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Puntos ciegos: aprende a mirar toda tu cancha

En este artículo encontrarás una breve reseña sobre los puntos ciegos psicológicos y 6 recomendaciones para descubrir los tuyos.  

¿Has escuchado hablar de los puntos ciegos? 

Según tu área de experticia profesional o de experiencia personal, es posible que estés pensando en la papila óptica, que es el punto en donde el nervio óptico conecta con el globo ocular y por no tener fotorreceptores es llamada punto ciego.

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Por otro lado, si lo tuyo no es la anatomía, pero eres un as de la conducción, o por lo menos te trasladas sin mayores inconvenientes de un lugar a otro manejando un vehículo, sabrás que existen los puntos ciegos, esos que no puedes ver a través del parabrisas, del retrovisor y de los espejos laterales, y que pueden impedirte detectar a otro automóvil, moto, ciclista o peatón.

Así mismo, las personas tenemos puntos ciegos psicológicos, que no solamente albergan prejuicios inconscientes que nos impiden ver las cosas objetivamente, sino que evitan que nos demos cuenta de ciertos aspectos de nuestra personalidad y formas de comportamiento, que podrían estar afectando nuestras vidas.  

Todos tenemos puntos ciegos

Por eso, no sabemos a ciencia cierta cómo nos ve el mundo y, muchas veces, no medimos el impacto que tienen nuestras acciones en otras personas.

Estos puntos ciegos pueden tener una infinidad de colores y sabores, pero te propongo los siguientes ejemplos para que te vayas familiarizando con ellos: 

Llegas tarde a tus compromisos constantemente, es una práctica habitual y tú sabes que tienes razones de sobra. Sin embargo, no te detienes a pensar en el mensaje que eso envía a la persona que te espera. ¿Será que no te importa? ¿Será que no la respetas ni a ella ni a su tiempo?

Seguramente, tu intención no es lastimar a nadie. De hecho, no lo ves como algo “tan malo”, son cosas que pasan, pero es posible que estés dando el mensaje equivocado. 

A lo mejor, en cuanto a relaciones románticas, eliges el mismo tipo de persona una y otra vez, es como si aparecieran en tu puerta mágicamente, sin que hagas nada para encontrarlas. Las cosas siempre terminan en desastre y te preguntas: ¿por qué mis relaciones siempre acaban mal?

No me cabe la menor duda de que deseas en tu vida una relación cálida, edificante y duradera. La cuestión es que muchas veces tenemos heridas no sanadas, asuntos que resolver, que por desconocimiento siguen alimentando comportamientos autodestructivos y formas de relacionarnos conflictivas. 

Y así, existen un sinfín de situaciones y comportamientos cotidianos, que son invisibles para nosotros, por lo tanto, ni siquiera nos enteramos de que debemos resolverlos o gestionarlos.

Por eso, la mejor forma de lidiar con ellos, es descubrirlos y estar conscientes de su existencia. Para ayudarte con esa tarea te propongo poner en práctica estas 6 recomendaciones para poner a tus puntos ciegos en evidencia:

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Mujer piensa y analiza sus puntos ciegos

1. Reconoce que tienes puntos ciegos

Sin importar cuánto trabajo personal hayas hecho a lo largo de tu vida, es muy probable que todavía te quede uno que otro punto ciego que identificar, así que, entrégate al ejercicio con una mirada curiosa, libre de culpas y miedos.

Pase lo que pase, observa tus descubrimientos con compasión y acéptalos como parte de tu camino de autoconocimiento.

2. Pide una opinión externa 

Como ya te habrás dado cuenta, aquello que se encuentra fuera de nuestra área de visión, a menudo, es inexistente para nosotros. Por lo tanto, necesitarás arriesgarte a ir por una mirada ajena a la tuya para descubrir estos tesoros. 

El primer desafío será encontrar una persona que te conozca bien, que se preocupe genuinamente por ti, en quien confíes plenamente y que sea capaz de hablarte con sinceridad.

