácora personal y responde a la pregunta: ¿Qué habilidades, talentos y detalles interesantes reconozco en mí?

Para contestar, enfócate en tus características personales, en tus bondades, tus dones, destrezas y cualidades.

¿Puedes contener la respiración por más de 60 segundos?, ¿eres muy buena, muy bueno, escuchando?, ¿encuentras soluciones en donde todos ven desastre? 

Todo se vale, haz una lista de al menos 5 características.

Tercero, complementa la información que recabaste, preguntando a 3 personas de tu entorno: ¿Qué habilidades, talentos y detalles interesantes reconoces en mí? 

Registra esta nueva lista en tu cuaderno, sin refutar las respuestas.  

Cuarto, combina las dos listas en una. Revisa lo que has apuntado y reconoce que, ya sea que lo veas o no, esas son algunas de tus más apreciables cualidades. 

Quinto, ten a mano tu lista y mírala a diario para recordar lo que te hace un ser único e irremplazable.

Ahora que ya tienes nuevas herramientas…

¿Qué es lo primero que harás para abandonar el hábito de compararte con los demás?

Anímate a compartir tus reflexiones en los comentarios.

Siempre es un gusto leerte.

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Autora:

Cristina Navarrete Landázuri (Cris Del Viento)

Coach ontológica y escritora.

Fundadora de El Refugio del Artista.

Redactora en Axon Training.

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