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5 pasos para hacerle frente al fracaso

En este artículo encontrarás una breve reflexión sobre el fracaso y una estrategia de 5 pasos para hacerle frente y usarlo a tu favor.

“¡Fallaste, y fue impresionante!”

“Del fracaso se aprende, del éxito, no tanto.” 

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Son dos de las frases que más me impactaron de la película “Meet the Robinsons” traducida al español como: “La familia del futuro”. Cuando las escuché por primera vez sentí alivio en el corazón y una reivindicación para todas las veces que he tropezado y he tenido que volver a levantarme. 

Crecí, como muchos de nosotros, en una sociedad en la que se celebra el éxito con bombos y platillos, pero en la que equivocarse no es una opción. Incluso, en algunos casos, es motivo de vergüenza, burla o castigo. 

Pero, yo me pregunto…

¿Cómo aprenderemos si no nos damos la oportunidad de cometer un error, de fracasar?

Aunque la palabrita tiene muy mala prensa, y yo misma me he encontrado diciéndome, en momentos desafiantes de la vida, “eres un fracaso”, porque no logré esto o aquello, a manera de reproche y despectivamente, en realidad, un fracaso no es más que una caída, un revés, un intento fallido, en el camino de conseguir nuestros objetivos.

Pensamientos como: “todos mis esfuerzos fueron inútiles”, “no sirvo para nada”, “fue una total pérdida de tiempo”, “soy un fracaso”, o “todo me sale mal”, le quitan mérito a nuestro proceso de crecimiento, nos arrebatan la posibilidad de aprendizaje y nos impiden ver lo importante de cada uno de los intentos que hacemos, sin importar el resultado. 

Fallar forma parte integral del desarrollo y la creación, todo lo que hoy hacemos con tanta soltura, e incluso de manera inconsciente, es el resultado de un proceso de ensayo y error, en el que decidimos no rendirnos.

Aprender a comer fue una interminable carrera de intentos para lograr que aquello que tomábamos en esa pequeña cucharita de infancia, con forma de animalitos, llegara a nuestra boca sin caer al piso, en la mesa o en nuestra ropa.

Gracias a que no te rendiste, hoy seguramente comes con soltura, e incluso, con elegancia, en esas situaciones que así lo ameritan. 

Conducir es otra prueba, ya sea que manejes una bici, una motocicleta o un automóvil, sabrás que adquirir esa destreza requirió más de un intento, mucho enfoque, alguno que otro momento de frustración y otros tantos de ganas de renunciar definitivamente. Sin embargo, no lo hiciste, hoy vas de un lugar a otro, sin pensar demasiado en ello y llegas a tu destino ilesa, ileso.

¿Te das cuenta?

¿En dónde estaríamos si los científicos de diferentes áreas del conocimiento se hubieran dado por vencidos al primer intento?

A lo mejor no tendríamos iluminación en nuestras casas, agua potable, formas de transporte variadas, ni que hablar de teléfonos inteligentes, ordenadores o internet, nada habría sido posible, sin esos intentos fallidos que ayudaron a corregir el rumbo y a encontrar nuevas salidas. 

Entonces, ¿qué hacer con esas sensaciones debilitantes que nos causa el haber fallado en nuestro objetivo?

Primero que todo, ten presente que puedes necesitar más de un intento para lograrlo, segundo, pase lo que pase, “no tires la toalla”.  

Pero ¿cómo no “tirar la toalla” cuando todo salió peor que mal?

Vamos a eso…

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Mujer piensa cómo continuar luego de equivocarse

5 pasos para hacerle frente a la incomodidad del fracaso

Aunque seamos conscientes de que fallar o equivocarse forma parte de nuestro proceso de evolución y aprendizaje, es innegable que las emociones que atravesamos cuando las cosas no salen como esperamos son difíciles, angustiantes y, en ocasiones, muy debilitantes. Por eso, te dejo este paso a paso para incluir en tu cajita de herramientas emocionales:

1. Conecta con tus emociones

No ignores lo que sientes, no lo reprimas ni lo escondas. Mira a los ojos a tus sentimientos y reconoce lo que te pasa. Acepta que es normal tener un período de duelo luego de una pérdida, de cualquier tipo, fracasos incluidos.

Admite que tenías mucho interés en que las cosas salieran como lo deseabas y que pusiste toda tu energía en ello, te duele, sí, es cierto, pero eso implica que la vida no te da igual y que eres un espíritu creativo, con sueños para hacer realidad.

Toma tu bitácora personal y escribe todo lo que de esas emociones aflore, rabia, ira, dolor, frustración, sin filtros, sin pensar en las consecuencias. Al final, solo tú sabrás lo que escribiste.

Cuando te hayas calmado un poco, evoca una experiencia del pasado, que califiques como fracaso. Trata de recordar las emociones que sentiste en ese momento, ¿cómo lograste disiparlas?, ¿cuáles fueron tus reflexiones al respecto, una vez que pudiste volver a la calma? 

¿Hubo algo de esa experiencia pasada que pudiste poner en práctica, para gestionar mejor tus emociones en posteriores ocasiones?

Ahora que ya tomaste esos recursos el pasado, reflexiona:

  • ¿Cómo puedes transformar la energía de estas emociones y canalizarla de manera creativa?
  • ¿Hay algo que puedas aplicar de las experiencias pasadas para hacer de la situación actual una vivencia menos frustrante?

2. No lo hagas personal al fracaso

Una vez que tengas mayor claridad sobre tus emociones y hayas puesto en orden tu sentir, separa la persona de las acciones.

A qué me refiero…

Generalmente, cuando cometemos un error, nos equivocamos o fracasamos en la consecución de un objetivo, solemos recriminarnos como si esto formará parte de nuestra identidad, de lo que somos. 