El segundo reto es que tú tengas la apertura para recibir lo que la otra persona tenga que decir, sin resentimientos ni cuestionamientos. Deberás enfrentarte a esta conversación con ojos de aprendiz, con curiosidad y buena disposición para escuchar.

Una vez que hayas creado esas condiciones de confianza, transmite tu deseo de conocerte mejor, de indagar en esas cosas que no puedes ver de ti, pero que te resultaría de gran valor saber, para mejorar tu vida, tu relación contigo y con los demás. 

Si no tienes idea por dónde empezar esta charla, tal vez estas preguntas logren inspirarte:

  • ¿Qué piensas que es lo que quiero de la vida?
  • ¿Hay algo que te molesta de mí, que hago de manera recurrente y no me doy cuenta?
  • ¿Qué opinas que hago bien, me sale natural y ni siquiera lo noto?
  • ¿Hay algo de mí, que para ti es obvio, pero que yo no logro ver?

Tomando en cuenta que la retroalimentación puede ser un proceso por demás incómodo y mucho más cuando hablamos de algo tan delicado como nuestros puntos ciegos, lo más aconsejable es tener a mano una estrategia para procesar los datos recibidos. 

Tener presente estas ideas podría servir: 

Solo di gracias

Evita intentar disuadir o contradecir a la otra persona.

Sé que cuando hablamos de temas sensibles podemos tener una reacción emocional, nuestro primer impulso puede ser defendernos, simplemente, no lo hagas, toma las observaciones que recibes, escríbelas (si lo crees necesario), luego imagina que las guardas en una cajita para luego revisarlas con calma y decidir si te son de utilidad. 

Descarta lo que no sea útil

Existe la retroalimentación útil y aquella que solo es reflejo de los prejuicios propios de nuestro interlocutor. El feedback inútil es impreciso, vago, nos desmotiva y avergüenza. Por otro lado, aquel que es relevante, aunque sientas que te golpea en el rostro, será claro, específico y encenderá una luz en tu cabeza.

Empieza a mirar con nuevos ojos

Si encuentras observaciones que te dan sentido, empieza a buscar nuevos comportamientos para transformar esos puntos ciegos.

Si te han dicho que hablas de manera despectiva y que parece que siempre estás enojada, enojado, entonces, empieza a integrar conscientemente algunas prácticas como relajar tu rostro previo a una conversación complicada, respirar profundo antes de responder y modular mejor tu voz.

Repite esta práctica cada cierto tiempo. Si te sientes lista, listo, hazlo con más de una persona y en diferentes esferas de tu vida, esto te aportará perspectiva y diversidad de miradas.

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Hombre empieza a ver todo con nuevos ojos

3. Observa tus puntos fuertes 

Aunque parezca contradictorio, otro ejercicio que nos puede ayudar a revelar nuestros puntos ciegos, es revisar todas aquellas cosas que hacemos bien.

Muchas veces nuestras fortalezas vienen acompañadas de puntos a desarrollar que hemos perdido de vista. Así que, pregúntate:

¿Cuáles son mis mayores fortalezas? ¿Qué hago bien y con facilidad?

Una vez que las tengas, busca cuestiones asociadas que te resulten complejas de resolver o que te causen algún tipo de conflicto o dificultad, algo que estés ignorando, consciente o inconscientemente.  

Por ejemplo, hay personas que son excelentes para pasar a la acción, pero no planifican lo suficiente para llevar los proyectos a buen puerto. Existen otras que adoran planificar, son las mejores para elaborar proyectos, pero los tienen archivados porque son incapaces de tomar acción. ¿Te das cuenta? 

Muchas veces se hace imposible explotar al máximo nuestros dones y talentos, porque no vemos el proceso global y nos quedamos estancadas, estancados, en un círculo vicioso que nos impide avanzar.

4. Considera tus puntos débiles

Aunque así lo parezca, los puntos ciegos no siempre son cuestiones negativas de nuestra personalidad o comportamiento, también podemos ser ciegas, ciegos, ante nuestras fortalezas y talentos.

