En este artículo encontrarás 4 elementos claves para una aproximación al proceso de la comunicación no violenta.
¿Sabías que existe una manera de expresarte con firmeza, sin aplastar al otro, y de escuchar las necesidades de otra persona, sin anular tu identidad?

A lo largo de este recorrido quiero mostrarte una posibilidad de acercamiento a otros seres humanos desde un lugar de compasión, comprensión y escucha activa.
Nestro día a día está salpicado de pequeñas gotas de violencia que pasan desapercibidas y de alguna manera se han convertido en la forma de comunicación de la sociedad.
Lamentablemente, hemos sido educados para ser sumisos y obedientes, y esta forma de interacción ha provocado que nos desconectemos de nuestro poder personal.
Este lenguaje es estático y nos lleva a mirar la vida en blanco y negro, nos habla constantemente en términos de bueno o malo, apropiado o inapropiado, entre muchas otras distinciones.
Sin embargo, estoy segura de que tú sabes perfectamente que la vida no es así, los seres humanos somos de colores, estamos diseñados en escala de grises y nada es de un color absoluto.
Por eso, hoy te invito a sumergirte conmigo en esta primera aproximación a la distinción de comunicación no violenta (CNV).
¿Qué es la comunicación no violenta?
Lo primero que debes tener en cuenta es que el proceso llamado comunicación no violenta no solo habla de comunicación verbal, sino que más bien pretende convertirse en un sistema de valores, una forma de pensar, y un conjunto de habilidades relacionales que cultivar.
Este proceso, según su creador Marshall Rosenberg (psicólogo estadounidense), procura contribuir a nuestro propio bienestar y al de los demás, desde un lugar de compasión y respeto mutuo.

Además, propone que todo lo que hagamos, lo hagamos por elección propia, y no sometiéndonos a lo que creemos que los demás esperan que hagamos.
La propuesta de este modelo es que realicemos nuestras acciones por la alegría que surge naturalmente de contribuir a la vida.
Hay muchas cosas que suponemos que “debemos” hacer. La idea es que miremos a nuestras acciones y dejemos de sentirnos víctimas de las circunstancias.
“Claro, claro” —dirás— “se dice fácil, pero en el día a día hay muchas cosas que hacemos a disgusto porque no tenemos alternativa.”
Sí, entiendo, puede ser que no te guste cocinar, por ejemplo, y tengas que hacerlo de todas formas.
La cuestión es que ya sea desde la queja o desde el disfrute, deberás hacerlo, porque necesitas alimentarte y no resulta saludable ni rentable comer todos los días afuera, o porque existen otras personas que dependen de ti.
En estos casos, debes encontrar el PARA QUÉ y mirarla desde otro lugar mucho más amable.
Por otro lado, si estamos hablando de cosas como someterte a una relación violenta o a un trabajo denigrante, tendrás que hacer un proceso de análisis más profundo.
En otras palabras, la CNV procura que todas las personas seamos consideradas en igualdad dentro del proceso de comunicación, y que podamos generar espacios de conexión genuina y respetuosa con los otros.
Uno de los elementos centrales de este modelo es la satisfacción de las necesidades humanas. Expone a la violencia como una expresión triste y dramática de necesidades insatisfechas.
El autor propone que siempre que se presenta un conflicto, detrás de él se encuentra una necesidad insatisfecha, que suplimos a través de dicho conflicto. Por eso se hace necesario que los seres humanos aprendamos a conectar con lo que realmente estamos necesitando.
Para que vayas uniendo los puntos, te invito a sumergirte conmigo en los 4 pasos que plantea para comunicar sin violencia.
Los 4 elementos de la comunicación no violenta.
Este modo de comunicar propone 4 etapas que se resumen en el siguiente proceso:
PRIMERA. Observa sin juzgar.

