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7 pasos para vencer la procrastinación

En este artículo descubrirás una estrategia de 7 pasos para vencer a la procrastinación y avanzar en esos proyectos largamente postergados. 

No sé si lo has experimentado en carne propia, pero para mí, lidiar con la procrastinación es una lucha diaria que suele drenar buena cantidad de mi fuerza de voluntad.

En vista de esta situación, de que soy un alma curiosa y de que estoy determinada a mejorar mi calidad de vida, me he dado a la tarea de investigar profunda y constantemente, no solo en las causas y particularidades de este fenómeno, sino también, en las diversas estrategias y acciones que podemos tomar para mantenerla a raya.  

Para empezar, quiero que sepas que la procrastinación no es de ninguna manera una señal de vagancia o falta de compromiso.

Por otro lado, es bueno saber que todas las personas procrastinamos de vez en cuando, que esto obedece incluso a cuestiones relacionadas con la evolución de la especie, la calidad del entorno y nuestra condición de salud mental, emocional y física, por eso, de ninguna manera debe hacerte sentir vergüenza o culpa.

Cuando este hábito de postergar se vuelve algo recurrente y empieza a afectar no solamente tu trabajo, productividad o rendimiento, sino que perjudica tus relaciones y repercute en tu estabilidad emocional, es indispensable contar con herramientas que nos permitan avanzar, aun con esos deseos de posponer a cuestas.

En esta ocasión te propongo aplicar una estrategia de 7 pasos para superar a la procrastinación. Toma papel y lápiz y disponte a ponerla en marcha:

1. Atrápate en el acto de procrastinar

Piensa en algo que postergas habitualmente, pero que desearías hacer sin dificultades.

¿Qué pasa antes de que lo dejes para otro momento? ¿Hay algún desencadenante en el entorno? ¿Existen situaciones especiales que te llevan a desviar tu atención?

¿Cuál es tu estilo de procrastinación? ¿Te imaginas que lo haces, pero no logras pasar a la acción? ¿Te pones a arreglar la casa o lavas tu auto? ¿El perfeccionismo no te permite empezar o terminar ese trabajo?

Todas las personas tenemos una forma de postergar particular, que obedece a nuestras necesidades y prioridades. Observa con cuidado y descubrirás cuál es la tuya.

Pon la atención dentro de ti, ¿qué está pasando en tu mente? ¿Sientes algo particular en el cuerpo? ¿Cuáles son las emociones que te invaden cuando procrastinas?

Una vez que tengas respuestas a estas interrogantes, date a la tarea de detectar los puntos clave y procura establecer una alerta para saber cuando estás a punto de distraerte de tu objetivo. Para eso, necesitarás hacer el compromiso de estar presente, ser constante y, sobre todo, tenerte mucha paciencia.

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Mujer procrastinando

2. Identifica la intención detrás de tu procrastinación

A veces no logramos entender la razón por la cual mantenemos en nuestras vidas hábitos que a simple vista parecen nocivos e inútiles.

La realidad de las cosas, es que, todo aquello que hacemos, de una u otra manera, tiene una intención positiva en nuestras vidas. Si bien no lo parece a simple vista, el procrastinar no es una excepción.

Por eso, descubrir el motivo por el cual decides dejar algo importante para más tarde o desviar tu atención hacia cuestiones menos desafiantes, aburridas o desagradables, es vital para entender la conducta y ponerle un freno a tiempo. 

Estas preguntas podrían ayudarte con el proceso:

  • ¿Cuál es la intención positiva de procrastinar? ¿Por qué lo hago?
  • ¿Qué recompensa recibo o que dolor evito en el acto de aplazar?
  • ¿De qué me protege? ¿Qué previene? ¿De qué me provee?

¿Vas encontrando algunas respuestas?

A lo mejor, el simple acto de dejar ese proyecto para más tarde o seguirlo perfeccionando ad infinitum, te protege de la posibilidad del fracaso. O evitar esa conversación incómoda a toda costa, te provee de la sensación de que tu relación “no está tan mal” como piensas y de que todavía hay esperanza. Las respuestas son infinitas, solo debes entregarte al proceso y sincerarte contigo.

3. Detecta tus tácticas de procrastinación más renombradas y las recompensas que te brindan

Todas las personas tenemos trucos “probados y comprobados” para posponer lo que queremos hacer. Por esa razón, debemos ponerlos en evidencia, de esa manera, las alertas serán cada vez más claras.  

Primero, divide una hoja de tu bitácora en cuatro columnas.

Segundo, empezando de izquierda a derecha, coloca en la parte superior de cada columna los títulos:

  • Lo que digo que voy a hacer
  • Lo que hago en lugar de eso
  • Mi truco “probado y comprobado” para postergar
  • La recompensa que recibo 

Tercero, llena tu cuadro con los datos que puedas recopilar, por ejemplo:

Lo que dices que harás puede ser: terminar y poner en marcha el plan de marketing para difundir mi emprendimiento;

Lo que haces en lugar de eso: buscar durante horas nuevas estrategias en internet, además de las que ya has recolectado por meses;

Tu truco “probado y comprobado” para postergar: revisar nuevos cursos gratuitos y pagos de marketing digital, entrar a uno que otro desafío para lanzar tu propio emprendimiento, leer algunos blogs de expertos, decirte: “la investigación también es parte del plan”, inscribirte en un curso más que parece actualizado, etcétera. Darte cuenta de que se te pasó toda la mañana y debes ir a preparar el almuerzo.

La recompensa que recibes: Sentir satisfacción pensando que avanzaste en tu plan, mientras evitas la incomodidad de lanzarlo. Proveerte de gratificación inmediata, protegerte del fracaso, evitar el estrés que te significa empezar a tratar con clientes.  