Todo eso que parece una debilidad puede estar escondiendo un componente positivo. Por ejemplo, es posible que los eventos sociales y las multitudes no sean lo tuyo. Lo que podría significar que eres magnífica, magnífico, para relacionarte en conversaciones uno a uno, y que se te da muy bien eso de pasar tiempo a solas y disfrutar del silencio. ¿Puedes verlo?

Muchas veces, tus puntos más flacos pueden estar enmascarando alguna de tus más grandes virtudes. Date un espacio para echarle un vistazo largo y tendido a tus debilidades en busca de esos puntos ciegos positivos, que están esperando ser vistos y reconocidos.

5. Examina cada área de tu vida

Para esta tarea, toma en cuenta tus finanzas, relaciones, vida social, carrera, salud y cualquier otra esfera de tu vida que sea relevante para ti.

Observa cada una de ellas, ¿cuán satisfactoria es tu vida es ese aspecto?, ¿has logrado tus objetivos?, ¿te sientes a gusto?

Si encuentras algún espacio vital en el que sientes insatisfacción, piensas que no has logrado tus objetivos y, definitivamente, quisieras mejorar, es posible que tengas un punto ciego que te está impidiendo progresar.

Para indagar a fondo, enfócate en un área específica, la que más atención consideres que necesita y pregúntate: 

  • ¿Qué tengo miedo de saber?
  • ¿Qué es lo que más me cuesta aceptar sobre esta situación?
  • ¿Qué es lo que más resistencia me causa a este respecto?
  • ¿Qué presiento, pero no sé a ciencia cierta?

Sea lo que sea que venga a tu mente, toma nota de tus respuestas, no hagas nada al respecto, más que aceptarlo sin juicios.

Si alguna idea trae a ti un destello de luz, alguna nueva claridad, has dado un gran paso. Pronto llegarán más impresiones y entendimiento sobre la situación. Si vienen nuevas respuestas apúntalas en tu libreta, observa en detalle lo que sucede alrededor de esta situación que estás procurando resolver.

Como todo proceso de autoconocimiento, los avances se verán en el tiempo, pero el solo hecho de hacerte las preguntas te ayudará a esclarecer, poco a poco, la situación que te ocupa.

6. Busca ayuda para encontrar tus puntos ciegos

Si no logras encontrar eso que te está molestando y obstaculiza de manera recurrente la consecución de tus objetivos, e incluso parece boicotear cada intento que haces por mejorar tu vida, puede ser una buena idea buscar ayuda profesional. 

Coaches, counselors, psicoterapeutas, psicólogos y otros profesionales del acompañamiento y la salud mental, son una buena alternativa cuando sientes que tus esfuerzos personales no están dando los frutos esperados. 

A veces, encontrar nuestros puntos ciegos puede ser tan complicado como tratar de ver la parte de atrás de nuestra cabeza. Así que, alguien con la experticia para guiarnos podría facilitar el camino y mostrarnos la ruta hacia aquello que tanto deseamos encontrar.

Como te habrás dado cuenta a lo largo de este recorrido, la cuestión no es descubrir si tienes o no puntos ciegos, ya que todas las personas los tenemos. El desafío es localizar tus puntos ciegos, mirarlos de frente y encontrar las estrategias para gestionarlos, potencializarlos o eliminarlos.

Anímate a dar el primer paso. Hacerte consciente de eso que desconocías sobre ti, te traerá sabiduría, transformación y la posibilidad de alcanzar esas metas que, a lo mejor, creías perdidas. 

¿Te arriesgas a mirar tus puntos ciegos? ¿Cuándo empiezas?

Comparte tu experiencia en los comentarios.

Será un gusto saber de ti.

Autora:

Cristina Navarrete Landázuri (Cris Del Viento)

Coach ontológico y escritora

Fundadora de El Refugio del Artista

Redactora en Axon Training

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