Este primer componente pretende ayudarnos a separar la observación de la evaluación.
Cuando combinamos la observación con la evaluación, la otra persona, por lo general, lo recibirá como crítica y muy probablemente opondrá resistencia a nuestras palabras.
Se podría decir que la observación pura marca la diferencia entre lo que realmente es y lo que pensamos que es. Es simplemente, describir los hechos de manera neutra, sin añadirles ningún tipo de opinión o interpretación personal.
Por ejemplo:
“Te enojas por todo y con todos”. Aunque puede parecer una simple observación, si la miras bien, es un juicio de valor sobre la actitud de la otra persona. Por otro lado: «dices que:”todos estamos amargándote la vida”», es una simple observación en la que parafraseamos a nuestro interlocutor
“Siempre estás pegada a la pantalla del computador”, ¿siempre, siempre? Eso es poco probable, por lo tanto, es una observación que ha tomado el tinte de evaluación subjetiva. Algo más acertado tal vez sería: “Hoy estuviste frente al computador por 5 horas seguidas”.
“Nunca escuchas lo que te digo”. Entra en la categoría de interpretación personal de una acción en particular. Una aproximación más objetiva podría ser: “noté que en nuestra reunión de hoy estuviste mirando tu teléfono en varias ocasiones”.
Y así, existen muchos ejemplos cotidianos que de seguro ya vinieron a tu mente y te dejaron mucho más claro este punto.
SEGUNDA. Expresa tus sentimientos.
El segundo elemento necesario para expresarnos compasivamente son nuestras emociones.
Al desarrollar un vocabulario de sentimientos que nos permita nombrar clara y específicamente o identificar nuestras emociones, podemos conectar más fácilmente con los demás.
El permitirnos ser vulnerables es vital a la hora de resolver conflictos, pues las emociones ocultas suelen ser el origen de una comunicación fallida. Pueden lastimar profundamente las interacciones y traer graves consecuencias en las relaciones interpersonales.
En este caso, la CNV también hace una distinción entre emociones, sensaciones y sentimientos reales; y aquellas nociones que más bien describen pensamientos, juicios e interpretaciones.
Por ejemplo:
Las frases “me siento un fracaso” o “me siento inútil” , no están hablando sobre lo que sientes. Nos dicen de la manera como te evalúas por aquellas cosas que consideras que no te salieron bien en algún ámbito de tu vida.
En cambio, una emoción al respecto de un resultado no obtenido podría ser: “me siento triste” por aquellos resultados que no obtuve, por esa necesidad insatisfecha.
Por otro lado, si las cosas salen como esperamos, tampoco solemos tener un amplio vocabulario de emociones. Aunque sacaste la mejor nota en el examen para graduarte de la carrera soñada, a la pregunta: “¿Cómo te sientes?” Probablemente, la respuesta sea: “me siento bien”.
Puede parecer una sensación, es tan general y ensayada en nuestra sociedad que, a menudo, puede alejarnos de la verdadera profundidad de lo que sentimos.
Pues a lo mejor, si indagas más a fondo, la respuesta sería: “siento agradecimiento”, “entusiasmo” o quizá, “siento enorgullecimiento”.
¿Te das cuenta?
Es importante que ampliemos nuestro vocabulario de emociones, sentimientos y sensaciones. Así también ampliar las posibilidades al momento de indagar en nuestro interior y expresar genuinamente lo que sentimos.
TERCERA. Manifiesta y clarifica tus necesidades.