¿Se va aclarando el panorama?

4. Clarifica lo que realmente deseas 

La claridad sobre lo que realmente queremos lograr y el PARA QUÉ de lo que deseamos, le permitirá a nuestra mente obtener el enfoque que necesita para perseguir nuestro objetivo, aun con los obstáculos y los deseos de retornar a nuestras viejas prácticas procrastinadoras. 

  • ¿Qué es lo que en verdad anhelo?
  • ¿Para qué me puse este objetivo en primera instancia? ¿Tiene valor para mí o lo estoy haciendo por alguien más?
  • Si postergo esta actividad lo suficiente, ¿cuáles serán las consecuencias para mi vida?
  • Si logro poner en marcha lo que me he propuesto, ¿cómo me sentiría?, ¿qué mejoraría?

Una vez que te hayas aclarado, describe tu objetivo de la manera más clara y detallada que te sea posible, tanto que otra persona pueda imaginarlo en su mente como si fuera una imagen o película.

Tu objetivo debe contar con: acciones, fechas, horas y tiempos de duración; razones para ejecutarlo, resultado esperado, debe ser casi como un microplan de acción.  

Un ejemplo sencillo podría ser:

Hacer una rutina de yoga de 20 minutos, tres veces a la semana, lunes, miércoles y viernes a las 8 am, para activar mi cuerpo físico, centrar mi mente, armonizar mis energías y sentirme a gusto cuando me miro al espejo.  

Simplemente, asegúrate de describir tu meta con el suficiente detalle para que tu cerebro lo vea claro, que para él sea evidente el qué, cuándo, dónde, cómo y para qué lo haces, así te resultará más fácil ponerte en marcha hacia ese nuevo comportamiento que deseas instalar. 

Una vez que hayas realizado el patrón varias veces, verás que resulta más sencillo, tu sistema nervioso empezará a desarrollar nuevas conexiones y construirá una nueva relación entre pensamiento, emoción y acción que, poco a poco, eliminará el viejo patrón que solías activar.

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Mujer analiza sus objetivos para dejar de procrastinar

5. Crea las condiciones adecuadas para que la procrastinación sea cosa del pasado

¿Qué recursos necesitas para evocar el comportamiento que deseas incorporar?

¿Qué condiciones puedes crear en tu entorno para que esta nueva forma de actuar sea inevitable?

Ten la disposición de hacer algunos ajustes que favorezcan a la consecución de tu objetivo.

Concretamente, en el caso de la rutina de yoga de 20 minutos de la que hablamos en el paso anterior, destina un sitio específico para esta práctica, si te es posible deja lista la noche anterior tu mat de yoga, mantita o colchoneta; si tu problema es que en lugar de hacer la rutina, te pones a lavar los platos de la merienda, asigna un tiempo prudente la noche anterior para lavar esos platos.

6. Repasa tus objetivos

Ten presente lo que quieres lograr antes de empezar la jornada, revisa tu microplan de acción, léelo y asegúrate de que tienes claro qué es lo que quieres, cómo lo harás, para qué lo haces y cuáles son las condiciones que debes crear para alcanzar tu meta

Repite esta práctica hasta que te salga natural, sin necesidad de usar tus notas.

Y si te encuentras otra vez a punto de acudir a tus viejas prácticas de procrastinación, vuelve al ejercicio, mira lo que escribiste, y retoma las actividades planificadas.

Puede ser buena idea tener a mano tus anotaciones para facilitar su lectura.

7. Recuerda premiar tu esfuerzo

Algunas de las prácticas que realizamos como formas de procrastinación, ya sea, ver nuestra serie favorita durante 3 horas, aprender nuevas cosas, chatear con amigos, leer libros, arreglar el jardín o simplemente sentarnos en el balcón sin hacer nada, también suelen responder a necesidades humanas que queremos satisfacer.

Sin importar si estamos necesitando descanso, variedad, recreación, conectar con otras personas o lo que fuera, es esencial que nos demos la oportunidad de explorarlo, así que, si tus estrategias de postergación te brindan algún tipo de alivio, ¿por qué no utilizarlas como recompensas?

A qué me refiero…

Además de ponernos en marcha con nuestros objetivos, resulta vital reconocer nuestro esfuerzo y darnos uno que otro premio para mantener el enfoque y la motivación, para ello, puedes usar eso que dejaste de hacer y que tanto te gusta.

¿Le dedicaste una hora de atención plena a tu proyecto postergado?, ahora tienes dos capítulos de tu serie favorita para disfrutar, ¿hiciste tu sesión de yoga?, tomar ese té caliente mirando el paisaje, sin pensar en nada, no está nada mal. 

Y si, por otro lado, tus trucos para procrastinar son más del tono culposo y esclavizante, no te preocupes, simplemente, busca algo que te guste realmente, algo que disfrutes y dale un espacio después del cumplimiento de tu tarea. 

Esas pequeñas y grandes recompensas hacen más sencillo avanzar en los objetivos y alimentan saludablemente nuestra necesidad de logro, reconocimiento y autoconfianza.

Ahora que llegamos al final de la ruta, espero que esta breve estrategia te haya resultado útil e interesante.

Recuerda que “la práctica hace al maestro”.

¿Cuál será ese primer proyecto que dejarás de postergar? ¿Cuándo empiezas? 

Comparte tus impresiones en los comentarios.

Siempre es un placer leerte.

Autora:

Cristina Navarrete Landázuri (Cris Del Viento)

Coach ontológico y escritora

Fundadora de El Refugio del Artista

Redactora en Axon Training

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