Por esa razón, es vital que tengas presente que fallar en algo que te has propuesto, no significa que tú estés defectuosa o defectuoso, de ninguna manera te convierte en una fracasada, en un fracasado, es simplemente, una circunstancia pasajera.

Para que tomes conciencia del grado en que estás personalizando tus fallos, evoca una situación delicada en la que algo no salió de la manera esperada y pregúntate:

  • ¿Qué pensé sobre mí misma, sobre mí mismo, en ese momento?, y ahora, ¿qué pienso al recordarlo?, ¿cómo me siento con respecto a mí?
  • ¿Me sigo martirizando por ese evento hasta hoy?, ¿me culpo?, ¿siento vergüenza?
  • ¿Cuál es el grado de confianza que tengo en mí desde aquella vez?
  • ¿Aquel evento me cambió?, ¿cómo ha afectado mi vida?

Saca tus propias conclusiones. Si te das cuenta de que lo haces personal, procura estar atenta, estar atento, a tus reacciones y recuérdate, tan a menudo como te sea posible, que tú eres mucho más que uno que otro tropiezo en la vida.

Personalizar un fallo, es casi como una sentencia, es declarar que las cosas van a salir mal y que eres incapaz de lograr tus objetivos, mina tu confianza y te paraliza.

3. Integra el aprendizaje

Algo que tienes claro es que, por una razón u otra, no obtuviste los resultados que esperabas. Sin embargo, es posible que estés perdiendo de vista los avances que hiciste durante el recorrido.

Si no obtuviste el puntaje esperado para conseguir esa beca, lo más seguro es que todo lo que estudiaste se convierta en un nuevo punto de partida para la próxima vez que lo intentes, no empezarás de cero.

Ningún proceso, por fallido que parezca, caerá en saco roto, pues siempre que no te centres en el fracaso y te des la oportunidad de volver a intentarlo estarás cada vez más cerca de la meta, aunque tengas que hacer varios intentos. 

Para rescatar los aprendizajes, indaga:

  • ¿Qué puedo hacer para obtener mejores resultados?
  • ¿Qué debo dejar de hacer para lograr el efecto deseado?
  • ¿Cómo podría abrir más puertas y crear mejores oportunidades?
  • ¿Qué avances y mejoras he tenido hasta este punto, que pueden impulsarme hacia mi objetivo?

Estas interrogantes solo buscan inspirarte, úsalas como disparadores, en el camino encontrarás tus propias preguntas.

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Hombre intenta integrar los aprendizajes luego de no obtener los resultados esperados

4. Evalúa tus resultados objetivamente

Ya que has puesto las cosas en perspectiva y tu diálogo interno ha dejado de atormentarte, es hora de hacer una evaluación objetiva de la situación.

Primer paso para una evaluación exitosa: no te tortures por aquello que sale de tus manos.

Luego, con el objetivo de mejorar tus procesos y prepararte para el próximo intento, haz una lista de todos los factores involucrados y separa aquellos sobre los cuales puedes influir, de esos que salen completamente de tus manos. 

Por ejemplo, algo que depende de ti podría ser el grado de organización que tengas, la claridad de tus metas y la constancia con la que realices las acciones necesarias para alcanzarlas. 

Sin embargo, no depende de ti, el clima, las reacciones de los demás, el precio de los insumos que requieres para una u otra actividad o las condiciones del país en el que vives.

¿Lo ves más claro?

Una vez que tengas el listado, analiza qué fue lo que salió mal en la esfera de aquello sobre lo que tú puedes influir, piensa en nuevas estrategias, actitudes y enfoques.

Luego, revisa el inventario de todo lo que está fuera de tu control, y considera si existen algunas medidas que puedas tomar para prevenir, hasta cierto punto, que estos elementos saboteen tus esfuerzos. Si es así, ¡genial!, pero si no, solo concéntrate en aquello sobre lo que puedes impactar directamente. 

5. Enfócate en ti 

Cuando vivimos para cumplir con las expectativas de otros, cualquier fallo se siente mucho más doloroso, porque la frustración de la pérdida se condimenta con la culpa, la vergüenza y el miedo al rechazo.

Por eso, es indispensable que luego de analizar a fondo lo sucedido, respondas las siguientes preguntas con claridad, compasión y franqueza:

  • ¿A quién sientes que has defraudado al no lograr tu objetivo?
  • ¿Para qué emprendiste esta travesía en primer lugar? ¿Querías complacer a alguien más? ¿O es una meta auténticamente tuya?
  • ¿Sentiste la presión del entorno para embarcarte en esta aventura?
  • ¿Cuál fue tu motivación en el camino?

Una vez que sepas las respuestas a estas preguntas, date un momento para analizar la pertinencia de seguirlo intentando o soltar el objetivo. Cuando hacemos las cosas con el único propósito de complacer a otros y atender a sus deseos, esa presión que nos imponemos, puede ser la misma que impida que arribemos a la meta.

Replantea tu objetivo, si es necesario. Hazlo en coherencia con tus valores y deseos. Vuelve a empezar y no te rindas. Abraza tus aciertos y fracasos como parte esencial del viaje.

Ahora que ya tienes esta nueva estrategia, ármate de valor y determinación, avanza sin desmayar y ponla en práctica en esos momentos en los que quieras claudicar.

¿Qué es lo primero que harás para hacerle frente al fracaso?

Comparte tu experiencia en los comentarios.

Será un gusto aprender junto a ti y continuar el viaje.

Autora:

Cristina Navarrete Landázuri (Cris Del Viento)

Coach ontológico y escritora

Fundadora de El Refugio del Artista

Redactora en Axon Training

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