El tercer pilar de este modelo nos habla de la importancia de expresar las necesidades que subyacen detrás de nuestras emociones y sentimientos.
A menudo, llegamos a pensar que las personas o situaciones que se nos presentan en la vida, son las causantes de nuestra ira, dolor o incomodidad.
Desde la mirada de la CNV, la realidad es que la persona o la situación son solamente el estímulo que despierta la causa interna real para que sintamos lo que sentimos, y esa causa es una necesidad insatisfecha.
De seguro te estarás preguntando:
Y ¿qué es una necesidad en este contexto?
Desde la óptica de la comunicación no violenta, una necesidad abarca todas aquellas cosas que resultan vitales para que tengamos una vida plena y que son comunes a todos los seres humanos.
Este término engloba desde las necesidades básicas y de seguridad, como pueden ser: respirar, comer, hidratarse, descansar o contar con un lugar para refugiarse; hasta aquellas que hablan de nuestro desarrollo personal: como la espiritualidad, la armonía, el sentido de vida o la capacidad de elegir nuestras propias metas y objetivos.
La lista es extensa, aun así, espero que este breve recuento te haya dado una idea de lo que entenderemos, en este caso, por necesidad.
Pero, ¿cómo expresar mis necesidades con asertividad y sin que parezca una exigencia?
La manera más adecuada para expresar una necesidad es en términos positivos y sin implicar a otras personas o acciones concretas.
A qué me refiero:
Se podría pensar que estás expresando positivamente una necesidad si le dices a tu interlocutor:
“Necesito que te tranquilices”, pero la verdad es que si te fijas, esas palabras, sin duda alguna, van a sonar más a un reproche que a una necesidad.
Para colocar la responsabilidad en ti, en tus necesidades y sentimientos, podrías decir: “me siento angustiada(sentimiento) cuando elevas la voz, necesito tranquilidad (necesidad) para poder conversar”.
¿Te parece mejor?
Espero que sí, y sobre todo, espero que ya estés identificando más claramente las bondades de este estilo de comunicación.
CUARTA. Haz peticiones claras.

Y finalmente, la cereza del pastel… formular una petición que no solo sea la expresión honesta de tus necesidades y sentimientos, desde un lenguaje asertivo, sino también que provenga de la escucha respetuosa, compasiva y empática de tu interlocutor.
Como era de esperarse, después de aclarar tus emociones y conocer tus necesidades, estás lista (listo) para hacer una petición adecuada que traiga mejoras a tu vida.
Entonces, ¿cómo expresar nuestros pedidos de tal manera que la otra persona esté abierta a responder compasivamente a nuestras necesidades?
Primero que todo, recuerda utilizar un lenguaje de acción, positivo, que hable de lo que sí quieres (deja fuera lo que no quieres).
Mientras más clara y específica sea tu forma de expresarte tendrás más posibilidades de conseguir lo esperado, reflexiona: ¿qué tiene que hacer específicamente la otra persona para que sientas que tu necesidad ha sido satisfecha?
Recuerda. El mensaje que enviamos no es siempre el mensaje que se escucha, por eso, es importante que abras espacios para clarificar lo que has pedido, no des por hecho nada.
Por otro lado, toma en cuenta que, dependiendo del entorno, las peticiones pueden recibirse como exigencias y las personas incluso pueden pensar que serán culpadas y castigadas si no acceden a lo solicitado.
Para eso, es aconsejable, que cuando hagamos pedidos que de alguna manera pueden ser “mal interpretados”, los hagamos en un tono abierto, amable y natural; abriendo la posibilidad al diálogo.
Toma en cuenta que el objetivo de la comunicación no violenta no es manipular a las personas y salirnos con la nuestra, ni mucho menos, al contrario, esta busca establecer relaciones basadas en la honestidad y la empatía, en donde se satisfagan, en la medida de lo posible, las necesidades de todos los involucrados.
Haciendo uso de un ejemplo anterior, un pedido concreto ante la situación:
“Siento angustia cuando elevas la voz, necesito tranquilidad (necesidad) para poder conversar, me gustaría que hablemos calmadamente, ¿podrías bajar la voz? (pedido)”
Listo.
Hemos llegado al final de este viaje a través de los 4 elementos constitutivos de la comunicación no violenta, ¿te ha sido de utilidad?
Estoy segura de que sí.
¿Por dónde vas a empezar?
Te sugiero que antes de ir de lleno a la práctica del método, te concentres en indagar a fondo sobre tus emociones y necesidades, de esa manera te será mucho más fácil ponerlo en marcha.
Además, te invito a leer en nuestro blog sobre la empatía y la asertividad, dos ingredientes fundamentales para una comunicación no violenta.
Gracias por leerme.
¡Vamos a la acción!
Comenta tu experiencia. Espero leerte.
Autora:
Cristina Navarrete Landázuri (Cris Del Viento)
Coach ontológica y escritora.
Fundadora de El Refugio del Artista.
Redactora en Axon Training.
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